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Infancia E Historia


Enviado por   •  5 de Junio de 2014  •  5.645 Palabras (23 Páginas)  •  216 Visitas

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TRISCIUZZI, Leonardo e Franco Combi. Infancia e Historia. Lima: IFEJANT, 1998 (Pp.

5-29).

Infancia e Historia

1. La Identidad Social de la Infancia

Con frecuencia se ha sostenido que una infancia prolongada es típica de la especie

homo sapiens y que esto ha permitido el diferenciarse de otras especies animales y el

llegar a un proceso progresivo de humanización caracterizado por la socialización y por el

nacimiento de la cultura.

El Cachorro Hombre o la cría del hombre, en efecto, sale a la luz físicamente muy débil

y necesita de cuidados. Esta debilidad-dependencia dura alrededor de diez años e implica

una constante asistencia por parte de los adultos. Esto provoca el pasaje de la unión de la

pareja a la familia, además quizá una primera y elemental división del trabajo al interior

de la misma familia (el cuidado de los hijos que es asumido por la madre y la búsqueda

del sustento, por el padre). Con el nacimiento de la familia y de una primera división del

trabajo se forma por lo menos el embrión, la sociedad. El lento crecimiento del niño, que

se cumple gracias a la protección ejercida por el núcleo familiar, es fundamentalmente

una socialización, un gradual aprendizaje de técnicas, de costumbres propias de la

especie. Este aprendizaje, que se realiza sobre todo por imitación de los adultos y en

primer lugar de los propios padres, produce la transmisión y la misma continuidad de la

cultura. Se crea así, gracias a la acción de la familia, una ligazón entre el individuo y la

sociedad que está en la base de la vida (y de la historia) de la especie humana. La

verificación de la verdad de estas tesis se puede tener en negativo, considerando el caso

de los «niños salvajes» abandonados luego de su nacimiento y que han crecido entre

animales. Estos niños han asimilado las costumbres y comportamientos de los animales

con los que se les ha juntado y de los cuales ha dependido su sobrevivencia, habiendo

perdido con frecuencia la posibilidad de retornar a la condición humana. Esto está testimoniado

por el caso quizás el más célebre aquel de Víctor de Aveyrón estudiado en los

primeros años del S. XIX por el médico francés Jean Itard.

La socialización del niño se cumple como un paso siempre cada vez marcado por una

dimensión esencialmente biológica hacia una más bien de carácter cultural. Se verifica

por lo tanto, un enriquecimiento de las necesidades primarias (nutrición y protección) a

través de su integración en un contexto social caracterizado por reglas y por costumbres,

por creencias y usos. Contemporáneamente, sin embargo, los adultos y la cultura que

ellos representan, imponen también una cierta reglamentación de las necesidades

primarias, es decir aquellas que están ligadas más estrechamente a la naturaleza biológica

del niño. Sin embargo, este paso como lo han subrayado las más recientes investigaciones

psicológicas, no es una simple adaptación, una imitación pasiva, sino que pone en juego

la participación directa por parte del niño.

El niño es un sujeto activo. También si el material de su experiencia está ya social e

históricamente determinado, él reorganiza de un modo dinámico e individual la

experiencia en la cual se encuentra inmerso. Al término de este proceso, esto es al fin

de la edad evolutiva, el niño, su mente (el lenguaje, las capacidades lógicas) y su

misma personalidad (ligada a creencias y costumbres) se caracterizarán en sentido

social.

El niño habrá llegado a ser un miembro de la comunidad a título pleno en cuanto

habrá asimilado los característicos aspectos culturales. La integración social se ha

cumplido, incluso si ésta ha llegado a darse en un modo dinámico y aunque nunca

asumirá la forma de una adaptación exclusiva, como, por el contrario, teorizaban en

los primeros años de nuestro siglo algunos sociólogos positivistas.

Los agentes fundamentales de esta socialización primaria son, por un lado, la familia y

por otro lado, el lenguaje, incluso éste segundo depende en buena parte del primero. En

efecto, a través del intercambio de señales sonoras con los familiares, y sobre todo con la

madre, sea en la fase del laleo, del balbuceo (emisión de sonidos no articulados), sea en

aquella fase pre-lingüística, como luego en aquella lingüística verdadera y propiamente

hablando, se cumple la maduración del lenguaje infantil.

La familia tiene como fin esencial el proteger y garantizar el funcionamiento de los

mecanismos sociales fundamentales que se refieren a la producción y a la reproducción

de la vida inmediata. No obstante, y precisamente porque garantiza la reproducción de la

especie, el sustento y sobre todo la educación de los individuos, tiende a perpetuar la

organización social existente;

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