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LA MUERTE: UN AMANECER


Enviado por   •  20 de Agosto de 2015  •  Tareas  •  1.507 Palabras (7 Páginas)  •  123 Visitas

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PRODUCTO INTEGRADOR DE APRENDIZAJE

ASIGNATURA:

ETICA, SOCIEDAD Y PROFESION

LICENCIATURA EN ENFERMERIA

MODALIDAD MIXTA 4° SEMESTRE

DOCENTE: LIC. MARIA DEL CARMEN MORENO MONTEMAYOR

ALUMNOS: ADELAIDA CORPUS ALCALA

                    CHRISTIAN MICHEL GAUSIN SANCHEZ

MONTERREY. N, L. A 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014

INTRODUCCIÒN

En esta obra podemos conocer la experiencia personal que indujo a la autora a permanecer con los enfermos terminales para que pudieran preparar el momento de la muerte de manera digna. Con su compañía, Elizabeth, pudo comprender los momentos de soledad y angustia que precedían a la muerte.

Las experiencias, escritas en este libro pueden ayudarnos a prepararnos tanto a nosotros como a otras personas cercanas a nosotros.

Es un testimonio del amor incondicional que ella pregona. Un amor que se atreve a ir más allá de lo razonable, un amor que transciende los límites de la propia muerte, y que a través de la verdadera vida se desborda.

Admirada y respetada, no hay seguramente en el mundo una personalidad científica a la que se le hayan otorgado tantos títulos de doctor honoris causa.

Kübler-Ross ha pasado cientos de horas junto a enfermos moribundos, de los cuales sus comportamientos han sido anotados minuciosamente y analizados por la autora.

LA MUERTE: UN AMANECER

Elisabeth Kübler-Ross, pudo comprender los momentos de soledad y agobio que están presentes en las personas moribundas. El conocer dichas experiencias nos ayudan a preparar tanto a los nuestros como a nosotros mismos a un buen morir, sin temor, al  contrario el despertar a una nueva vida de plenitud, en el que todo es como nosotros deseamos, una paz inmensa y un amor inigualable.

El amor y la dedicación de esta sabía mujer, y la menciono así, porque considero que su corazón estaba lleno de Dios.

Gracias a ella, permite que hoy muchos médicos, enfermeras y personas en el mundo estén preparadas para entender, acompañar y ayudar realmente a cualquier ser humano en los momentos difíciles  que anteceden su muerte así como para comprender y consolar  a las personas que sufren la pérdida de seres queridos.

Lo que me encanta de la autora es que expresa  un testimonio vivo del amor incondicional, pues la muerte no es el fin sino más bien un hermoso comienzo a una vida plena.

Para los escépticos y personas con pensamiento materialista, no existe vida después de la muerte, la muerte es sólo un paso más hacia la forma de vida en otro lugar  y el momento de la muerte es una experiencia única, liberadora, que se debe vivir sin temor y sin angustia.

La muerte física del hombre es idéntica al abandono de un  capullo de seda por la mariposa. Somos una casa ocupada de modo provisional. Morir significa, simplemente, mudarse a una casa más bella.

La muerte no es dejar de existir, sino es  trasladarnos a un lugar donde la muerte no existe, ni el rencor ni la injusticia, es un lugar donde nuestra alma descansara y vivirá inmensamente feliz.

Es muy cierta la importancia de que si todos nos diéramos cuenta que en el  lecho de nuestro padre o madre moribunda, así  estén ya en coma profundo, todo oyen todo lo que les decimos y nunca es demasiado tarde para expresar un lo siento, un te amo, u alguna otra cosa que queramos  decir. Nunca es demasiado tarde para pronunciar estas palabras, aunque sea después de la muerte, ya que las personas fallecidas siguen oyendo. Incluso en ese mismo momento podemos arreglar asuntos pendientes, aunque estos se hayan ido hace años antes, es necesario liberarnos de la culpabilidad que podamos sentir al perder un ser querido y no haberle dicho tantas cosas, para poder volver a vivir nosotros mismos.

Cuando se abandona el cuerpo se encuentra en una existencia en la cual el tiempo ya no cuenta, ya no hay más tiempo, del mismo modo en que tampoco podría hablarse de espacio y de distancia.

Somos esperados por la persona a la que más amamos, esa persona nos recibirá cuando nos llegue el día de abandonar este cuerpo. En el caso de los niños pequeños, cuyos abuelos, padres y otros miembros de la familia aún están con vida, es su ángel de la guarda personal quien generalmente los recibe; o bien son recibidos por Jesús u otro personaje religioso. Cada uno tiene el cielo que desea y se imagina.

Después, cuando se imagina  este paisaje, una luz brilla al final, una luz  blanca, de una claridad absoluta, y al acercarse más hacia esa luz nos sentimos llenos del amor más grande, indescriptible e incondicional que nos podemos  imaginar. Para la gente que ha vivido esa circunstancia en su vida, dice que no hay palabras para describir el amor y la paz que sienten.

Nuestra vida aquí abajo no es más que una escuela en la que debemos  aprender ciertas cosas y pasar ciertos exámenes. Para cuando terminemos el programa y aprobemos las materias, entonces podemos  entrar a un reino donde Dios nos tiene designado.

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