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LIMITES DE LOS PADRES EN LA PARTICIPACIÓN ESCOLAR


Enviado por   •  26 de Diciembre de 2012  •  2.037 Palabras (9 Páginas)  •  377 Visitas

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LA AUTORIDAD DEL DOCENTE

A. ¿QUÉ ES?

Personalmente coincido con el concepto dado por Telma Barreiro, la cual define a la “(…) autoridad como rol diferenciado asumido por alguien del cual se espera que establezca ciertas pautas, oriente u organice el accionar o la tarea, establezca ciertos límites y de algún modo provea también ciertas formas de evaluación de lo realizado”. Debemos saber también que la autoridad, aún más la autoridad en el aula, debe ser construida a partir del propio ejercicio de las actividades de la profesión. Esto significa poder dominar con fluidez los saberes que debemos transmitir a los alumnos, manejar técnicas pedagógicas adecuadas a las edades y contextos en los cuales viven nuestros estudiantes y estar atentos a las problemáticas que los atañen. Pero la autoridad no se ejerce exclusivamente con el trabajo personal, sino que también debe considerarse a nivel institucional. La construcción de la autoridad educativa vuelve indispensable la inclusión de factores fundamentales, tales como, el trabajo en equipo, la coherencia y el clima en la institución. Con todo esto, lo que quiero decir, es que elaborar una autoridad docente supone un esfuerzo que combina lo emocional con lo cognitivo por un lado, y lo individual con lo colectivo, institucional y social. Como expresa Juan Carlos Tedesco, “(…) la construcción de autoridad, en definitiva, es parte de un proceso cultural más amplio y por eso es importante que actuemos juntos”.

Éste término, al gozar de claras dificultades para ser definido taxativamente, nos introduce una problemática importante, la influencia de esta variedad de significados en la práctica educativa y en la vida de las personas y las instituciones. Algunas maneras de ver, de ejercer y de vivir la autoridad son más beneficiosas que otras, para el proceso de aprendizaje y bienestar individual, como también para el desarrollo grupal y social. Es decir, no es suficiente la asignación de una persona en un rol determinado para que el ejercicio de la autoridad sea beneficioso para el sujeto afectado..

B. FORMAS DE LOGRARLA

I. Deja claro desde el principio cuál es el rol de cada uno.

El profesor es el profesor y el alumno es el alumno. Podrán llevarse bien, pero el maestro nunca debe olvidar cuál es su papel. Para ahondar en su carácter de educador y potenciar su autoridad, el profesor debe evitar en todo momento el ‘colegueo’ con los alumnos, ya que ello podrá jugar en su contra si llega el momento de amonestar al alumno por alguna razón. Esto no significa que el maestro no pueda charlar amigablemente con la clase, pero sí que nunca debe hacerse en calidad de amigo, como si se tratara de uno más del grupo.

II. Establecer unas normas desde el principio.

Es preciso hacer saber a la clase desde un primer momento que existen unas normas que deben seguirse, y que su incumplimiento acarreará una serie de consecuencias. Es bueno que esta normativa se establezca con la colaboración de toda la clase, así los alumnos se sentirán más implicados y es más probable que sigan las normas. Una buena idea en este sentido es elegir un delegado de clase que sirva como un nexo entre las demandas del alumnado y el profesor. Así, los alumnos sentirán que se escucha lo que tienen que decir.

III. Fomentar la horizontalidad de las relaciones.

No cabe duda de que hay que dejar bien definida la autoridad del profesor desde el principio, pero esto no quita que éste no deba escuchar lo que tienen que decir los alumnos. Un joven que siente que no se le tiene en cuenta y que no se escucha lo que tiene que decir es un joven enfadado, y con toda la razón del mundo. Un profesor debe de ser capaz de transmitir a sus alumnos la sensación de que pueden contar con él para resolver sus problemas académicos y de que pueden transmitirle sus quejas sin temor a ser reprendidos por ello, y debe ser capaz de hacer esto sin que su autoridad se ponga en entredicho. Puede ser difícil, pero al fin y al cabo, es la responsabilidad del maestro.

IV. Las amonestaciones.

Amonestar a un alumno puede convertirse en un auténtico reto para un profesor, ya que puede suceder que el primero no considere justo el castigo que se le está imponiendo y ‘plante cara’ al docente. En estas situaciones es fundamental evitar el enfrentamiento directo con el alumno, puede que éste aproveche la ocasión para hacerse el ‘machito’ y destacar delante de sus compañeros. Si el profesor ve que su autoridad no está siendo respetada, lo mejor es que acuda a una instancia superior del centro educativo, como por ejemplo el jefe de estudios o el director. El profesor tiene la potestad de sancionar las faltas leves y graves de los alumnos, ya sea por medio de una amonestación por escrito, expulsando al alumno de clase o retirándole, si procediera, un aparato electrónico hasta la finalización de la jornada. Es importante que aplique estos castigos sin dudar, ya que cualquier ápice de duda será interpretado por el alumno como una señal de la debilidad del profesor y aprovechado en su contra. El apoyo de la dirección al profesorado resulta vital en este sentido.

V. Cómo actuar ante un ‘graciosillo’.

Es un hecho: en todas las clases hay un ‘graciosillo’ que planta cara al profesor y que desafía su autoridad. Tratar con este tipo de alumnos supone otro gran reto para los docentes. La clave está en no responder al alumno, en no darle la oportunidad de humillar al profesor. Este tipo de comportamientos se refuerza a base de las risas del resto de compañeros, por lo que entrar en una discusión abierta con un alumno que desafía a un profesor sólo conseguirá que lo rete una y otra vez. Lo mejor es hacer caso omiso de los comentarios del alumno. ‘El mejor desprecio es el no aprecio’ dice el dicho, y en estas situaciones se convierte en una gran verdad. Nuevamente, el profesor deberá hacer uso de su autoridad, aplicando el castigo que corresponda sin dudarlo. También resulta útil poner en conocimiento de los padres y de la dirección del colegio el comportamiento del alumno.

VI. ¿Qué papel deben jugar los padres?

El colegio es un espacio en el que los jóvenes deben aprender a funcionar y convivir en sociedad sin la ayuda de sus padres, y como tal, tiene una gran importancia en el seno de la sociedad. Sin embargo, implicar a los padres en el proceso educativo de sus hijos puede ser una buena idea, especialmente si se está ante un alumno conflictivo. Hacerles llegar las amonestaciones por escrito de su hijo o concertar

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