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LOS VALORES PERSONALES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA FAMILIA


Enviado por   •  30 de Octubre de 2012  •  Tesis  •  2.234 Palabras (9 Páginas)  •  599 Visitas

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LOS VALORES PERSONALES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA FAMILIA

DEL SIGLO XXI.

Preliminar

Mucho se habla de la profunda crisis que sufre la familia, de la pérdida de los valores, de la importancia de la familia y de la necesidad de recuperar los valores perdidos.

No se puede cerrar los ojos al presente y buscar refugio en el pasado para vivir de acuerdo a principios que han perdido vigencia, como si creer en lo imposible convirtiera en realidad su contenido: la historia empuja siempre para adelante.

La desorientación puede convertirse en pesimismo y desalentar para cualquier construcción; sin embargo, percatados de los ricos materiales que ofrecen estos tiempos, aires tranquilizadores soplarán en nuestra dirección.

Ciertamente la hora actual nos supera y perplejiza, lo que es natural porque estamos inmersos o insertos en el umbral de época, en el gozne mismo del curso histórico que ocasiona un total cambio de paisaje. Es algo inédito teniendo soluciones viejas para resolver problemas nuevos.

La familia sufre la crisis, que es la crisis del sistema de valores vigente en una época que pasó, siendo otra la costumbre vital, con virtualidad suficiente para sustentar otra familia, más satisfactoria que aquélla que no pudo sobrevivir intacta al agotarse el modelo secular representado.

No se puede decir que todo esté perdido, muy por el contrario cómo va a decirse eso cuando hay valores, aunque sean otros; reglas de prioridad; ideales en la dimensión personal y metas colectivas con relación a la familia y a los valores, fluyendo en medio de un clima cultural diferente, informado por primera vez por una orientación fundamental que jerarquiza a la persona.

Los derechos humanos, que son hoy tendencia universal admiten una

doble lectura: la del respeto a la persona como tal por parte del resto de la comunidad y la de la propia capacidad, para hacerse cargo del correlativo deber que implican aquellos, con aptitud para ser el artífice de una sociedad más apropiada.

Hace falta sí un cambio radical de postura, el que resulta factible en lo inmediato, en la medida en que no dejemos los problemas abandonados a su destino, ni que el desasosiego y la resignación nos ahoguen.

El Nuevo Humanismo ha de aportar las soluciones nuevas en respuesta al reto impuesto conducente a un nuevo orden.

La propuesta para la familia del siglo XXI es la misma familia tradicional pero edificada sobre otras bases, más personales si se quiere.

1.- La familia clásica.

La familia es la célula básica de la sociedad y factor imprescindible de la organización social, siendo segmento esencial del orden social desde que los vínculos libremente elegidos son necesarios para la existencia de la sociedad.

La familia clásica integrada por los cónyuges y unos pocos hijos, cuya estructura se ajustaba a una sociedad con valores y estilos ampliamente compartidos, se convirtió en el modelo clásico, universal y socialmente aprobado.

La internalización del casamiento en la conciencia colectiva la institucionalizó y la convirtió en modelo al interpretar y canalizar la costumbre vital de su tiempo, contributiva y contribuyente de la constelación de valores, virtudes y estilos de su época, entre muchos otros elementos en interacción.

2.- El cambio epocal.

Cada época presenta una constelación de valores, virtudes, estilos, proyectos y contenidos vitales, comportamientos, lenguajes, conceptos científicos, sistemas económicos, modelos sociales que conecta con la vida, el trabajo, la cultura y el Estado que sintetiza el macroparadigma, con sus paradigmas y micromodelos.

Muchas fuerzas mutuamente causales, que importan innovaciones puntuales del pasado rompen el equilibrio más o menos estable, al límite de que la situación en sentido global no puede continuar, operándose el cambio epocal.

El proceso de cambio que culmina con la instalación de un nuevo macroparadigma afecta las distintas realidades del arco de bóveda que abarca, siendo una de ellas la familia, en el caso en análisis la clásica y modélica, que en el nuevo horizonte pasa a ser referente.

En el plano familiar, al producirse la ruptura del eje conyugal, su generalización implica la caída del modelo tradicional secular. Se produce la variación histórica de la familia emergiendo diferentes configuraciones familiares de honda incidencia en la dimensión personal, ninguna notoriamente predominante, en coexistencia.

3.- La variación histórica de la familia.

La familia natural constituye un universo humano, ámbito donde el hombre nace, vive, ama y muere, que se identifica con la vida misma. La familia clásica fundada en el matrimonio es además ámbito íntimo y doméstico para la vivencia y la praxis de lo conyugal, lo paterno, lo materno, lo filial y lo fraterno, amparada por la ley y prohijada por la moral.

No obstante la variación histórica operada en la familia clásica y las muchas formas que proliferaron, la misma no ha perdido su ancestral prestigio, aunque el panorama sea otro. Sigue siendo el ideal colectivo, aun en medio de una realidad empírica que en parte lo contradice, afectada por los avatares de la vida de cada día, cuya vuelta a esa configuración es una aspiración que está presente en todo discurso público.

Muchas personas viven en el tipo clásico y así ocurrirá en el futuro; otras, ante el quiebre experimentado no podrán hacerlo, desde que solo las primeras nupcias son las que la configuran, excepto en el caso de viudez, situación a la que se extendería por no anotarse ruptura.

Mientras tanto, otro gran número, creciente en el caso de los jóvenes, propone a su manera la relación personal en la cotidianeidad compartida, la que no siempre es familiar, aunque se le parezca bastante o así se considere.

La familia como máximo proyecto vital importa estabilidad, continuidad, perdurabilidad, trascendencia y reconocimiento. No es una sociedad de dos personas sino una comunidad de vida, de la que se ha dicho que es el connubio de lo divino y humano.

Todo proyecto mira hacia el mañana y la noción misma de vínculo en las relaciones de familia no se acompasa con la efimeridad porque los desnaturalizaría.

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