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La antigua civilización rural

esmezita20 de Diciembre de 2012

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NACER

Las madres y los padres de los tiempos antiguos eran insensibles ya que las mujeres de hoy y las de ayer tenían que obedecer la ley universal del instinto maternal; donde el juego social de la reproducción consistía en la supervivencia de la especie y transmitir el nombre, incluso el patrimonio y los linajes habilitaros al primogénito que siempre se esperaba fuera varón, lo cual originaba machismo, pues las mujeres eran consideradas como las que debían atender a sus maridos y educar a los hijos, encargándose de los quehaceres del hogar. Además, la maternidad era el privilegio de concebir y cuando las mujeres sufrían de infertilidad eran consideradas como inservibles, secas y desperdiciadas, era visto como un acto de brujería realizado por las mujeres y como era de carácter religioso, se suponía que era un castigo de Dios y están condenadas a vivir sin hijos. Y eran móldelo de las madres fecundas y educadoras como lo fue la Virgen María y Eva.

En la antigua civilización rural se concebía al nacimiento como una cosecha y al recién nacido como un fruto de esperanza, donde la futura mamá es aconsejada por su madre, hermanas, vecinas, etc., acerca de cómo evitar las trampas que ponen la naturaleza y la cultura y de las posibilidades de fecundación y embarazo, éstos saberes eran transmitidos de generación en generación.

El nacimiento es un paso difícil y un asunto de mujeres y un acto social, no se acudía al médico o cirujano debido a la escases, el parto se realizaba en posición sentada, en la cama, con ropa de uso diario, era llevado a cabo principalmente por matronas comadronas quienes tenían la habilidad, la experiencia, el conocimiento de las hierbas y significaciones mágicas relacionadas con las circunstancias de los partos en que placenta y cordón umbilical e revisasen de todas las virtudes sanadoras, además, se consideraba indecente que los hombres atendieran los partos. Las parteras eran sometidas al juramento de ortodoxia y capacitadas para bautizar contra la herejía, hechicería y negligencia. En seguida existe una transformación decisiva: los cirujanos se hacen cargo del parto y de la formación de las comadronas y ya no es indecente que los hombres atiendan los partos de las mujeres, pero las matronas seguían siendo importantes para la sociedad, por lo que los cirujanos denuncian la incuria y la rutina de las comadronas, cuya incapacidad, violencia e incluso maldad, causaban la infelicidad de los pueblos.

Exaltan en cambio su propia experiencia, su instrucción y su técnica. Nada puede intentarse para luchar contra las causas de la mortalidad que se lleva a más de un cuarto de los lactantes: malformaciones no percibidas, accidentes inevitables durante el embarazo, traumatismos al momento del parto y como resultado de las torpezas de las matronas que tienen las uñas mal lavadas, y cuyas curas son nada menos que inútiles.

La vida urbana tiene sus dominantes, ésta concentra los abandonos, niños abandonados en hospitales y en casa caritativas se envían a las nodrizas en algún pueblo. Entre el momento en el que los recogen y el de su partida, más de la mitad muere en condiciones espantosas; los que sobreviven al viaje tienen alguna ligera posibilidad, una vez que han llegado al lugar de crianza. Pero la crianza con nodrizas no esta reservada sólo a los hijos ilegítimos o abandonados: todos los círculos cuentan con este recurso, con excepción de las familias ricas, que pueden pagarse fértiles nodrizas a domicilio.

La separación es cuestión de dinero, ya que se da en familias pobres. El sacramento asegura la salvación de los recién nacidos. Los ritos del bautismo eran fundamentales, ya que no era seguro que el recién nacido pudiera vivir. A finales del siglo XVIII, lo que está en juego es la oposición establecida entre los dos comportamientos: uno, intelectualizado,

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