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La importancia de la dignidad humana


Enviado por   •  23 de Junio de 2015  •  Síntesis  •  1.728 Palabras (7 Páginas)  •  500 Visitas

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La importancia de la dignidad humana

Tal vez no haya otro concepto de mayor importancia para el futuro cultural y moral de Europa que el concepto de la dignidad de la persona humana. Siendo la persona el centro y el punto de referencia de la sociedad, la bondad o la maldad de una cultura se mide precisamente por su actitud hacia la persona.

Es consabida la importancia que la doctrina social de la Iglesia da a la persona humana y a su dignidad como fuente de los derechos del hombre. Entre todos los temas tratados por el Concilio Vaticano II, la dignidad de la persona humana ocupó un puesto de singular relieve.

Ya en el 1964, en medio del debate sobre el instrumentum laboris que llegaría a ser la Constitución Pastoral Gaudium et spes, el entonces Mons. Arzobispo Karol Wojtyla pronunció un discurso en la Radio Vaticana donde afirmó: “A el Concilio y la Iglesia consideran la llamada acerca de la dignidad de la persona humana como la voz más importante de nuestra era”. Treinta años más tarde el Papa Juan Pablo II calificó la Gaudium et spes el último y más extenso de los documentos promulgados por el Concilio “la carta magna de la dignidad humana”.

Desde el tiempo del Concilio hasta el presente la centralidad de la dignidad del hombre en el pensamiento social de la Iglesia ciertamente no ha disminuido. Más bien se ha hecho aun más patente en los escritos y pronunciamientos del Magisterio y ha quedado plasmada en el Catecismo de la Iglesia Católica como punto de referencia para la ética social y el principio rector del bien común.

Pero la dignidad de la persona no sólo forma el eje de la doctrina social de la Iglesia, sino que también sirve como punto de convergencia entre corrientes de pensamiento muy variadas y así se ofrece como fundamento de la sociedad civil. El concepto de la dignidad de la persona está presente en el preámbulo de las constituciones de varias naciones europeas como presupuesto antropológico del derecho, y también en los diversos decretos acerca de los derechos del hombre, notablemente en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948.

Peligros de una dignidad mal entendida

No obstante, precisamente por su ubiquidad y proliferación, este concepto vital corre el riesgo de desvirtuarse y de convertirse en instrumento de manipulación para intereses particulares. ¿De qué dignidad hablamos? ¿Qué entendemos por dignidad de la persona humana?

Sólo por dar unos ejemplos, hoy en día los propulsores de la eutanasia hablan de una muerte digna como remedio para unos estados de vida que según ellos no son conformes a la dignidad de la persona. Asimismo, entre los que defienden los así llamados derechos de los animales se habla cada vez más de una supuesta dignidad de los primates, o de los mamíferos, o de todos los seres vivientes.

De hecho, está cada vez más en boga la práctica Darwinista de hablar de la diferencia entre los hombres y los animales como una diferencia solamente de grado y no de esencia. Al mismo tiempo, el concepto de la dignidad de la persona se utiliza para defender la práctica del aborto, o negando la personalidad a los no nacidos, o defendiendo el aborto como remedio contra una vida indigna para los bebés no queridos.

Finalmente, la dignidad de la persona a menudo se reduce a la libertad entendida como autonomía absoluta, lo cual imposibilita una recta comprensión de los derechos humanos y quita la posibilidad de distinguir entre verdaderos derechos y meras preferencias personales.

Frente a estas distorsiones y por su importancia para el discurso civil es preciso definir bien qué entendemos por dignidad humana. En los minutos que nos quedan, quisiera tocar brevemente tres puntos. En primer lugar, ofreceré unas consideraciones sobre la dignidad de la persona como puente entre la antropología y la ética.

En segundo lugar, presentaré la dignidad como característica propia y distintiva de la persona humana, que la distingue de todos los demás seres terrestres y la asemeja a Dios. Por último, hablaré de la universalidad de esta dignidad entre todos los miembros de la especie humana, sin distinciones de raza, edad, madurez, sexo, creencia religiosa o clase social.

La dignidad como puente entre la antropología y la ética

Fue el filósofo escocés David Hume quien dijo hace dos siglos y medio que no se puede derivar un imperativo de una afirmación indicativa. Esta proposición es verdadera con tal que la afirmación indicativa no contenga ya un sentido imperativo. Es precisamente lo que sucede en el caso de la dignidad.

La palabra latina "dignitas", de la raíz "dignus", no sólo significa una grandeza y excelencia por las que el portador de esta cualidad se distingue y destaca entre los demás, sino también denota merecimiento de un cierto tipo de trato. Así la dignidad se puede definir como una excelencia que merece respeto o estima.

Se dice que una persona de alto rango o que ocupa un puesto elevado posea una dignidad, una especial excelencia que exige de los demás una respuesta particular. También hablamos de una dignidad propia del ser humano como tal, por lo que debe ser tratado siempre como hombre. Al abrazar tanto la cualidad de excelencia como el merecimiento,

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