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La intención


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2012  •  2.091 Palabras (9 Páginas)  •  231 Visitas

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La intención

Dra. Laura Frade Rubio (R)

La educación como proceso de reproducción de una sociedad o cultura siempre se ha caracterizado porque el educador que la lleva a cabo tiene una meta, un objetivo, un lugar hacia el cual ha detectado que debe impulsar al estudiante para que éste se incorpore a la vida social, cultural, natural, económica, política y que le tocará vivir[1]. Así, retomando el viejo ejemplo de Vygotsky, cuando un educador observa que un niño se levanta y comienza a balancearse, el primero detecta que requiere aprender a caminar, entonces la meta es que camine y facilita el proceso: le levanta los dos brazos y camina con él o ella en esta posición por los menos durante unas semanas o un mes , a costa de su propio dolor de cintura. Un día siente que el educando ya puede hacerlo sólo y entonces lo deja, da un paso hacia la autonomía, meta final del proceso educativo: que el sujeto que aprende lo haga por sí mismo, se apropie, construya, reconstruya y transforme aquello que ha construido: camine o corra con su propio estilo. Lo puede hacer igual o diferente que el educador, pero es a partir de este proceso de mediación inicial que logra salir adelante.

La educación, por tanto, siempre ha tenido metas. Es el educador quién las define visualizando lo que requerirá aprender el educando para salir adelante en la vida que le tocará vivir. Las metas no son nuevas, nacieron desde que: hubo necesidad de educar a los seres humanos, fuimos padres y madres o bien tuvimos un pequeño recién nacido, que además, por nuestras características, necesitó de mucho más apoyo que el resto de los seres vivos; mientras que un caballo o una res se para dentro de las 3 o 4 primeras horas de vida y comienza a caminar, nosotros nos tardamos un año prácticamente, y además requerimos de apoyo externo. Somos una especie que se tarda en adaptar al medio, que necesita mucho tiempo para salir adelante, no sólo en términos adaptivos sino también educativos, ya que la transmisión cultural que se hacía antes, o bien la construcción cultural que se busca hacer ahora, es cada vez es más lenta; mientras que antiguamente los jóvenes se incorporaban a la adultez durante la adolescencia, casándose e integrándose a cazar, pescar, y sobrevivir desde jóvenes, hoy se puede tener 30 años y aún no terminar el doctorado, seguir viviendo en casa de los padres y continuar estudiando.

El asunto es que la educación y las metas van de la mano, y que sí bien ambas evolucionan con las sociedades y las culturas, lo que cambia no es la naturaleza de las mismas, es decir su razón de ser: definir un fin, una dirección, sino más bien su para qué, su tipo y su cómo. Es decir, se modifica la perspectiva desde la cual se observan. Así mientras que antiguamente se observaba la educación como una mera transmisión de conocimiento y la meta era la repetición del conocimiento en sí mismo, hoy se busca más bien el desarrollo de la capacidad del estudiante para salir adelante en un mundo complejo y la meta es el tipo de capacidad que debe desarrollarse, la competencia. Es decir que si antes queríamos que adquiriera conocimientos (objetivos) y luego que construyera conocimientos (propósitos), ahora lo que queremos es que desarrolle la capacidad para resolver lo que enfrentará a lo largo de su vida (competencias)[2].

Entonces, ¿qué es lo que cambia con el enfoque por competencias: los planes de estudios, los programas, lo que se estudia, las actividades en el aula, los exámenes? Fundamentalmente y más que nada: la intención, es decir lo que se busca con la educación, el tipo de fin, de meta, hacia donde nos dirigimos.

Hasta el Plan 73 o el 2003 nos habíamos dirigido hacia la transmisión o construcción del saber, del conocimiento, y para eso teníamos los objetivos y los propósitos. Esto se traducía fundamentalmente en una práctica docente que consistía en planear lo que nosotros como docentes teníamos que hacer frente al grupo, las actividades que realizaríamos, los materiales que utilizaríamos, y aunque obviamente había cambios substanciales entre las prácticas entre una reforma y otra, ahora lo que tenemos que hacer es pensar que nuestra intención es que ellos se desarrollen, entonces lo que debemos planear estará centrado en lo que tendrán que hacer nuestros estudiantes, lo que deberán hacer para lograrlo. Es decir que pasamos de una intención centrada en nosotros mismos, en nuestro propósito para que los estudiantes construyan el conocimiento sobre algo concreto, para pasar a una intención en la que sean ellos y ellas los que desarrollen su capacidad mediante su constante actividad, a través de su desempeño en la búsqueda de la resolución de las diversas problemáticas que enfrentan.

Modificar entonces la intención tiene varias implicaciones, porque entonces ni se planea, ni se hace, ni se evalúa lo mismo, sino lo que originalmente se quiere lograr. Si lo que queremos es desarrollar la capacidad para resolver, para saber pensar para poder hacer, la capacidad adaptativa, cognitiva y conductual para enfrentar las demandas del entorno que se traduce en un desempeño específico[3]; entonces eso se debe impulsar mediante la planeación, eso se debe hacer en el aula, y eso debemos evaluar.

Planear entonces se convierte en pensar qué tienen que hacer los estudiantes y no que tiene que hacer el docente. Partir de esta premisa, nos centra en el estudiante y no en nosotros mismos, es un ejercicio que nos obliga a salir de nuestra lógica, de nuestro interés, de lo que nos gusta, de lo que pensamos que es interesante, es descentrarnos, para observar sus intereses, sus motivaciones, sus gustos, los detonadores que pueden lograr que se participen activamente en el proceso de aprendizaje, pero además lo que necesitan.

Esta modificación en la intención entre planear lo que el docente hará y planear lo que hará el estudiante, plantea un dilema que ya se manifestaba en el conductismo: sí se pude predecir lo que aprenderá y hará el estudiante o no; es decir sí se puede predecir el resultado. Lo anterior porque desde una visión netamente constructivista, es el sujeto el que construye las representaciones de los objetos que encuentra

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