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La Intención


Enviado por   •  14 de Agosto de 2013  •  2.068 Palabras (9 Páginas)  •  250 Visitas

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feminidad. Una noción inicial nos muestra que la energía libidinal tiene un modo de apropiación del cuerpo en la histeria; los síntomas de la histeria no se establecen a partir de una patología orgánica o a partir de una simulación de la enferma, hay en esas manifestaciones una compleja composición ligada a condiciones psíquicas, hay en la histeria un trasfondo ligado ineludiblemente a la sexualidad de la paciente. Desarrolla así Freud una comprensión radicalmente diferente de la medicina de la época. En la histeria hay una noción de cuerpo cargado de libido, ya no es un organismo simplemente. Señala Assoun: “hay que comprender qué pasó en la revelación, gracias a la histérica, de la pulsación de otro cuerpo: el que ella “revela” al encarnarlo, exponiéndose así por entero para inaugurar la clínica –freudiana- del cuerpo”1. La conversión histérica tiene la carga sexual a “flor de piel”, y los síntomas histéricos hablan de un cuerpo erogenizado que palpita por un exceso de sexualidad. La histeria desarrolla una nueva anatomía corporal, que no tiene relación con el organismo, estamos ante un cuerpo libidinizado que no se rige por los límites anatomo-fisiológicos.

Plantear la histeria en relación a la feminidad, como plantea André: “…no puede sino encontrar la pregunta crucial de la naturaleza y función del cuerpo femenino, o de lo que así se llama. ¿Qué es un cuerpo de mujer? Todo el mundo se lo pregunta, las mujeres al igual –si no es que aún más- que los hombres, y nadie encuentra una respuesta satisfactoria.”2

La idea de la feminidad debe plantearse entonces desde el mismo desarrollo de la sexualidad, que como explica Freud, no está predeterminada y puede ser trastocada en...

Freud nos dice, que todo ser humano presenta una mezcla de características sexuales biológicas tanto del propio sexo como del contrario, así como una combinación de actividad y pasividad en sus conductas.

Tenemos que Freud encuentra tres componentes (físico, psicológico y cultural) que integran la masculinidad y la feminidad y que ninguno, por sí solo, es capaz de definirla, pues estos se encuentran combinados en todas las personas, sean hombres o mujeres.

En “El múltiple interés del Psicoanálisis” de 1913, refiere que las diferencias de sexo, no pueden aspirar a establecer una característica psíquica especial. Aquello a lo que llamamos masculino o femenino se reduce para la considera¬ción psicológica a los caracteres de actividad y pasividad respectivamente.

En su texto “Acerca de la génesis de un caso de homosexualidad femenina” de 1920, retoma las preguntas planteadas en los “Tres Ensayos” acerca de si existe o no relación entre los caracteres sexuales, masculinos o femeninos y la elección

de objeto y nos dice: “Un hombre en el que predominan las cualidades masculinas y cuya vida erótica siga también el tipo masculino puede, sin embargo, ser invertido en lo que respecta al objeto y amar únicamente a los hombres y no a las mujeres. (…) Lo mismo puede decirse de las mujeres; tampoco en ellas aparecen estrechamente relacionados el carácter sexual y la elección de objeto” (Freud, 1920, p. 2560).

Nos dice Freud que aquí intervienen tres series de características: 1) Caracteres sexuales somáticos 2) Caracteres sexuales psíquicos (actitud masculina – actitud femenina) 3) Tipo de elección de objeto

Menciona que los caracteres somáticos (presencia de espermatozoides y óvulos), los caracteres psíquicos (actitud masculina -femenina) y el tipo de elección de objeto, son tres aspectos que varían con cierta independencia unos de otros y aparecen en las personas combinados de diversas maneras.

Es en su artículo acerca de “La feminidad” de 1932, que Freud discute este tema con mayor profundidad, en el sentido de lo insuficiente que es relacionar actividad con masculinidad y feminidad con pasividad. Nos invita Freud a familiarizarnos con la idea de que las porciones de la mezcla de lo masculino y femenino en el individuo están sujetas a grandes oscilaciones. “Y concluiréis que lo que hace la masculinidad o la feminidad es un carácter desconocido que la anatomía no puede aprehender. ¿Podrá acaso, hacerlo lo Psicología?” Freud (1932. p 3165)

Nos dice Freud que estamos acostumbrados a emplear los conceptos masculino y femenino también como cualidades anímicas, ya que decimos que un ser humano, sea hombre o mujer, se conduce masculinamente en tal punto y femeninamente en tal otro. Esto parte de una convención y de una referencia a la anatomía, pues la diferenciación no es de orden psicológico.

Cuando decimos masculino, queremos decir activo y cuando decimos femenino, pasivo. Esta relación existe en la anatomía en tanto la célula masculina es activamente móvil y la femenina es pasiva y expectante. Reducimos para la psicología el factor de la agresión al carácter de lo masculino. Y señala lo inapropiado de esto, mencionando que en algunas especies animales son las hembras más fuertes y agresivas que los machos. Tampoco las funciones de cuidar la prole y adiestrarla, que tan exclusivamente femeninas nos parecen, están vinculadas entre los animales al sexo femenino. En especies nada inferiores se observa que los dos sexos comparten tales funciones, e incluso es el macho el que las realiza.

Freud observa cuán insuficiente es hacer coincidir la conducta masculina con la actividad, y la femenina, con la pasividad, en los dominios de la vida sexual humana.

“Las mujeres pueden desplegar grandes actividades en muy varias direcciones, y los hombres no pueden convivir con sus semejantes si no es desplegando una cantidad considerable de adaptabilidad pasiva.” (Freud, 1932. p. 3166)

Por tanto, mantener la coincidencia de lo activo con lo masculino y lo pasivo con lo femenino es inadecuado y no procura, según Freud, ningún conocimiento nuevo.

Freud agrega que no podemos dejar de tener en cuenta la influencia de las costumbres sociales que fuerzan a las mujeres a situaciones pasivas. Freud finaliza su reflexión afirmando que tampoco la psicología habrá de resolver el enigma de la feminidad. Plantea la solución habrá de venir de otro lado y apela a nuestra experiencia, a la poesía y a la ciencia.

En un intento por conocer y unificar el significado de dichas palabras decidimos consultar el Diccionario de la Lengua Española en su vigésimo segunda edición (2005) y encontramos lo siguiente: “Masculino: Dícese del ser que está dotado de órganos para fecundar 2. Perteneciente o relativo a este ser. 3. Varonil, enérgico.” (p.991) “Femenino: Propio de mujeres. 2. Dícese del ser dotado de órganos para ser fecundados. 3. Perteneciente o relativo a este ser. 4. Débil, endeble.” (p.709)

Queda

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