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La mayoría de los gurús de las finanzas personales


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2012  •  731 Palabras (3 Páginas)  •  562 Visitas

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La mayoría de los gurús de las finanzas personales te dirán

que para tener mejores cuentas debes empezar por analizar

tus ingresos y tus egresos, hacer un presupuesto, priorizar,

ver dónde recortar… por supuesto que esto funciona, pero

no vamos a empezar por ahí —lo haremos después, no te

preocupes. ¡Cha chán! ¿Y eso por qué? Pues simplemente porque

ordenar tu vida financiera cuando no has visto un solo

resultado puede ser poco inspirador y un relajo.

En ocasiones, pequeños avances pueden ser la motivación

para tener las ganas y la paciencia para sentarse a checar

voucher por voucher, anotar nuestros gastos de todo un

mes, quitarle aquí, ponerle allá, etcétera, para hacer el famoso

presupuesto.

Quien no esté de acuerdo se va directito al Capítulo 3 y

luego regresa. Quien sí, quédese leyendo.

Hagamos memoria, remontémonos a aquellos ayeres —que

para algunos literalmente fue ayer y para otros casi siglos—

en los que éramos unos pequeñuelos estudiantes sin trabajo

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ni sueldo… claro, a menos que cuentes como trabajo eso

de ser hijo, donde algunos ganan desde medio salario mínimo

mensual hasta sueldo de ejecutivo, dependiendo del

jefe, bueno del papi.

¿Recuerdas que la mesada bastaba para el cine, el CD o

el cambio anual de gadget reglamentario?, y estirándole un

poco, hasta para los regalitos del susodicho o la susodicha.

Yo no sé si es producto de una extraña obra de magia negra

financiera, pero a la mayoría le alcanzaba más el dinero entonces,

que después de entrar a su segundo trabajo.

Alguna vez en Twitter alguien me escribió: “¿Me creerás

que llevo más de un año con sueldo y $0 ahorrados?”, y no

sólo le creí, de hecho, es de lo más común.

Una de mis adoradas amiguitas, víctima favorita para balconear

gracias a sus inexistentes hábitos de planeación financiera,

me confesó durante un concierto que pese a su

flamante trabajo de abogada en un tribunal, no tenía ni un centavo,

ya no digamos en un fondo de inversión o una cuenta de

ahorro… ¡Vaya! Ni en la alcancía de cerámica del mercadito.

Mi shock provenía, justamente, de que todas mis amigas

de la prepa y yo empezamos a trabajar en el mismo año (más

o menos a la mitad de la carrera o casi acabando), entonces

ella triplicaba, literalmente, nuestro sueldo de becarias porque

ya era funcionaria respetable.

Bueno, entre compritas, comprotas, ganarse a pulso ser

cliente consentida de su salón de belleza y viajecitos, se le

ha ido el sueldo entero, desde el primer empleo, hasta la fecha.

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