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La mortalidad infantil: un reto para los países en desarrollo

paco2662Ensayo10 de Noviembre de 2015

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La pobreza de la niñez y la desigualdad en salud están vivas en nuestras comunidades. Es una de las tragedias de la humanidad en el siglo XXI que la salud de los niños continúe siendo un gran reto. No obstante el hecho que las fronteras del conocimiento retroceden constantemente, y existe gran conocimiento y experiencia sobre las causas biomédicas, físico-sociales y económicas de la insalubridad, los niños continúan siendo afectados por problemas de salud prevenibles. Es así que, llegado el 2015, año definido para el cumplimiento de los ODM, es pertinente reflexionar sobre los avances en la reducción de la mortalidad infantil y el persistente atraso de los países en desarrollo. Aun reconociendo que el tema de la mortalidad infantil seguirá estando en las agendas globales de desarrollo humano a través de los nuevos objetivos mundiales a 2030: ¿encontrarán los países en desarrollo las soluciones a su medida para acelerar la mejora en el indicador de mortalidad infantil? Todo apunta a que el reto podrá irse superando en el mediano y largo plazo únicamente en los países y regiones que enfrenten de manera integral la naturaleza multidimensional del problema. Para ello se deberá reconocer que existe marginación infantil en los sistemas de salud actuales que limita la asignación de recursos y que se requerirá la búsqueda de soluciones que agilicen, desde el punto de vista metodológico, los servicios ofrecidos en los sistemas de salud. La estrategia AIEPI, lanzada mundialmente hace varias décadas, se perfila como una opción viable para mejorar la eficiencia en la atención a los infantes. Presentaremos los resultados de la evaluación de dicha estrategia en Guatemala y cómo a través de su correcta aplicación se abre una ventana de oportunidad para acelerar la mejora del indicador de mortalidad en nuestro país, así como en los países en desarrollo, que la incorporen a su política de salud materno-infantil.

En 2014, un año antes del plazo para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio, ODM, la publicación del reporte WHO, World Health Statistics, inicia desde su primera parte con la revisión de los objetivos del milenio relacionados con la salud. En principio son noticias alentadoras el reconocer el sustancial progreso que se ha reportado en varias de las metas. El objetivo global de mejorar la proporción de personas sin acceso a fuentes de agua potable se alcanzó en 2010, también se ha obtenido un progreso sobresaliente en la reducción de la mortalidad infantil, en la mejora de la nutrición y en el combate de enfermedades endémicas como la tuberculosis, la malaria y el HIV. Entre 1990 y 2012, la mortalidad en niños menores a 5 años declinó en 47%, desde una tasa estimada de 90 muertes por cada 1000 nacimientos vivos a 48 muertes por cada 1000 nacimientos vivos. Esto se traduce en 17,000 muertes de niños menos cada día en 2012 con relación a 1990. Se muestran avances en todas las regiones a nivel mundial: no obstante que el riesgo de muerte para un niño menor de 5 años es todavía el más alto en la región subsahariana (95 por cada 1000 nacimientos vivos), 8 veces mayor que la región europea (12 muertes por cada 1000 nacimientos vivos en 2012) se muestran, sin embargo, signos de progreso en la región subsahariana en el ritmo en que declina la tasa de mortalidad de niños menores a 5 años. Se ha dado una aceleración en el tiempo: de 0.6% por año entre 1990 y 1995 a 4.2% por año entre 2005 a 2012. La tasa global también aceleró su declinación de 1.2% por año a 3.8% por año en los mismos períodos de tiempo.

En contraste, cerca de 18,000 niños mueren cada día a nivel mundial en 2012, y la velocidad en la declinación de la tasa de mortalidad aún es insuficiente para alcanzar el objetivo de reducción al 2015 de dos tercios de los niveles de 1990. La inequidad en la mortalidad infantil entre países de alto y bajo ingreso permanece muy alta. En 2012, la tasa de mortalidad de menores de 5 años en los países de bajo ingreso fue de 82 muertes por cada 1000 nacimientos vivos, más de 13 veces el promedio de los países de alto ingreso. Reducir estas inequidades entre los países y salvar la vida de más niños mediante la eliminación de enfermedades prevenibles es una prioridad clave. Patel (2001) establece que “una de las peores formas de desigualdad en el campo del cuidado de la salud es la desigualdad sufrida por los niños” y ello impacta la vida de las personas mucho más allá de la infancia, considerándose que muchas de las enfermedades de los adultos a lo largo del proceso de su vida tienen su origen en las enfermedades sufridas en su niñez.

Los gobiernos de los países en desarrollo, en su mayoría, fallan en tomar acciones efectivas con las desventajas socioeconómicas que afectan la oportunidad de acceso al sistema de salud para los menores. Esto puede ser visto como una falla en el cumplimiento del compromiso adquirido con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989), la cual claramente garantiza a los niños el derecho a la protección de influencias peligrosas y el derecho a su desarrollo integral. Uno de los casos más palpables aun ocurre de manera dramática en el África Subsahariana, en donde se reportan el 49% de las muertes de menores de 5 años a nivel global, UNICEF y WHO 2009, y de estas muertes más de la tercera parte corresponden a 2 causas claramente identificadas como prevenibles: neumonía y diarrea. En el caso de la diarrea, hay muchos estudios que revelan las implicaciones que se tienen desde el punto de vista de los sistemas de salud y el entorno socioeconómico y cultural. Mukiiira, C. y L. Ibisomi en su “Evaluación de las prácticas de cuidado de la salud entre los cuidadores de menores de 5 años con diarrea en 2 asentamientos en Nairobi, Kenia” documentan muy interesantes hallazgos con la información recopilada en un largo estudio en donde hicieron seguimiento a niños nacidos en 2006 y sus cuidadores durante 4 años. La recolección de datos se realizó cada 4 meses a través de entrevistas levantando estadísticas sobre sintomatología, duración de enfermedades y las prácticas de búsqueda de tratamiento. Concluyen de manera contundente que un alto porcentaje de cuidadores de los niños menores de 5 años no buscan los cuidados apropiados de salud. Aún el uso de sales de rehidratación oral (ORS) que son de conocimiento común y altamente efectivo para tratar los casos de diarrea aguda no se aplica de manera apropiada. En algunos casos los cuidadores toman más de 14 días para buscar atención para la enfermedad lo cual sugiere que los cuidadores no tienen un claro entendimiento de los peligros asociados con la diarrea. Por lo tanto, existe una necesidad urgente de intensificar la educación en salud, que incluya aspectos tan básicos como la importancia de la identificación de la severidad de la enfermedad a través de los síntomas de deshidratación y el uso de ORS en el manejo de la diarrea. De igual manera los estudios de Littlewood, J. y Pokhrel, D., “Conceptualización de la Diarrea en Nepal” publicado en 1999 destaca de forma positiva el importante rol que tienen los cuidadores de los infantes en la detección de la gravedad de los síntomas de la diarrea, asociado con la naturaleza de las deposiciones y el llanto de los niños. Esta detección a tiempo de la enfermedad en casa mueve a los cuidadores a buscar la ayuda médica necesaria, logrando que a través de la intervención a tiempo estos cuadros se resuelven favorablemente. Por lo tanto la preparación y atención adecuadas vuelven a reportarse como claves en el manejo de la enfermedad diarreica. Asimismo, Ndugwa, R. y E. Zulu en su estudio “Morbilidad infantil y la búsqueda de atención en asentamientos de Nairobi: el rol del medio y los factores socioeconómico” amplían el alcance de las dificultades prácticas para una intervención adecuada a los factores sociales generados por la pobreza y aspectos étnicos asociados con patrones culturales que repercuten en la universalidad de la pobreza del medio ambiente (sin disposición de desechos ni servicios de drenajes) a los que los niños son expuestos y adicionalmente remarca los aspectos relativos a la educación de la madre, salubridad de la vivienda y status laboral de la madre como elementos que juegan un rol significativo en el comportamiento para la búsqueda de atención a las enfermedades.

Como podremos comprender de los hallazgos anteriores, en relación a una de las principales causas de la mortalidad infantil, este es un problema que muestra diferentes aristas, por lo que es importante que se entienda el carácter multidimensional del mismo para plantear soluciones integrales. La problemática va mucho más allá de los recursos técnicos, o de la extensión de cobertura, o preocuparnos únicamente por los problemas culturales, debe hacerse una evaluación completa de todos los componentes y entender su interrelación para crear un mecanismo integrado que permita lograr la efectividad y sostenibilidad del plan de acción que se tome. Uno de los planteamientos más interesantes encontrados en la bibliografía corresponde al estudio realizado por De, P. y A. Dhar, “La inequidad en la mortalidad infantil a través de diferentes estados de la India: un estudio comparativo”, en el cual se hace una revisión detallada de todos los factores que inciden en la desigualdad y su relación con la mortalidad infantil. Se determina que, aún bajo una misma política pública implementada en el país, las dimensiones de la inequidad en los sistemas de salud en cuanto a calidad, cobertura, prioridad de los estados en la asignación de recursos, compromiso de la burocracia, mística de servicio y visibilidad pública del problema, por mencionar algunos

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