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La mujer latinoamericana en la sociedad


Enviado por   •  18 de Junio de 2015  •  Tesis  •  1.045 Palabras (5 Páginas)  •  157 Visitas

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I. La mujer latinoamericana en la sociedad

Introducción

Me parece que el problema de fondo no es tanto el "papel" de la mujer en la sociedad, cuanto la construcción de una sociedad inclusiva, sin discriminaciones de ningún género.

Para tratar la cuestión, vamos a inspirarnos en la reflexión de mujeres latinoamericanas comprometidas con la causa de la mujer hoy, que nos indican por dónde van los esfuerzos para lograr una sociedad menos discriminadora en relación con la mujer.

1. La búsqueda de una "nueva identidad individual y colectiva"

"La Mujer ya no está dispuesta a ser ciudadana de segundo rango, una vez que decide luchar por una nueva identidad individual y colectiva" (Ana Sojo).

La costarricense Ana Sojo (especialmente en su libro Mujer y Política) hace una interesante profundización en los determinantes histórico-culturales de la situación de subalternidad de la mujer en la sociedad. Siguiendo en grandes líneas la reflexión feminista del Primer Mundo, pero alejándose de ella en aspectos más directamente relacionados con la situación de la mujer del Tercer Mundo, y, más concretamente de América Latina, la autora destaca, entre estos determinantes, la cuestión de la biología como dispositivo de poder, relacionada con el concepto de patriarcado y la construcción y uso del sistema sexo/género, con sus implicaciones de orden concreto. Indica, también, pistas de superación de esta situación de subalternidad de la mujer.

1.1. La biología como dispositivo de poder

Consiste en el hecho que en el pasado se recurrió (y en el presente todavía se recurre) a explicaciones de orden biológico sobre la esencia de lo masculino y lo femenino para fundamentar la atribución de papeles sociales en función del sexo.

Una tal utilización de la biología relega a la mujer al ámbito de lo doméstico. Al ámbito de lo público le es permitido asomarse sólo en condiciones de discriminación. Aquí lo "público" y lo "privado" (doméstico) ganan un significado muy particular: lo "público" es por excelencia el campo de las tomas de decisión de la sociedad, donde la mujer tiene una condición subalterna; lo "privado" se identifica con lo doméstico despolitizado, al cual se relega la mujer. Tal fetichización biológica actúa sobre la conciencia, impidiendo el cuestionamiento. De hecho, relegar la mujer al ámbito de lo doméstico, tal como lo entiende el dispositivo en cuestión, es vedarle el acceso al mundo de lo político y negarle poder de incidencia sobre la historia. Es una palabra, alienar su conciencia y sus prácticas.

El Patriarcado -entendido como la ideología del poder masculino en la sociedad- está en la base de un orden social en el que el "sexo" es una categoría con implicaciones políticas discriminadoras y el hombre domina a la mujer. Tal orden social lleva a la "colonización interior" del poder masculino. Esa forma de poder tiende a tornarse más fuerte que otras, más rigurosa que la estratificación en clases, más uniforme y perdurable, y conforma una de las ideologías más penetrantes de nuestra sociedad. En ese orden social la producción y recepción de discursos, consolidan la sujeción y crean normas. En todo ese proceso, la mujer es, a la vez, víctima y cómplice. Por eso, hay que luchar en contra del poder masculino en las propias actitudes de las mujeres que lo recrean, por ejemplo en la educación de los hijos.

La falta de una conciencia explícita de género contribuye a reforzar esos esquemas mentales y las prácticas en consonancia con ellos. Nos referimos aquí a la conciencia de género como "el reconocimiento de que la situación de inferioridad, sujeción y sometimiento en la que la sociedad quiere mantener a las mujeres es producto de la ideología patriarcal que ha estereotipado el papel que juegan el hombre y la mujer en la sociedad a partir de un determinación biológica", de hecho inexistente, pero que ha sido asimilado tanto por los hombres como por las mujeres y que hay que desenmascarar.

1.2 Pistas de superación

a) Los grupos de autoconciencia, o sea, la discusión, entre mujeres, sobre las formas diversas en que se vive personalmente la discriminación. La importancia de esos espacios es obvia: no siempre la mujer, por ocupar un lugar subalterno, tiene una conciencia directa de ello; los procesos de socialización que nos preparan para "llegar a ser mujer", las concepciones culturales, la complicidad con el poder masculino, son algunos factores que actúan en contra de una presunta percepción espontánea. La socialización de experiencias en grupos de autoconciencia contribuye a superar tal situación, ya que lleva a reflexionar sobre los ámbitos personales donde se "re-crea" la discriminación. Precisamente por eso, esos grupos contienen un "detonante político", puesto que la experiencia personal se socializa y se vuelve política, moviendo a transformaciones cotidianas y acciones políticas para luchar por la igualdad de los géneros en cuanto a sus posibilidades de desarrollo.

Los mecanismos mediante los cuales actúa el poder masculino no pueden ser rotos mientras no se creen las condiciones sociales que permitan algo más que importantes rebeliones individuales. Buscar lo común de la experiencia individual, participar en reuniones sin hombres donde se pueda hablar con franqueza y romper el silencio atávico de las mujeres, no es sino un detonante para la irrupción de la mujer como sujeto político. Dar el paso de lo personal vivido como político hacia las acciones políticas concretas plantea el reto de constituir la liberación de la mujer como movimiento social.

b) La cuestión de la organización y las estructuras organizativas

La conciencia que las mujeres tienen del poder en las relaciones personales y del costo que para ellas ha tenido, hizo que las feministas fueran muy desconfiadas del establecimiento de formas de organización de jerárquicas.

Ese rechazo de las estructuras formales de organización se explica como producto de la identificación de toda estructura con una institucionalización de relaciones de poder en las que se ha llevado la peor parte: por rechazar el poder, se rechaza toda estructura.

Sin embargo, so pena de caer en el gueto, el movimiento de mujeres tiene que enfrentar responsabilidad el problema de su organización. Hay que buscar formas alternativas en la organización; tales como: hacer explícito el reparto de tareas, distribuyendo tareas y obligaciones entre el mayor número de personas, propiciar la elegibilidad de las representantes y de las responsables de las tareas, las cuales deben rendir cuenta de esas funciones; organizar rotación de responsabilidades y tareas, de un modo funcional que prevea aprendizajes y traspasos no mecánicos.

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