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La obediencia de los hijos entre los 6 y los 12 años. Consejos prácticos


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2015  •  Apuntes  •  1.314 Palabras (6 Páginas)  •  99 Visitas

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La obediencia de los hijos entre los 6 y los 12 años. Consejos prácticos

¿Cómo podemos actuar ante la desobediencia de nuestro hijo?

Existen unas recomendaciones que facilitarán la obediencia de nuestro hijo. Si las practicamos de manera constante, probablemente pocas veces nos veamos obligados a poner en práctica los consejos sobre qué hacer cuando nuestro hijo nos desobedece.

Antes de que nuestro hijo nos desobedezca:

  • Siempre que sea posible, en lugar de dar órdenes o hacer preguntas, ofrecer dos opciones para que nuestro hijo pueda escoger una. Por ejemplo, en vez de decirle “baja la basura” o preguntarle “¿quieres bajar la basura?”, plantearle las opciones de: “¿qué prefieres, secar los platos o bajar la basura?”
  • Procurar no darle demasiadas instrucciones a la vez. Es mejor esperar a que obedezca una orden, antes de plantearle la siguiente.
  • La instrucción debe ser simple, utilizando pocas palabras. Es importante que sea comprensible para nuestro hijo y razonable para su edad. También es importante que sean peticiones específicas, es decir, que quede bien claro el comportamiento que debe seguir. Es mejor decir “a las seis intenta tener los ejercicios de matemáticas acabados y la lección de sociales estudiada, para poder ver tu programa favorito”, que “acaba tus tareas escolares pronto”.
  • Utilizar un tono de voz agradable. Es mejor si nos ponemos a la altura de nuestro hijo y le miramos directamente a los ojos (asegurándonos que él también nos mira).
  • Es importante que expliquemos a nuestro hijo las razones por las que le pedimos o le prohibimos que haga algo. Esta información deberá ser apropiada para la edad del niño.
  • Establezcamos rutinas. A tu hijo le ayudará a obedecer el hecho de tener que hacer cada día lo mismo y a la misma hora (tirar la ropa a lavar después de la ducha, recoger la mesa, etc.). La cooperación acabará convirtiéndose en un hábito.
  • A partir de los 6 años los niños, en cierta medida, ya son más capaces de participar en la creación de las reglas. De esta manera, probablemente se sentirán más responsables y las comprenderán mejor. Este hecho contribuirá positivamente a que cumplan los mandatos. Por tanto, es importante que empecemos a dejarle negociar con nosotros las exigencias y las consecuencias de su cumplimiento o incumplimiento, escuchando sus razonamientos. Pero, en último término, seremos nosotros los que decidiremos.
  • Para motivar a nuestro hijo para que cumpla aquello que más le cuesta, le daremos la indicación de manera positiva, explicándole que, cuando cumpla nuestro mandato, le ofreceremos un privilegio. Por ejemplo: “después de ordenar tus juegos y de ducharte, jugaré contigo al ajedrez“. Es definitivo que nosotros cumplamos con lo pactado.
  • A veces hay momentos en los que no podemos premiar inmediatamente a nuestro hijo o es mejor reforzar cada uno de los pequeños pasos que componen una conducta final. Un programa alternativo que puede ayudarnos a presentar el refuerzo desde un punto de vista diferente es el sistema de fichas o puntos.
  • Consiste en proponer a nuestro hijo previamente un objetivo a conseguir durante un periodo de tiempo determinado. Cada vez que actúe de acuerdo con nuestro objetivo, obtendrá un punto. Estos puntos se canjearán por una recompensa que se habrá establecido con anterioridad. Veamos un ejemplo.
  • Objetivo: que nuestro hijo obedezca a la primera cuando le llamamos para cenar.
  • Premio a conseguir: Salir al cine una noche con nosotros, comer o cenar en un sitio de su gusto, invitar a un amigo a dormir a casa…
  • Cómo conseguir los puntos: Si obedece a la segunda orden, un punto. Si obedece a la primera orden, dos puntos. Si a una hora concreta y estipulada se dispone por iniciativa propia a realizar una de sus tareas u obligaciones habituales (bañarse, sentarse a cenar, ponerse a estudiar…), cuatro puntos. Los puntos no se deben “regalar” pero deben ser fácilmente accesibles.
  • Otro sistema divertido para conseguir puntos consiste en darle cada día, en el momento en que se levanta, una cantidad de puntos. A medida que transcurre el día debe evitar perderlos, es decir, cumplir con el objetivo le permitirá mantener el número de puntos mientras que desobedecer el objetivo de la semana hará que disminuya su batería de puntos. Al cabo de una semana, se sumarán los puntos mantenidos y se canjearán por el premio establecido (50 puntos: una tarde en un parque de atracciones, por ejemplo).
  • Es de suma importancia que, cuando haga lo que le pedimos, alabemos y elogiemos su comportamiento (felicitarlo, decirle lo contentos que estamos de lo que ha hecho, etc.).
  • Las consecuencias que seguirán a la desobediencia, deben quedar establecidas claramente de antemano. Podemos retirar un privilegio cada vez que no cumpla una exigencia. Por ejemplo, “cuando sigas jugando con el video-juego en vez de dejarlo para hacer otra cosa, te quedarás sin video-juego durante todo el día siguiente”.
  • Comprobar y asegurarnos que cumple con lo indicado para, después, poder aplicar las consecuencias apropiadas.

En el momento en que nuestro hijo nos desobedece:

Aunque estemos enfadados con nuestro hijo, debemos explicarle con objetividad y serenidad las ventajas de obedecer y por qué es necesario restar privilegios cuando no lo hace. Aunque pueda parecer que no lo comprende, razonar con él y analizar las consecuencias de su conducta le ayudará a ver más claro nuestro punto de vista y podrá prever futuras consecuencias en situaciones similares.
A veces el
sentido del humor puede ayudarnos a solucionar situaciones muy tensas, sobretodo con nuestros hijos mayores.
Por ejemplo, si insiste e insiste en justificarse para no llegar a la hora que le hemos dado podemos decirle:
 tienes razón, es mejor llegar tarde a casa. Llegar a la hora es una molestia. Es mejor llegar tarde un par de días y luego pasarse una semana sin salir pensando qué estarán haciendo tus amigos mientras tú estás en tu cuarto…  ¡Ojo!, el tono y la intención pueden convertir una frase con sentido del humor en ironía o sarcasmo y eso ya no es respetuoso.

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