Las Enseñanzas De Don Juan
libertad_8714 de Noviembre de 2011
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El autor confronta su "realidad" como hombre formado en la cultura occidental, antropólogo e investigador, con la de un viejo brujo yaqui, el cual tiene fama de conocer el secreto de las plantas alucinógenas. Durante este tiempo el autor es sometido a un proceso de "sensibilización" a través de la ingestión de plantas de poder y nos relata estos estados, que por demás resultan fascinantes, pero que tienen poco valor en términos de aportación de conocimiento.
En los inicios de su aprendizaje, el joven Castaneda estrellaba su racionalismo, su cultura occidental y su antropología contra lo que para él era el incomprensible y aterrador conocimiento de un indio anciano y enigmático. El "poder" había seleccionado a Castaneda y Don Juan le preparó una artimaña para "engancharlo" como aprendiz. Esta tarea requiere del brujo un esfuerzo de imaginación e impecabilidad. Según la tradición, debe atraerse al aprendiz ya sea por medios drásticos o despertando su curiosidad o interés. En su caso, Castaneda tenía que hacer una investigación antropológica y Don Juan aparecía ante sus ojos como un excelente informante. Así, en visitas aisladas o durante los veranos, en el transcurso de poco más de cuatro años, el investigador convertido en aprendiz fue conducido de manera impecable, pese a su resistencia racional, en apariencia inquebrantable, hacia los intrincados caminos de la otra realidad.
Durante este tiempo Don Juan le habló y le mostró muchas cosas y Castaneda empezó su camino al conocimiento. Castaneda recoge la inquietud de Don Juan por tratar de que el autor se haga responsable del camino que comienza a andar y que lo puede llevar a convertirse en hombre de conocimiento. A la pregunta de Castaneda respecto qué deberá hacer para llegar a ser hombre de conocimiento, Don Juan le responde que deberá desafiar y derrotar a "sus cuatro enemigos naturales". Dice Don Juan que el conocimiento nunca es aquello que uno espera. En cada paso el aprendiz se encuentra en un atolladero, y su miedo crece sin misericordia... Así tropieza con su primer enemigo natural: ¡el miedo!..., al cual debe desafiar para dar el siguiente paso, y el siguiente, y todos los posteriores. Estará lleno de miedo y, sin embargo, no deberá detenerse. Llegará entonces el momento en que se retire su primer enemigo. El hombre principia a sentir seguridad en sí mismo.
Su propósito se hace más fuerte y la tarea de aprender deja de ser una tarea aterradora. En ese momento, el hombre ha derrotado a su primer enemigo natural. … ha adquirido la claridad de mente que elimina al miedo… ese es su segundo enemigo natural: ¡La claridad! Esa claridad de mente puede cegarlo porque lo fuerza a no dudar de sí mismo. Lo impulsa a hacer cuanto se le antoja, porque todo lo ve con claridad. Pero la claridad es una ilusión de poder a la que puede rendirse; si lo hace, habrá sucumbido a su segundo enemigo natural y no podrá aprender. Debido a su torpeza… para evitarlo deberá desafiar a su claridad y esperar pacientemente y ser cauteloso antes de un error. Vendrá entonces el momento en que podrá comprender que su claridad sólo es un punto delante de sus ojos. Así habrá derrotado a su segundo enemigo. Habrá llegado a un punto en donde nada lo podrá dañar… el anhelado poder será suyo por fin. Podrá hacer lo que se le antoje con su poder. Podrá dominar a su aliado y su deseo será la regla… Habrá entonces tropezado con su tercer enemigo natural: ¡el Poder!... En esta etapa el hombre apenas puede advertir que su tercer enemigo lo asecha. De pronto, sin saberlo, habrá sucumbido en su batalla. El Poder lo hará un hombre cruel y caprichoso… Un hombre en tales circunstancias llega a la muerte sin realmente manejar el poder... Debe darse cuenta de que el Poder conquistado no es suyo en verdad… Si logra entender que sin control de él mismo, la claridad y el
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