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Latinoamerica Y El Debate Del Estado


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2014  •  1.869 Palabras (8 Páginas)  •  210 Visitas

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Explorando cómo la intervención del Estado ha sido tanto la causa de la caída económica en América Latina durante la década de 1980 como la solución para su recuperación en la década pasada, La autora analiza tres fases principales de la intervención del Estado: desarrollismo (hasta 1982), el Estado en retirada (la década de 1980) y el Estado modernizado a partir de la década de 1990. Se explica el impresionante giro del país desde el punto de vista de la modernización institucional y la reforma interna del Estado.

Se desarrolla una breve introducción del Estado latinoamericano en su conjunto en tres tramos de tiempo claramente definidos: de 1960 a 1980, de 1982-1990 y luego de 1990.

DESARROLLISMO

El desarrollismo está vinculado a la aparición de la Teoría del desarrollo, como una profundización de sus implicancias, hasta el punto de conformar una teoría independiente.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, y siguiendo la Teoría del desarrollo clásica, que sostenía que los países iban avanzando a través de fases cada vez más evolucionadas de desarrollo económico (desde la economía agraria a la economía industrial de consumo masivo), las Naciones Unidas crearon una serie de comisiones económicas para impulsar el desarrollo de los países no desarrollados.

Una de esas comisiones fue la CEPAL (Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas). Inicialmente la CEPAL trabajó siguiendo las pautas lineales de la teoría clásica del desarrollo, pero a poco avanzar, algunos economistas y sociólogos de la comisión fueron notando que en América Latina existían circunstancias sociopolíticas que obstaculizaban el desarrollo y condicionaban la aplicación de los supuestos puramente económicos de las teorías clásicas.

Por esa razón, esos economistas y sociólogos comenzaron a analizar y profundizar las razones del sub-desarrollo en los países de América Latina que la llevaron a conclusiones autónomas sobre las causas del desarrollo y las medidas necesarias para impulsarlo. Estas teorías tomaron el nombre de desarrollismo o estructuralismo aunque no son lo mismo, porque el desarrollismo estudió los problemas estructurales de la economía, buscando soluciones objetivas a esos problemas cambiando la estructura productiva agrominera (con inversión productiva, industrias básicas e integración) mientras que el estructuralismo no reconocía como una necesidad el cambio de estructura, sino en algunas cuestiones macroeconómicas específicas (por ejemplo, en lugar de aceptar el deterioro de los términos del intercambio como imposición objetiva de la economía internacional, buscaba mecanismos tendientes a corregir ese deterioro, sin siquiera pensar que una economía agrominera debería dar un salto cualitativo e integrar su estructura económica a partir de las industrias básicas).

Tuvo gran influencia en América Latina entre 1950 y 1980 impulsando los modelos de sustitución de importaciones, especialmente en Argentina, Chile, Uruguay,Brasil y México. A partir de la crisis del petróleo de 1973 el desarrollismo entró en crisis. Luego de las crisis internacionales del sudeste asiático en la década de 1990, varios países de América Latina (Argentina, Brasil, México, Uruguay, etc.) han impulsado políticas económicas neo-desarrollistas, adaptadas al contexto de la globalización.

EL ESTADO EN RETIRADA

Desde hace unos veinte años, el papel del Estado se ha convertido en un tema recurrente, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Es el caso de América Latina. Los años ochenta fueron los de la retirada del Estado. Las reformas estructurales impuestas por los organismos internacionales, en particular el Fondo Monetario Internacional, exigían que cesara la intervención directa del Estado en cuanto productor. Todos los países --cada uno a su ritmo-- tuvieron que privatizar primero las empresas públicas del sector productivo y, luego, gran cantidad de servicios. Algunos, como la Argentina, fueron más lejos y más de prisa que otros, como Brasil. Pero, en conjunto, la ola de privatizaciones ha sido mucho más potente en América Latina que en Europa. Las raras empresas que siguen en la órbita del Estado son aquellas que aseguran a éste una parte esencial de sus recursos fiscales.

La retirada del Estado preconizaba también el abandono del tradicional papel de regulador de la economía, y ello en beneficio de un mercado que se suponía iba a volver a encontrar las virtudes mágicas (la mano invisible). No se discutía si un proyecto estaba o no justificado y, menos aún, la situación particular de cada país. Por principio, cualquier intervención del Estado en la economía era malsana. Toda retirada era, en principio, sana.

A estas consideraciones de política económica y de cómo debe actuar y estar organizado el Estado para que la economía de un país tenga éxito, se agregaron consideraciones sobre la disminución de sus posibilidades de acción en un mundo cada día más globalizado. Mucho se ha escrito sobre este tema, ya se trate del funcionamiento de la sociedad internacional como de las mutaciones que conoce el mundo en la era de la información. La desigualdad de los Estados sobre la escena internacional, el fortalecimiento de la idea del derecho de injerencia, los procesos integradores interestatales (Unión Europea, Mercosur, TLCAN), todo ello parece que favoreciera la restricción de las posibilidades de acción de los Estados. Éstas debieran limitarse a sus prerrogativas de soberanía: defensa, orden público y asuntos exteriores. Incluso la moneda parece que se les escapara, con la creación de una moneda común en los Estados europeos o el debate sobre la "dolarización" en América Latina (generalización del currency board argentino o adopción del dólar como moneda nacional en Ecuador y El Salvador).

Sin duda, la cuestión de la soberanía es de las más difíciles y de las más controvertidas. Realmente, ¿qué capacidad tiene hoy cada país para controlar su propio destino? De hecho, ningún Estado posee instrumentos suficientes para asegurar ese dominio. En la época de la interdependencia de las economías, de la mundialización de las comunicaciones,

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