Lenguaje.
daydioInforme20 de Octubre de 2011
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El lenguaje:
El lenguaje es la manifestación sensible del poder que tiene el hombre de penetrar en la realidad más allá de la multiplicidad de estímulos, y de abarcar mucho campo y ganar una posición de dominio frente a todo aquello que le afecta de algún modo. Cuando sabemos el nombre de una realidad, parece que dominamos en cierta medida. Dar nombre es caracterizar, enmarcar, delimitar, tener en cierto grado bajo control.
El lenguaje permite al hombre orientarse al enmarcar y dar sentido a los mil y un fenómenos que tejen su vida diaria. La vida del hombre se constituye con trama de interrelaciones. El vehículo de estas es la palabra. El lenguaje es un campo de luz en el cual se iluminan las cosas y fenómenos con sólo ocupar el puesto que les corresponde.
Aprender a hablar es aprender a localizar las realidades y acontecimientos en este prodigioso campo de iluminación que el hombre utiliza en cuanto se halla envuelto promocionalmente por él.
El lenguaje es una matriz constitutiva de identidad (individual y social). Nada hay en el lenguaje que no sea la resultante de situaciones de producción humana y social. Desde las primeras frases y palabras (mamá, leche, te quiero) hasta las más complejas asociaciones que podamos construir, todas son resultado de las experiencias.
El cerebro no nace cargado de idioma, de palabras, viene dotado biológicamente para poner en ejecución sistemas asociativos, técnicos, para hacer hipótesis, para percibir la realidad, pero ese potencial biológico, requiere de! contacto humano para desarrollarse.
Cuando el niño descubre que con sonidos puede designar cosas es el momento en que tiene acceso a la función simbólica. Gracias a esta función, el hombre puede dominar el pasado, se proyecta al futuro, trasciende el límite aquí y ahora para expandirse mentalmente de manera ilimitada.
El desarrollo del lenguaje está indisolublemente unido al desarropo de la vida afectiva. Las palabras, con sus matices, contribuyen a expresar los estados afectivos, es pues en la en la relación social. El lenguaje cumple una función de mediación entre el sujeto y el mundo.
Función social:
Función social: permite la comunicación, la integración del niño con el grupo y participación en la mentalidad colectiva. Con el lenguaje todo el sistema de conceptos sociales le ofrece al niño proporcionarle los cuadros dentro de los cuales se organiza su experiencia.
La lectura y escritura en educación inicial:
El niño es un ser social: desde que nace se relaciona con el medio que lo rodea, utilizando diferentes formas de expresión, tales como el llanto, el balbuceo, la risa, los gestos, las palabras; formas que lo llevan a comunicarse inicialmente con ese ser más cercano: la madre; a su vez, ella con sus arrullos, nanas, caricias, cantos, juegos, va creando un vínculo especial de comunicación que les permite entenderse y fortalecer los lazos afectivos.
Lo anterior nos lleva a afirmar que el niño aprende porque establece relaciones y encuentra elementos de comprensión y vínculos afectivos con el mundo que lo rodea. Por lo tanto, no hay que desconocer que esta forma natural de aprendizaje tiene un valor muy importante para el niño, puesto que lo ha llevado a relacionarse con el mundo y a satisfacer sus necesidades de una manera placentera, agradable, lúdica y llena de afecto.
Como vemos, el proceso inicia desde que el niño nace, pero al llegar al colegio cambian las reglas de juego y, por lo general, el niño debe enfrentarse a situaciones y/o actividades que en su mayoría son ejercicios mecánicos, extensas planas o lecturas impuestas.
La interacción directa con pequeños en edad preescolar nos ha demostrado que los aprendizajes no pueden ser ajenos ni aislados de la realidad del niño. Por el contrario, deben satisfacer necesidades, intereses e inquietudes para que tengan un verdadero sentido y significado para él.
Estudiar significa ante todo leer, pero la lectura no constituye tema de un curso. Todas las disciplinas la presuponen y bajo muy distintas formas utilizan la escritura como herramienta de las actividades desarrolladas en la escuela, ya sea para realizar ejercicios, pruebas de control o de evaluación, o bien como instrumento de conceptualización, de referencias, por lo que se puede afirmar que la lectura se encuentra implícita en el programa de todas las disciplinas. Tanto si se trata del aprendizaje o de la evaluación, la lectura se halla en el centro del trabajo escolar y, más aún, cuando se intenta favorecer la autonomía de los estudiantes en su formación, mayor es el encuentro con lo escrito y por lo tanto más decisivo y necesario será el dominio de la lectura.
El éxito escolar no es el objetivo final ni único de la lectura, tal vez el propósito fundamental del acto lector sea establecer relaciones entre lo que está escrito, lo que se sabe y lo que hay que hacer. Sin embargo, hay que admitir que no existe una relación intrínseca entre el hecho de comprender un texto y el hecho de servirse de lo escrito para hacer con él otra cosa distinta que no sea responder a las preguntas de los docentes. La auténtica dificultad de la lectura radica ahí. La lectura no ha sido un objetivo en sí misma, sino una herramienta al servicio de un proyecto, cuyo empleo depende de otros proyectos.
La escuela aísla la lectura de los fines en los que ésta se inscribe socialmente, a pesar de que leer constituye una actividad al servicio del ocio; en la escuela, la lectura se presenta, la mayoría de las veces, como una imposición del programa escolar, pero le falta la dimensión esencial de actividad de aprendizaje, de distracción o placer que la caracteriza fuera de la clase.
Por otra parte, la escuela no parece ser consciente de la función fundamental de aprendizaje que la lectura ejerce en los estudios, en cuanto instrumento privilegiado de comprensión, de acción y de evaluación.
Plantear la necesidad de una conducta lectora elaborada por el maestro significa que éste conozca a fondo los supuestos teóricos de los usos posibles, poseer un conocimiento profundo sobre lo que debe enseñar y ser capaz de perfilar los conocimientos de sus alumnos, tomándolos en consideración para favorecer la adquisición, afirmación y enriquecimiento de los mismos.
Métodos para la enseñanza de la lectoescritura:
Para T.H. Cairney (1992) la lectura no es una simple transferencia de información, pues esto supondría que quien lee un texto no posee información personal la cual contrasta con lo leído. Por tal motivo considera que al lectura es un proceso transaccional. Bajo la concepción de la teoría transaccional se encuentra el método de lectura conocido como lenguaje integral. Este método esta integrado por varias investigadores como K. Goodman, F. Smith y Freeman, T.H. Cairney y otros. El método de lenguaje integral ve la lectura como un todo y se fundamenta en la globalidad comunicativa. En este método, se toman en cuenta los conocimientos previos que han desarrollado los educandos y se consideran las experiencias y conocimientos que traen a la escuela para proveerles herramientas que los ayuden en la construcción de nuevos conocimientos.
El proceso de aprendizaje de la lectura no se concibe como jerárquico, si no como uno en el cual la actividad lectura ser propicia en varias direcciones a seguir. El proceso de lectoescritura es planteado como un proceso analítico, interactivo, constructivo y estratégico
Método alfabetico o deletreo
Desde que se inició durante la antigüedad la enseñanza de la lectoescritura en forma, sistematizada, se ha empleado el Método alfabético. Este método se viene usando desde las edad Antigua, Media y Moderna, recibió el nombre de Alfabético por seguir el orden del alfabeto.
Durante el florecimiento de Grecia (siglo VI al IV a. de c.) Dionisio de Halicarnaso (Asia Menor), en su libro de la composición de las palabras dice: "cuando aprendemos a leer, ante todo aprendemos los nombres de las letras, después su forma y después de esto las palabras y sus propiedades, cuando hemos llegado a conocer esto, comenzamos finalmente a leer y escribir sílabas por silaba al principio".
Durante la vida Floreciente de Roma(siglo III a. c. al v.d.c.) marco Fabio Quintilano aconsejaba: "Que antes de enseñar el nombre de las letras se hicieran ver las formas de las mismas que se adaptasen letras movibles de marfil y se hiciesen ejercicios preparatorios medaitne un estilete que debía pasarse por las letras ahuecadas en una, tablita, para que se adquiriese soltura de mano".
Recomendaba además "que no se tuviera prisa" Más lo sustancial en él era también esto: "Conocer en primer lugar perfectamente las letras, después unir unas a las otras y leer durante mucho tiempo despacio..." Esto implicaba que el aprendizaje era lento, pues a los estudiantes les producía confusión al aprender primer el nombre de la grafía y posteriormente sus combinaciones.
Según Giuseppe Lombardo Radice, su aplicación requiere del seguimiento de estos pasos.
1- Se sigue el orden alfabético para su aprendizaje
2- Cada letra del alfabeto se estudia pronunciando su nombre: a; be, ce; de; e; efe; etc.
3- La escritura y la lectura de las letras se va haciendo simultáneamente.
4- Aprendiendo el alfabeto se inicia la combinación de consonantes con vocales, lo que permite elaborar sílabas., la combinación se hace primero con sílabas directas, ejemplo: be, a: ba; be. e; be, etc. Después
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