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Libro Cuarto del Contrato Social

julia isabel caballero batistaEnsayo20 de Junio de 2018

4.165 Palabras (17 Páginas)344 Visitas

Página 1 de 17

Universidad de Panamá

Centro Regional Universitario de Darién

Licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas

Grupo:

Eduardo Sateba 8 979 1288

Yira Vega 8 917 387

Tania Valdez

Estephany Quintero 5 714 89 y Julia Caballero 5 709 2398

Profesor:

Franklin Quintero

Tema:

Libro lV del Contrato Social

El pueblo y su fuerza de organización y su poder de decisión

Materia:

Derecho Constitucional

Fecha:

1 de junio del 2018

Índice

Introducción …………………………………………………………………………3

Capítulo I. La voluntad general es indestructible………………………………..4

Capítulo II. De los sufragios……………………………………………………….5

Capítulo III. De las elecciones……………………………………………………..6

Capítulo IV. De los comicios romanos……………………………….…………...7

Capítulo V. Del tribunado…………………………………………….…...………..8

Capítulo VI. De la dictadura………………………………………………………..9

Capítulo VII. De la censura…………………………………………………………10

Capítulo VIII. De la religión civil……………………………………………….…...11

Capítulo IX. Conclusión……………………………………………….…………….12

  • Ideas Polémicas

Conclusión …………………………………………………………..………………13

Infografía …………………………………………………………..………...………14

Introducción

Libro lV del Contrato Social

El pueblo y su fuerza de organización y su poder de decisión

Este último libro comienza hablando de la bondad y rectitud de los hombres sencillos. Éstos necesitan pocas leyes; Rousseau se siente emocionado “cuando se ve en la nación más feliz del mundo a grupos de campesinos resolver los asuntos del Estado bajo una encina y conducirse siempre con acierto”. Insiste en la noción de voluntad general, “la voluntad constante de todos los miembros del Estado”.

Tras hablar de las elecciones, hace un largo capítulo sobre la historia de Roma y, a continuación, defiende la necesidad de la dictadura como elemento para prevenir y solucionar los momentos de crisis en las repúblicas. También entiende que es necesaria la censura, que es la manifestación de la opinión pública. Al final de este capítulo ataca a la religión cristiana, pues es incompatible con la libertad; lo cristiano es opuesto a la república. Rousseau aboga por una profesión de fe completamente civil y propone frente a los dogmas de religión las normas de sociabilidad.

Capítulo I

La Voluntad General Indestructible

Mientras que muchos hombres reunidos se consideran como un solo cuerpo, no hay en este caso más que una voluntad que se relaciona a la común conservación y a su bien estar general. Entonces todos los resortes del Estado son vigorosos y simples, sus máximas son claras y luminosas, no hay enredosos ni contradictorios intereses, y el bien común se hecha de ver en todo, y cualquiera que tenga buen sentido le conocerá. La paz, la unión y la igualdad son enemigas de sutilezas políticas. Los hombres rectos y simples difícilmente se engañan por su simplicidad: las astucias, los pretextos refinados no les hacen mella, y no son tampoco bastante finos para engañar a ninguno.

 Cuando se ve entre algunos felices Pueblos del Mundo que una tropa de aldeanos arregla los negocios del Estado a la sombra de una encina conduciéndose siempre sabiamente, ¿cómo no hemos de extrañar los refinamientos de otras Naciones que se hacen ilustres y despreciables por sus artificios y misterios? Un Estado así gobernado no necesita de muchas leyes, y cuando es forzoso promulgar algunas nuevas, se palpa generalmente la necesidad. El primero que las propone no hace sino decir lo que todos han conocido de antemano, y no hay necesidad de facciones ni elocuencia para hacer pasar por ley lo que cada uno ha ya resuelto hacer, y mucho más estando seguro de que los otros harán lo que él.

 Lo que seduce a los habladores es que no viendo sino Estados mal constituidos desde su origen, están penetrados de la imposibilidad de mantener semejante política: ellos se ríen al imaginar todas las locuras que un diestro enredador y un hablador insinuante podría persuadir al Pueblo de París o de Londres, y no saben que Cromwel ha sido ridiculizado en sonetos y convencido de ignorancia por el Pueblo de Berna, y que el Duque de Beaufort ha sido disciplinado por los Ginebrinos.

¿Pero de aquí se sigue que la voluntad general esté aniquilada o corrompida? No, por cierto: ella es siempre constante, inalterable y pura; mas está subordinada a otros que abusan de ella. Cada uno sacando su interés del interés común, ve bien que no se puede enteramente separar de él; pero la parte del mal público no le parece nada en comparación del bien exclusivo que pretende apropiarse. Exceptuando este bien particular, él quiere el general por su propio interés tan fuertemente como cualquiera otro: y aun vendiendo su sufragio a precio de dinero, no extingue en él la voluntad general, y solamente la elude.

Capitulo ll

De los sufragios o votos

Se ve por el Cap. antecedente que el modo de tratarse los negocios generales puede dar un indicio bastante seguro del estado actual de las costumbres y de la sanidad del cuerpo político. Quinto más concierto reine en las Asambleas, es decir, quantum mayor sea la unanimidad en las decisiones, otro tanto domina la voluntad general; mas los largos debates, las disensiones y el tumulto anuncian el ascendiente de los intereses particulares y la decadencia del Estado.

 Esto parece menos evidente cuando dos o muchos órdenes entran en su constitución como en Roma los Patricios y los Plebeyos que continuamente turbaban los Comicios en los más bellos tiempos de la República; pero esta excepción es más aparente que real, porque entonces por un vicio inherente al cuerpo político, hay por decirlo así dos Estados en uno, y lo que no se verifica de los juntos, se verifica de cada uno separadamente. Y en efecto: en los tiempos más tempestuosos, las resoluciones del Pueblo cuando el Senado no se le juntaba, pasaban siempre tranquilamente, y en la más grande pluralidad de sufragios. Los Ciudadanos no teniendo más que un interés, el Pueblo tampoco tenía más que una voluntad.

 A la otra extremidad del cerco, hay unanimidad: entonces es cuando los Ciudadanos sumergidos en la servidumbre, ya no tienen libertad ni voluntad: entonces el temor y la lisonja mudan en aclamaciones los sufragios; no se delibera, se adora o se mal dice. Tal era el vil modo de opinar del Senado en tiempo de los Emperadores, haciéndose esto algunas veces con ridículas precauciones. Tácito observa que bajo de Othon, los Senadores colmando de execraciones á Vitelio, procuraban hacer al mismo tiempo un ruido formidable a fin de que si por casualidad llegaba a la razón el tirano, no pudiese saber lo que cada uno de ellos había dicho.

 De estas diversas consideraciones nacen las máximas sobre las que se debe reglar el modo de contar las voces y comparar los avisos, según que la voluntad general es más ó menos fácil de conocerse y el Estado más o menos declinante. No hay sino una sola ley que exija el consentimiento: sólo el pacto social le pide, porque la asociación civil es el acto más voluntario de todos: todo hombre nacido libre y árbitro de sí mismo, ninguno puede bajo pretexto alguno sujetarle sin su anuencia. Decidir que el hijo de un esclavo nace esclavo, es decidir que no nace hombre.

Capitulo III.

De las Elecciones

Por lo que toca a las Elecciones del Príncipe y de los Magistrados que son como ya he dicho unos actos complexos, hay dos medios para proceder a ellas; a saber, la elección y la suerte: el uno y el otro han sido empleados en diversas Repúblicas, y se ve todavía una mezcla muy complicada de los dos en la elección del Doga de Venecia.

 «El sufragio por suerte, dice Montésquieu, es propio de la Democracia.» ¿Convengo en ello, pero por qué? «La suerte, continua, es un modo de elegir que a nadie descontenta, y deja á cada Ciudadano una razonable esperanza de servir a la Patria.» Estas no son razones. Si se atiende a que la elección de jefes es una función de Gobierno y no de Soberanía, se verá el motivo por que el medio de la suerte es el más acomodado a la naturaleza de la Democracia donde la administración es otro tanto mejor cuanto menos multiplicados sean los actos.

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