Libro medicacion intravenosa.
Darlene OrtizDocumentos de Investigación23 de Agosto de 2016
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Darlene Ortiz Vidot[pic 1]
Núm Est.1310889777
Nurs____ Sec.____
Prof. Nilsa Robles
La asistencia al paciente con peritonitis primero que nada se centra en establecer el diagnóstico e identificar y tratar su causa, además de la propia peritonitis. Y un aspecto importante de la asistencia es la prevención de complicaciones.
Diagnóstico: Las pruebas diagnósticas se realizan para establecer el diagnóstico de peritonitis, descartar otros trastornos y ayudar a identificar la causa. Entre las pruebas disponibles esta el recuento de leucocitos (elevado aproximadamente a 20.000/mm3 en la peritonitis), hemocultivo, radiografía abdominal, estudios de función renal y hepática, electrólitos séricos y paracentesis (en la peritonitis, el líquido peritoneal presenta elevación de las proteínas y los leucocitos). El número de células sanguíneas inmaduras está aumentado, debido a que la médula ósea activa su liberación para responder a la infección.
Medicamentos: Debemos tener en cuenta que se tiene que identificar el organismo causante de la infección, Sin embargo en la peritonitis suele prescribirse un antibiótico de amplio espectro, eficaz contra múltiples microorganismos. Una vez obtenidos los resultados del cultivo, el tratamiento antibiótico se modifica para atacar específicamente al organismo/s responsable. Las cefalosporinas suelen prescribirse si se sospecha infección por bacterias entéricas gran-negativas. Otros antibióticos de posible uso son ampicilina, metronidazol, clindamicina o amikacina. También se prescriben analgésicos para promover el bienestar del paciente.
Cirugía: Si la causa de la peritonitis es perforación, intestino gangrenado o apéndice inflamado, se realiza una laparotomía para cerrar la perforación o extirpar el tejido dañado e inflamado. Si hay un absceso, ha de ser igualmente drenado o extraído por medios quirúrgicos. El lavado peritoneal, que se realiza en la cavidad peritoneal con abundante líquido isotónico a una temperatura tibia, puede llevarse a cabo durante la cirugía. Con esta técnica se diluyen las bacterias residuales y se eliminan los contaminantes macroscópicos, la sangre y los coágulos de fibrina. En casos poco frecuentes, el lavado peritoneal puede prolongarse durante varios días después de la cirugía. La solución es infundida en la porción superior de la cavidad peritoneal y eliminada a través de drenajes en el fondo de saco pélvico. Son necesarias una cuidadosa atención del estado de líquidos y electrólitos y una técnica estrictamente aséptica. Los pacientes sometidos a laparotomía por peritonitis a menudo salen de la cirugía con sistemas de Penrose, o de drenaje cerrado, como el drenaje de Jackson-Pratt. En algunos casos la incisión puede dejarse sin suturar. En la peritonitis grave de evolución prolongada, el abdomen puede cerrarse transitoriamente mediante una malla de polipropileno con una cremallera o Velcro de nailon que permita la exploración repetida del abdomen y el drenaje de los focos infecciosos.
Nutrición: La reposición de líquidos y electrólitos se realiza para mantener el volumen vascular y el equilibrio de líquidos y electrólitos. Hasta que vuelve a poderse restaurar la alimentación oral, se recurre a la nutrición parenteral.
Otros Tratamientos: El paciente se coloca en la cama en posición de Fowler para ayudar a localizar la infección y facilitar la ventilación pulmonar. A veces se indica la administración de oxígeno para favorecer el metabolismo celular y la cicatrización.
Descompresión intestinal: El proceso inflamatorio de la peritonitis con frecuencia da lugar al vertido de grandes volúmenes de líquido en la cavidad abdominal y el intestino. Además, la actividad peristáltica del intestino se hace más lenta, o se detiene, como consecuencia de la inflamación, lo que da lugar a un íleo paralítico (o íleo), consistente en el deterioro de la propulsión hacia delante del contenido intestinal. La descompresión intestinal se emplea para aliviar la distensión del abdomen, facilitar el cierre y reducir los problemas abdominales postoperatorios. Una sonda nasogástrica o una sonda intestinal larga se insertan y se conectan a un drenaje continuo. Si la descompresión intestinal prolongada se anticipa, puede realizarse una yeyunostomía que favorezca la comodidad del paciente. La succión se mantiene hasta que el peristaltismo se restablece, vuelven a generarse ruidos intestinales y el paciente expulsa gases. Los alimentos y líquidos se evitan hasta que la motilidad se recupera y se retira la succión.
ASISTENCIA DE ENFERMERÍA
La peritonitis es una enfermedad grave. Su conocimiento y tratamiento precoces son importantes para minimizar el riesgo de complicaciones.
Valoración:
Anamnesis: dolor, inicio, carácter, gravedad, duración, localización, factores agravantes y atenuantes, síntomas asociados, como anorexia, náuseas o vómitos; historia actual o previa de úlcera péptica, enfermedad de la vesícula biliar, enfermedades crónicas y medicamentos usados actualmente.
Exploración física: constantes vitales que incluyan temperatura; nivel de conciencia, color, temperatura, calentamiento, turgencia y llenado capilar de la piel; forma y perímetro abdominales, sensibilidad, sonido timpánico y defensa abdominal.
Diagnósticos e intervenciones de enfermería
Los pacientes con peritonitis requieren una asistencia médica y de enfermería intensiva, para evitar complicaciones y favorecer la plena recuperación. Entre las prioridades de la asistencia de enfermería están las intervenciones para tratar el dolor, la alteración del equilibrio líquido, la protección alterada ante la infección y la ansiedad.
Dolor agudo: La distensión abdominal y la inflamación aguda influyen en el dolor asociado a peritonitis. Además, la cirugía afecta a los músculos abdominales y a otros tejidos, causando también dolor. Un tratamiento eficaz del mismo favorece la activación de la función inmunitaria, la cicatrización, la movilidad y la recuperación del paciente.
- Valore el dolor, incluyendo localización, intensidad (escala de dolor estándar).
- Controlar la eficacia de los analgésicos.
- Notificar los cambios al proveedor de asistencia médica primaria.
Es bien importante de que si hay una ausencia de alivio del dolor o un cambio de localización, gravedad o tipo de dolor puede ser indicio de dispersión de la infección, formación de un absceso u otra complicación de la peritonitis.
- Coloque al paciente en posición de Fowler o semi-Fowler con las rodillas y las piernas elevadas. (Esta postura reduce la tensión sobre las estructuras abdominales y facilita la respiración).
- Administre analgésicos según se haya prescrito, en función de pautas de rutina o mediante analgesia controlada por el paciente (ACP). (La administración de rutina mantiene un nivel sanguíneo terapéutico y ayuda a que el paciente se encuentre mejor, facilitando además la cicatrización y el movimiento).
- Asistir e instruir al paciente sobre otras técnicas de tratamiento del dolor, tales como meditación, visualización, masaje y relajación progresiva. (Estas medidas complementarias incrementan la analgesia y ayudan a crear una sensación de control sobre el dolor).
En la peritonitis, cantidades significativas de líquidos pasan a la cavidad abdominal y el intestino, reduciéndose el volumen vascular y el gasto cardíaco. Este líquido también puede perderse por succión intestinal o a través de drenajes dispuestos en el abdomen durante la cirugía. Una incisión es también causa de pérdida de líquidos adicional.
Se debe Mantener un registro preciso de ingesta y eliminación de líquidos.
- El o la enfermera debe medir la eliminación de orina cada 1 o 2 horas y notificar las mediciones de menos de 30 mL/h.
- También debe medir la eliminación al menos cada 4 horas.
(Los registros de ingesta y eliminación ofrecen una valiosa información sobre el estado de volumen de líquidos.)
El profesional de enfermeria debe estar consciente de que una eliminación de orina de menos de 30 mL/h es indicio de hipovolemia, disminución del gasto cardíaco o deterioro de la permisión de los tejidos. Y es por esto que el Enfermeros/as debe de:
- Controlar constantemente los vitales y parámetros hemodinámicos, tales como presión venosa central, gasto cardíaco y presiones arteriales pulmonares cada hora o según lo haya indicado el médico. (Estas mediciones ofrecen importante información sobre líquidos y volúmenes vasculares, así como sobre el estado cardiovascular.)
- Pesar al paciente a diario. (El peso es un preciso indicador del estado de fluidos. Las ganancias o pérdidas rápidas de peso reflejan los cambios en el volumen de líquidos).
- Valorar la turgencia, el color y la temperatura de la piel y el estado de las membranas mucosas, al menos cada 8 horas. (Una piel caliente, seca y poco turgente y unas membranas brillantes son signo de deshidratación).
- Medir o valorar las pérdidas del líquido a través de drenajes abdominales y en los vendajes. (Pueden perderse cantidades significativas de líquido exudativo).
- Monitorear los valores de laboratorio, incluyendo hemoglobina y hematocrito, peso específico de la orina, osmolaridad y electrólitos séricos, y gasometría arterial y Notificar los cambios al médico. (Los resultados de laboratorio ofrecen información sobre el estado de líquidos y electrólitos y sobre el equilibro acidobásico.)
- Administrar líquidos y electrólitos según se haya indicado. (El drenaje gastrointestinal puede ser reemplazado mililitro a mililitro por una solución electrolítica equilibrada. (Los líquidos intravenosos son necesarios para satisfacer las necesidades de ingesta líquida diaria, al igual que la reposición de pérdidas de agua y electrólitos).
- Procurar que el paciente mantenga un adecuado cuidado de la piel y a higiene oral frecuente. (La pérdida de líquidos aumenta el riesgo de discontinuidad de la piel y de ulceración de las membranas mucosas.)
La cirugía repetida, una incisión no suturada y la presencia de drenajes son factores que condicionan la integridad de la piel y la primera línea de defensa del organismo contra las infecciones. Por otra parte, las defensas inmunitarias se ven atacadas por la infección y la potencial malnutrición. Como consecuencia de ello, el riesgo de mala cicatrización y de reinfección se ve incrementado. Para evitar eso se debe:
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