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Enviado por   •  4 de Diciembre de 2012  •  1.094 Palabras (5 Páginas)  •  306 Visitas

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¿Alguien nos pronosticó que 12 años pasarían tan rápido? Creo que sí, y muchas veces.

Aventura, eso fue el colegio, algo que no elegimos, que nos escogió a nosotros.

Cambió el patio de tierra, cambió el pasillo que fue escenario de tantas aventuras de la mano de la imaginación.

Reímos con los juegos de nuestros compañeros de clase, esas frases que sólo nosotros sabemos que valieron tanto. Aún están escondidos por ahí esos latidos que largamos, cuando se nos ocurrió mirar con dulzura en el alma de nuestro compañero de banco.

Observamos a esos grandes jóvenes pasar ¡Eran tan altos! Y ahora cuando nos ponemos el uniforme, cuesta convencernos que dejamos de ser chicos. Los pasillos nos oyeron correr, llorar o simplemente hablar.

Conocimos el orgullo del primer siete, supimos de la decepción cuando no lo conseguimos. Poquito a poquito nos fueron tallando los suspiros, erosionando los deslices del camino. Todo fue una sinfonía con espontáneas notas que armaron esta melodía llamada vida escolar.

Recuerdo como era este salón, tanto como recuerdo esa alma de niña en lo profundo de mi corazón. La profesora de historia me enseñó que la sala podía ser escenario de grandes batallas. En castellano las letras se transformaron en relatos animados por su gesticulación, algunos con más euforia, otros con más pasión.

Así como se alzan los cimientos de una construcción, se alzaron nuestras mentes día a día; con fuerza e ímpetu para venir a aprender matemáticas, biología, cariño, convivencia, respeto, alegría, crecimiento, entre tantas otras asignaturas que olvidamos poner en el horario pero que siempre estuvieron presentes. En ocasiones nos costó, tropezamos varias veces al año con el cansancio y el hastío. No obstante sacamos lecciones de las derrotas y nos confortamos en las victorias; lo más importante es que jamás nos quedamos detenidos.

Y ahora de pie aquí, frente a ustedes, debo confesar que pensé estas palabras tantas veces; pensé en un discurso irónico y satírico, cargado de superficialidad y decepción. Pero no fue así, ya que también al igual que ustedes, oí vibrar distinto mi corazón. Y no es casualidad, es responsabilidad de la emoción, la que logró traspasar las fronteras de esa represa mental llamada razón.

De algo estoy segura: el combustible de los sueños, fue el amor. El que sentimos de los que fueron nuestros amigos cuando correr era tan necesario como comer para nuestras cortas e inquietas extremidades. Mas tarde, el amor que vino de los amigos que estuvieron dispuestos a estar cuando en realidad preferían irse.

Ojalá hubiera una nueva página, donde todos volviésemos a entrar a la sala. Donde tuviéramos que sentirnos felices de escuchar el timbre para salir a recreo o la ya más distante y anciana campana de los recesos en básica.

No podemos negarlo, alguna vez condenamos esto al poco decoroso título de cárcel. Amigos; si así fuera, les aseguro que ni un reo ha sentido tanta nostalgia y pena de los días que duró su condena.

Ahora debemos partir, siempre supimos que iba a ser así. Esto no significa que hoy algo muera, de lo contrario, es toda esta multitud la que nos invita a descubrir un nuevo mundo. Los que nos rodean aquí trabajaron arduamente preparándonos para el gran camino. Es tiempo de elegir; sí, ahora sí lo que viene no es más un accidente,

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