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DannyHartmann22 de Septiembre de 2013
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El Manifiesto del Cubismo, lo incluyó Apollinaire en su obra: Méditations esthétiques. Les peintres cubistes (1913)
Guillaume Apollinaire
La pintura cubista
I
Las virtudes plásticas: la pureza, la unidad y la verdad tienen bajo si a la naturaleza domada.
Inútilmente se cubre el arco iris, las estaciones tiemblan, las muchedumbres corren hacia la muerte, la ciencia deshace y recompone lo que existe, los mundos se alejan para siempre de nuestra concepción, nuestras fugaces imágenes se repiten o resucitan su inconsciencia y los colores, los olores, los rumores que impresionan nuestros sentidos nos sorprenden, para desaparecer después en la naturaleza.
Este fenómeno de belleza no es eterno. Sabemos que nuestro espíritu no tuvo principio y que nunca cesara, pero, ante todo, nos formamos el concepto de la creación y del fin del mundo. Sin embargo, demasiados artistas-pintores siguen adorando las plantas, las piedra, la ola o los hombres.
Nos acostumbramos pronto a la esclavitud del misterio, que termina por crear dulces placeres.
Dejamos a los obreros gobernar el universo, y los jardineros tienen menos respecto por la naturaleza que los artistas.
Ya es hora de ser sus amos.
La buena voluntad no garantiza en absoluto la victoria.
De este lado de la eternidad danzan las mortales formas del amor y el nombre de la naturaleza resume su pésima disciplina.
La llama es el símbolo de la pintura y las tres virtudes clásicas flamean radiantes.
La llama tiene esa unidad mágica por la cual, si se la divide, cada llamita es semejante a la llama única.
Finalmente, tiene la verdad sublime de la luz que nadie puede negra.
Los artistas-pintores virtuosos de esta época occidental consideran su pureza en oposición a las fuerzas naturales.
Ella es el olvido después del estudio. Y para que un artista puro muriera no deberían haber existido todos los de los siglos pasados.
La pintura se purifica en occidente con aquella lógica ideal que los pintores antiguos transmitieron a los nuevos como si les diesen la vida.
Y esto es todo.
El hombre vive en el placer, otro en el dolor, algunos malbaratan la herencia, otros se hacen ricos, y otros, finalmente, no tienen mas que la vida.
Y esto es todo.
No se pueden llevar consigo a todas partes el cadáver de nuestro propio padre.
Se le abandona en compañía de los muertos. Se le recuerda, se le llora, se habla de el con admiración.
Y, si nos toca llegar a ser padres, no debemos esperar que uno de nuestros hijos vaya a desdoblarse por la vida de nuestro cadáver.
Pero en vano nuestros pies se levantan del suelo que guarda los muertos.
Estimar la pureza es bautizar el instinto, humanizar el arte y divinizar la personalidad.
La raíz, si el tallo, la flor de lis muestran la progresión de la pureza hasta su floración simbólica.
Todos los cuerpos son iguales ante la luz y sus modificaciones surgen de este poder luminoso que construye a su voluntad.
Nosotros no conocemos todos los colores y cada hombre los inventa nuevos.
Pero el pintor debe, ante todo, representarse su divinidad, y los cuadros que ofrece a la admiración de los hombres le concederán la gloria de ejercer momentáneamente su propia divinidad.
Para eso es necesario abarcar con una mirada el pasado, el presente y el futuro.
El lienzo debe presentar esta unidad esencial que por si sola provoca el éxtasis.
Entonces nada fugitivo nos arrastrara al azar.
No volveremos atrás bruscamente.
Libres espectadores, no abandonaremos nuestra vida por nuestra curiosidad.
Los contrabandistas de las formas no defraudaran nuestras estatuas de sal ante la aduana de la razón.
No vagaremos por el provenir desconocido, que, separado de la eternidad, no es mas que una palabra destinada a tentar al hombre.
No nos extenuaremos por aferrar el presente demasiado fugaz. Este no puede significar para el artista mas que la mascara de la muerte: la moda.
El cuadro existirá ineluctablemente.
La visión será entera, completa y su infinito, en lugar de señalar una imperfección, solo hará remontarse la relación de una nueva criatura con un nuevo creador, y nada mas.
Sin lo cual no habrá unidad, y las relaciones entre los distintos puntos del lienzo con diferentes temperamentos, con diferentes objetos, con diferentes luces, no mostraran mas que una multiplicidad de desemejanzas sin armonía.
Porque si puede haber un numero infinito de criaturas que testimonia cada una por su propio creador, sin que ninguna ocupe el espacio de las que coexisten, es imposible concebirlas simultáneamente y su muerte proviene de su superposición, de su mezcolanza, de su amor.
Cada divinidad crea su propia imagen: así también los pintores.
Solo los fotógrafos fabrican la reproducción de la naturaleza.
La pureza y la unidad nada cuentan sin la verdad que no se puede comparar con la realidad, ya que siempre es la misma, al margen de todas las fuerzas naturales que se esfuerzan por mantenernos en el orden fatal en el que no somos mas que animales.
Ante todo, los artistas son hombres que quieren hacerse inhumanos.
Buscan penosamente las huellas de la inhumanidad, huellas que no se encuentran en ningún lugar en la naturaleza.
Pero nunca se descubrirá la realidad de una vez para siempre. La verdad será siempre nueva. Si no, no seria mas que un sistema mas mísero que la naturaleza.
En este caso, la deplorable verdad, cada día mas lejana, menos clara, menos real, reduciría la pintura al estado de escritura plástica, destinada solamente a facilitar las relaciones entre gentes de la misma raza.
Hoy encontraremos pronto la maquina para reproducir tales signos, sin significado.
II
Muchos pintores nuevos no pintan mas que cuadros en los que no hay un autentico tema.
Los títulos que hay en los catálogos desempeñan la función de los nombres que designan a los hombres sin caracterizarlos.
Así como existen Legros que son delgadísimos, y Leblonds que son muy morenos, he visto lienzos llamados Soledad llenos de figuras.
En estos casos aun se admite, a veces, usar palabras vagamente significativas como "Retrato" "Paisaje" "Naturaleza Muerta", pero muchos jovenes artistas-pintores no emplean mas que el vocablo genérico de "Pintura".
Estos pintores, si observan la naturaleza, ya no la imitan y se dedican cuidadosamente a la representación de las escenas naturales observadas y reconstruidas mediante el estudio.
La verosimilitud no tiene ya ningún valor, porque el artista lo sacrifica todo a la verdad, a la necesidad de una naturaleza superior que el imagina sin descubrirla.
El tema ya no cuenta, o apenas cuenta. En general, el arte moderno rechaza la mayor parte de los medios empleados por los grandes artistas pasados para agradar.
Si el fin de la pintura es siempre, como lo fue en un tiempo, el placer de la vista, ahora se pide al amante del arte que encuentre un placer diverso del que le puede procurar, igualmente bien, el espectáculo de las cosas naturales.
Nos encaminamos así hacia un arte completamente nuevo que será para la pintura, tal como fue considerada hasta ahora, lo que la música es para la literatura.
Será pintura pura, como la música es literatura pura.
El aficionado a la música experimenta, al escuchar un concierto, una alegría distinta de cuando escucha los ruidos naturales, como el murmullo de un arroyuelo, el mugido de un torrente, el silbido del viento en el bosque o las armonías del lenguaje humano fundadas en la razón y no en la estética.
Del mismo modo, los pintores nuevos procuraran a sus admiradores sensaciones artísticas debidas únicamente a la armonía de las luces contrastantes.
Es conocida la anécdota de Apeles y Protógenes que nos relata Plinio.
Muestra claramente el placer estético que resulta solo de esta construcción contrastante de la que he hablado.
Apeles llega un día a la isla de Rodas para ver los trabajos de Protogenes, que vivía allí. Este no estaba en su taller cuando Apeles llego.
Una vieja cuidaba una tela lista para ser pintada. Apeles, en lugar de escribir su nombre, trazo sobre la tela una línea tan delicada como jamás podía verse algo mas logrado.
A su regreso, Protógenes la vio y reconoció la mano de Apeles y trazo sobre ella otra línea de distinto color y mas fina, de modo que parecían tres.
Apeles regreso al día siguiente sin hallar al que buscaba, y la finura de la línea que trazo hizo desesperar a Protógenes.
Aquella pintura provoco por mucho tiempo la admiración de los entendidos, que la admiraban con tanto placer como si, en lugar de mostrar unos trazos casi invisibles, representase dioses y diosas.
Los jóvenes artistas-pintores de las escuelas de vanguardia tienen como objetivo secreto hacer pintura pura.
Es un arte plástico completamente nuevo.
Apenas esta en su comienzos y todavía no es tan abstracto como querría ser.
La mayor parte de los nuevos pintores hacen matemáticas sin conocerlas, pero aun no han abandonado la naturaleza que interrogan pacientemente para que les enseñe el camino de la vida. Picasso estudia un objeto como un cirujano diseca un cadáver.
Este arte puro, aun si logra liberarse completamente de la antigua pintura, no provocara necesariamente su desaparición, como el desarrollo de la música no ha provocado la desaparición de los distintos géneros
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