Los Frutos De Espiritu En El Ujier
BlarisTorres17 de Abril de 2013
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Todos los ministerios, y el de Ujieres no es una excepción, deben reflejar y hacer gala del fruto del espíritu. Sin duda, la bondad es uno de los que debe estar presente en los siervos de Dios para la iglesia del Señor.
Cualquier acto de servicio cristiano que ayude a dirigir a las personas a una comunión con Jesucristo, es un MINISTERIO. Leamos Jn 17:1-26. El Señor Jesús estableció cinco propósitos para su Iglesia. Identifícalos en el texto que hemos leído: v4 ADORACIÓN, v6 EVANGELISMO, v8 DISCIPULADO, v12 COMUNIÓN, v18 SERVICIO. Ahora, veamos como la iglesia primitiva cumplió con esos cinco propósitos. Leamos Hch 2:41-46 ” 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.43Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
EVANGELISMO – El ministerio más prominente de la iglesia es la predicación de la Palabra. A esto, hemos sido llamados todos los cristianos. Aunque Pablo se refirió a ella como “la locura de la predicación”, también les escribió a los romanos: “¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo creerán en aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”(Rm 10:14).
DISCIPULADO – Después de la predicación del evangelio, el ministerio de la enseñanza es muy necesario en la iglesia. Martín Lutero dijo que la enseñanza era el más alto llamado de la humanidad. La enseñanza se menciona muchas veces en el Nuevo Testamento y se incluye entre los dones espirituales. El pastor que predica sin enseñar, o la iglesia que evangeliza sin instruir y discipular, no sólo está opacando la cruz de Cristo, sino dejando de proporcionar al Espíritu Santo la oportunidad para una de sus funciones principales: “El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14:26). “El os guiará a toda la verdad” (Jn 16:13). En una de sus cartas a Timoteo, Pablo dijo: “El siervo del Señor… debe ser … amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen” (2Ti 2:24,25).
ADORACIÓN – El tercer gran ministerio en la iglesia es la alabanza y la adoración. Según el apóstol Pablo, la alabanza está al menos al mismo nivel que la enseñanza en el ministerio de la iglesia: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros…con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col 3:16). La importancia del Espíritu Santo en el ministerio de la música, fue además subrayada por Pablo, en su correspondencia con los Corintios: “Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Co 14:15).
SERVICIO – El cuarto gran ministerio de la iglesia es el del servicio, dentro del cuál se enmarca el ministerio de los ujieres. Pablo, que creía en el poder de la predicación, la importancia de la enseñanza y el ministerio de la música, también escribió: “Hágase todo decentemente y con orden” (1 Co 14:40). La importancia del ministerio de los ujieres hizo que un pastor dijera: “Si tuviera que elegir entre perder a los ujieres o al coro, preferiría perder al coro”. Es probable que eso fuera una exageración, empleada para recalcar la importancia del ministerio de los ujieres en la iglesia. Pero es un hecho que se necesitará un coro extraordinario, para superar el pobre trabajo de ujieres ineficientes. En realidad, es probablemente cierto que esos cuatro ministerios, se relacionan entre sí, sobre bases desiguales en cualquier iglesia local. Aunque no son de igual importancia, la predicación, la enseñanza, la alabanza y el ministerio de los ujieres, están también tan estrechamente ligados unos a otros que ninguno trata de sobresalir sobre los demás en ninguna iglesia. Los predicadores, los maestros, los músicos y los ujieres se necesitan mutuamente.
Ujieres en el Antiguo Testamento
Los ujieres en el tabernáculo del Antiguo Testamento, y después en el templo, eran llamados porteros. 2 Cr 8:12-14 ” 12Entonces ofreció Salomón holocaustos a Jehová sobre el altar de Jehová que él había edificado delante del pórtico, 13para que ofreciesen cada cosa en su día, conforme al mandamiento de Moisés, en los días de reposo,* en las nuevas lunas, y en las fiestas solemnes tres veces en el año, esto es, en la fiesta de los panes sin levadura, en la fiesta de las semanas y en la fiesta de los tabernáculos. 14Y constituyó los turnos de los sacerdotes en sus oficios, conforme a lo ordenado por David su padre, y los levitas en sus cargos, para que alabasen y ministrasen delante de los sacerdotes, cada cosa en su día; asimismo los porteros por su orden a cada puerta; porque así lo había mandado David, varón de Dios”.
El salmista, que escribió al músico principal en el templo, entendió la importancia de los ujieres cuando dijo: “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!… Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán… escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad” (Sal 84:1,4,10). Una de las funciones de los porteros en el Antiguo Testamento era recibir las ofrendas: “Ve al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero que han traído a la casa de Jehová, que han recogido del pueblo los guardianes de la puerta (2 R 22:4). Jeremías se refiere a uno de esos porteros como un “varón de Dios”. El dijo: “Y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán…varón de Dios… guarda de la puerta” (Jer 35:4). El cronista del Antiguo Testamento escribió de Salum y de sus hermanos que “tuvieron a su cargo la obra del ministerio, guardando las puertas del tabernáculo…guardaron la entrada” (1 Cr 9:19).
Los ujieres no eran escogidos al azar, sino que debían pertenecer a la tribu de los sacerdotes, la tribu de Leví. (1 Cr 34:13b – “y de los levitas había escribas, gobernadores y porteros”). (Esdras 7:24 – “Y a vosotros os hacemos saber que a todos los sacerdotes y levitas, cantores, porteros, sirvientes del templo y ministros de la casa de Dios, ninguno podrá imponerles tributo, contribución ni renta”). Guardaban la entrada del tabernáculo, guardaban la entrada del campamento de Jehová, tenían a su cargo las cámaras y los tesoros de la casa de Dios, algunos de éstos tenían a su cargo los utensilios para el ministerio y vivían alrededor de la casa de Dios, porque tenían el cargo de guardarla, y de abrirla todas las mañanas. Eran mayordomos en la casa de Jehová y trabajaban en la casa de Jehová, para reparar y restaurar el templo. Lee 1 Cr 9:17-34 y 2 Cr 34:10-13.
El predicador en Eclesiastés escribió del día “cuando temblarán los guardas de la casa” (Ecl 12:3). Y en la versión de Ezequiel de un futuro templo, él vio espacio reservado para los sacerdotes, los músicos y dos lugares para los ujieres: “Que hacen la guardia del templo” , y “que hacen la guardia del altar” (Ez 40:45,46).
Ujieres en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, a los ujieres del templo se les dio autoridad poco usual, evidentemente como guardias uniformados. En Hechos de los Apóstoles se menciona varias veces al “capitán del templo” y a “los oficiales” en conexión con arrestos y la dirección de multitudes. Eran esos porteros o ujieres los que cumplían las órdenes del sumo sacerdote en las persecuciones, en el templo, contra los apóstoles, inmediatamente después de Pentecostés, y treinta años más tarde en el arresto y el maltrato de Pablo.
Jesús usó a sus discípulos para las funciones de ujieres en muchas ocasiones. Ellos prepararon el camino para su venida, llevaron a las personas a El, y en general, dirigieron a los que habían ido para oírlo hablar, o para ser tocados por su mano sanadora. En una ocasión, Jesús hizo una aguda advertencia los discípulos, los que como ujieres habían tratado de mantener alejados a los niños del Maestro: “…dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos”. En otra ocasión, la del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús dirigió a los discípulos en la organización de una multitud de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, para sentarlos en grupos de cincuenta. Luego, con Cristo supliendo los inagotables panes y peces, los discípulos sirvieron a la multitud hambrienta. Y después, para recoger en cestas, los pedazos que habían sobrado.
Estaba entre las funciones de la primera iglesia el servir como ujieres: “Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones… a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud” (Hch 6:2-5). Se detalla con claridad el carácter de esos primeros diáconos:
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