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Los Medios Y La Cultura


Enviado por   •  26 de Julio de 2013  •  1.974 Palabras (8 Páginas)  •  262 Visitas

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Los medios y al cultura, están formados por medios de masa y locales que conforman la infraestructura de distribución de información del país, como la extensión de los sentidos, de los miembros del cuerpo y de los procesos humanos se puede afirmar que, estos, desde comienzos de la humanidad han sido definitivos en el desarrollo, conservación, expansión y destrucción de la cultura. Los medios están compuestos de diferentes tipos de elementos: televisión, radio, periódicos, revistas, cine, e Internet.

Los medios inciden más que nunca en la educación de las nuevas generaciones, moldean gustos y tendencias en públicos de todas las edades, construyen la agenda de los temas sobre los que discutimos a diario, y hasta han cambiado las formas de gobernar y hacer política. Lo que antaño pudo ser una verdad parcial hoy tiene el tono de una verdad lisa y llana: los medios masivos de comunicación se han vuelto más gravitantes en nuestra formación cultural, en la manera de relacionarnos con el mundo y con nuestros semejantes, en los trajines cotidianos del trabajo y la creación, y hasta en la intimidad de la vida hogareña.

Hoy nos resulta inconcebible un mundo sin televisión, Internet, TV cable, radio, prensa y cine, mientras que un siglo atrás, excepción hecha del público devoto de periódicos y libros, nuestros ancestros podían vivir con mayor prescindencia de los medios masivos. La prensa, gozaba de un público creciente, pero era concebible que las grandes mayorías vivieran al margen de su influencia. La comunicación masiva pesaba menos en tanto reinaba la comunicación interpersonal con sus conversas familiares, el mercado del barrio, los juegos de salón, entre otros.

No es pensar sobre si aquel estilo de vida era mejor o peor, lo que importa hoy es el peso de los medios masivos, procurar una evaluación de esa influencia y preguntarnos si esa influencia beneficia o perjudica a la cultura. Se afirma en general que beneficia, al menos en lo que respecta al creciente acceso a los bienes culturales en esta era de horizontes perceptivos enriquecidos y ampliados gracias a los medios electrónicos, al CD-Rom, Internet, la realidad virtual en suma que enriquece la cultura de los receptores, surgen reproches de variada índole.

Entre ellos, tal vez el más señalado es el que apunta a la concentración de los medios de comunicación en poderes que operan a escala universal trasmitiendo valores homogéneos y pautas de conducta que traspasan fronteras, alimentan un público trasnacional cada vez más uniforme y, según se previene, amenazan con borrar las identidades culturales a través de mensajes en general mediocres. Al mismo tiempo, se ahonda la brecha digital, y por ende, la brecha cultural, como parte del proceso de ampliación de las asimetrías comunicacionales que distancian cada vez más a los países ricos de los pobres.

Las nuevas generaciones siguen siendo el flanco débil y por tanto el objeto de las mayores preocupaciones. La ilusión de los medios electrónicos, con su facilidad de adopción, la magia de la pequeña pantalla de la computadora o del televisor, generan un distanciamiento de otras experiencias comunicacionales que exigen diversas formas de atención y una capacidad de reflexión que puede relegarse en aéreas de la inmediatez que ofrecen los nuevos medios.

Es indudable que la educación formal tiene en esos medios a un poderoso auxiliar repleto de promesas. Pero junto con esas posibilidades, los nuevos instrumentos apartan a los jóvenes de otros procedimientos formativos, la serenidad de la lectura por ejemplo, al tiempo que producen una riesgosa simplificación del lenguaje, y una tendencia a confundir información con conocimiento.

Ahora bien, los medios permiten, en particular a la TV y los juegos electrónicos por su constante exhibición de conductas agresivas, una exhibición que más allá de la interminable polémica sobre su incidencia en los públicos juveniles, es por lo menos un factor a considerar cuando se analiza el fenómeno de la violencia en las sociedades contemporáneas.

Sin embargo, a pesar de tantas amenazas, a pesar de la denunciada estandarización cultural y de los fuertes desequilibrios, hay razones para debilitar el desaliento y desconfiar de las predicciones apocalípticas, como lo muestra Martín Hopenhayn en Orden mediático y orden cultural: una ecuación en busca de resolución, Si bien las asimetrías comunicacionales son enormes, Hopenhayn proporciona algunos datos positivos. Así, señala que la concentración de la propiedad sobre los grandes medios no implica fatalmente una total uniformidad en sus contenidos culturales por cuanto las mega-corporaciones, para competir, están obligadas a localizar y adecuar cada vez más los contenidos y los emisores a efectos de captar diversos segmentos de públicos.

Del mismo modo, habla de la segmentación de los emisores, de “actores que antes estaban confinados al silencio y la auto referencia” y que ahora pueden ser productores de opinión gracias a la mayor disponibilidad de bienes comunicacionales “de ida y vuelta”. Y hasta los grupos periféricos con mensajes culturales “de resistencia” pueden ocupar intersticios en la red comunicacional y asumir protagonismos como suele ocurrir, lo que permite abrigar expectativas en torno a una mayor democratización del ciberespacio.

Los medios de comunicación, según Mc Luhan, partieron la historia de la humanidad en tres grandes periodos: El oral, el de la escritura e imprenta, y el de la electrónica. Según él, "cada periodo se caracteriza por su propio juego de los sentidos y consiguientemente por sus diferentes formas de pensar y de comunicarse".

En el periodo oral, la preservación de las ideas, usos y costumbres dependían de la memoria viviente de las personas y de la continuidad de sus herederos; por esta razón, la gente dedicaba gran parte de su tiempo a memorizar y recitar en poesía rítmica o narrativa. Las leyes y tradiciones de la cultura

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