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Los excesos


Enviado por   •  23 de Diciembre de 2015  •  Ensayos  •  1.018 Palabras (5 Páginas)  •  157 Visitas

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Pásese el tejo.

Cuando Edipo libera a Tebas de la maldición de la efigie sellaba asimismo su destino trágico al convertirse luego en Rey de la ciudad. En ese cuadro primero no podemos observar o advertir los eventos que se ciernen sobre Edipo y su familia. El desenlace es de por si demasiado comentado para extendernos mucho acá; vale consignar que el otrora rey termina sacándose los ojos al conocer la horrorosa verdad: el ha dado muerte a su padre real y se ha casado con su madre, teniendo hijos con ella.  Lo que condenó el destino de Edipo fue el exceso, los griegos lo llamaban Hybris. Eso es lo que nos condena, nos dicen los griegos, lo que nos excede nos amarra a un destino trágico. Desde esa época que el exceso tiene mala fama, porque es símbolo de caos y desorden, asuntos poco prácticos para la republica. El orden se mueve por la vereda contraria y le teme al comportamiento desbocado del excesivo, del diletante y del ebrio. Sin embargo, la paradoja es profunda, pues pareciera decírsenos que la creación tiene como parámetros a los excesivos; a Aquiles que se pitea  todo lo que se mueve, a Ulises que se pierde por 20 años, a Gonzalo Rojas que lamenta no poder poseerlas a todas, a Neruda porque no pudo poseerlas a todas, a Nicanor porque casi las tuvo a todas. Nuestra primera paradoja, entonces: no seas excesivo si quieres guardar la ley, pero si guardas mucho la ley nadie escribirá de ti una mísera página. Bolaño bromeaba, al respecto, diciendo que no vale la pena escribir biografías a menos que el retratado tuviera un pene de 30 centímetros en erección. Obviamente no voy a escribir nunca una autobiografía.

En ese excelente programa nacido de las entrañas de la ciudad, llamado “Poetas al cierre” hay una intervención excesiva, de uno de los más excesivos; Raúl Zurita dixit: creo que si llegaran los marcianos, e interrogaran al 90 % de la poesía chilena, si lo único de donde obtuvieran información de Chile fueran los libros de poesía, llegarían a la conclusión de que en Chile nunca pasó nada. Se pueden leer la obra entera de Teillier, entera, entera, un marciano lee entera la obra de Teillier,  y según la obra de Teillier, en Chile nunca paso nada. Vivimos todos en provincia, súper bien, tranquilitos, con nostalgia, con recuerdos, aquí no hubo golpe de estado, no hubo milicos, no hubo homicidio, no hubo masacre, no hubo nada. Lees el 90 % de la obra de Lihn y es exactamente igual, lees el 90 % de la obra de Gonzalo rojas, lo mismo. ¿Pasó algo en Chile?... nada.

La opinión de Zurita es la de un megalómano, excelente poeta, importante, lúcido, pero de un ególatra excesivo. Se mete el noventa de la poesía chilena en el bolsillo, por no decir por la raja. ¿Es molesta? sí, ¿es necesaria? Si, también. El mismo poeta opinaba en una antigua entrevista para un suplemento de “El mercurio” (nótese) que el artista no podía ser demócrata cristiano, porque no se puede estar en medio. Para ser artista se debe estar posicionado, o blanco o negro, pero no gris. El exceso es para él un requisito sine qua non para el que se dedique al arte. Puedo estar o no de acuerdo con Zurita, puede apestarme Zurita, pero no puedo decir que sea un personaje que pase inadvertido y menos su obra.

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