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Los gatos de la décimo quinta


Enviado por   •  18 de Octubre de 2015  •  Trabajos  •  727 Palabras (3 Páginas)  •  107 Visitas

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Los gatos de la décimo quinta

Los gatos de la décimo quinta tenían mucha hambre con la boca alargada y la nariz chata de los golpes dados en la plazuela, los ojos de águila y los dientes afilados, iban los gatos de de la décimo quinta; iban en grupos, maullando a la luz del día de tanta hambre que tenían.

También tenían hambre los perros, los cerdos,las mujeres y los niños de la décimo quinta porque en la granja se había agotado el grano, los frijoles y ni siquiera restos habían, de dónde….

Sí, había hambre, mucha hambre en la décimo quinta. No había más grano, no había carne, p´os los cerods ni carne tenían de lo flaco que estaban porque no tenían que comer.

En las casuchas del pueblo si apenas tenían agua para hidratarse, las mujeres buscaban y buscaban que sembrar. No habían ruidos del silencio que la gente hacia de tanto pensar…, pensar, lo que se comería por las mañanas, por las tardes, qué hacer…

Ahora, ni tortillas, ni huesos, ni sobras, sólo lodo. De gracias que les alcanzaba p´a un lugar en donde dormir.

-Qué ha pasado compadre, será por la lluvia, será una plaga, ya ni las gallinas ponen huevos.

-¡No! Eso es mucho peor los huevos serían un mal presagio. Si las gallinas no ponen huevos, p´os ni los gallos cantan. –Entonces, no es por la lluvia, no es por las plagas, es por la flojera de nuestros hombres.

-Lo malo es que se acerca el día de gloria y de dónde agarraremos huevos.

-¡Huevos! Ese no es problema, emprenderemos una excusrsión hacia los pueblos más cercanos en donde juntaremos muchas gallinas, las empollaremos, darán tantos huevos que hasta pasteles hemos de comer.

-dijo Pepe toro. –Entonces no se diga más comencemos a buscar.

Antes de partir, los gatos maullaron, los gallos cantaron, las gallinas cacaraquearon, quizá ya vislumbraban el pan.

-¿Pan? Alguien dijo pan.-mencionaron pepito y Agapito Buendía.

Famosos los chamacos por ser los herederos de Pepe Toro, quienes sólo se dedicaban a asustar a las gallinas y acorretear a los cerdos hasta sacarlos de sus charcos y perderlos por el monte. Traviesos, alebrestados, pero precisos a la hora de hacer sus travesuras.

-Llegó la hora. –Dijo Pepe el toro.

-A ver muchachos cuál es el pueblo más cercano, pero dónde están las pocas gallinas que teníamos, y los cerdos… increíble hasta los gatos se han perdido.

Mientras se preparaban unos hombres, otros buscaban a los animales de la granja. Revisaron establos, no había mazorcas, no habían granos, no habían niños.

-Entonces…¿qué nos queda?- preguntó alarmando Pepe toro.

-¡Pues vé tú a saber…! Bueno, sólo queda el establo.

Como que  no lo creo…qué haremos ahora p´ior.

-¿ Y los niños?, esos también se han pérdido.

-¡Chamacos! Tenían que ser, no podremos partir hasta que aparezcan.

-Tampoco podemos quedarnos sin hacer nada, empecemos por los montes, a ver que encontramos. Unos busquen por allá y nosotros comenzaremos por los aledaños de la tía Chencha.

Al pasar por la casa de la tía Chencha…. ¡Sorpresa!

-Allá están compadre, ¿qué están haciendo?

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