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Lucha, a la vista y oculta


Enviado por   •  28 de Marzo de 2016  •  Ensayos  •  2.145 Palabras (9 Páginas)  •  206 Visitas

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Ensayo final

Lucha, a la vista y oculta

        Para el presente ensayo he decidido trabajar con la obra de Mayra Montero Tú, la oscuridad en relación a los planteos propuestos por Elsa Drucaroff en Orden de Clases/ Orden de Géneros: En la Palabra muerde el Perro.

        Dentro de esta postura, se limitará el análisis al lo inherente al Orden de Géneros. Según Ducaroff  “Orden de Géneros Sexuales es el conjunto de discursos por medio de los cuales tiene lugar, por lo menos en principio, la lucha de géneros femenino y masculino, por medio de los cuales se la ocluye, se la exhibe, se ejerce el poder de un género sobre otro, se resiste ese poder frontal o subrepticiamente, etc.

        Si partimos de la idea de que en cada obra literaria se manifiesta algún discurso, y de que en general, esa manifestación responde a las ideas hegemónicas de una determinada sociedad, esta idea se desplaza hacia la forma en que se caracteriza a los personajes. Observando lo que éstos enuncian, cómo lo hacen, qué callan y cómo se mueven dentro de las relaciones interpersonales nos permiten reconocer de qué manera se ejerce alguna forma de poder, sobre quiénes y en qué condiciones.

        El hecho de haya “Órdenes” implica que se plantea una diferencia estratificada entre unos y otros. Con respecto a este eje la idea que imponen los discursos dominantes es que la mujer, históricamente, ocupa un lugar subordinado a la figura masculina. Esta idea hegemónica se manifiesta en la mayor parte de los personajes femeninos que presenta Mayra Montero en su obra. En esta obra las mujeres, sobre todo las isleñas, se encuentran relegadas a las funciones hogareñas, quedando a merced de los caprichos de los hombres. Se las muestra como seres sumisos que se dedican a atender las necesidades del resto de su familia. Aparentemente las mujeres solo tienen voz dentro de la casa y solo en determinadas situaciones.

        Frou-Frou le recordó que estábamos comiendo y que las cochinadas se hablaban en la calle, entonces volvió a ofrecerse para lavar mi ropa, me acordé en ese momento de la mochila que ella me preparó la noche en que mi padre me mandó a buscar a la mujer del Casetaches. Cuando volví del monte, también lavó mi ropa; limpió mis zapatos, manchados de sangre; cosió mi camisa, la lavó primero y la cosió después, traía pegado ese sudor amargo que es el sudor del miedo. Miré a Frou-Frou y por primera vez la vi como lo que había sido: una buena mujer.” (M. Montero. Tú, la oscuridad. Pág. 140)

        Esta es la forma en la que se caracteriza a las mujeres. Sin embargo, si se presta atención los personajes femeninos van buscando el camino hacia la confrontación de ese orden establecido. Este camino hacia el cambio se expresa no solo en la comunidad haitiana, sino que se extiende a nivel global. Mientras que los hombres quedan circunscriptos a un determinado comportamiento, que en líneas generales se parece mucho sean o no haitianos, el comportamiento de las mujeres se va diversificando y extendiendo de manera global.

        La mirada de los personajes masculinos sobre lo que son las mujeres es homogénea. La mujer es un ser incomprensible, que genera desconfianza y temor en los hombres. La autora lo expresa a través de las siguientes afirmaciones: “en Port-au-Prince les tenían más miedo a las hembras que a los varones” (Ibidem. Pág. 204), o “Los viejos piensan que las mujeres mienten” (Ibidem. Pág. 171). Incluso los personajes no haitianos como el alemán que va en busca de su mujer o el mismo Víctor quién se encuentra muy lejos de comprender o conocer a su mujer, demuestran este punto.

        Entonces lo que parece una postura machista en la que el hombre ostenta el poder, termina siendo desde otra perspectiva de análisis un grito sobre la necesidad de las mujeres de liberarse de las ataduras que los discursos hegemónicos les impusieron.

        Mayra montero propone un recorrido subrepticio en el cual cada uno de los personajes femeninos que aparece agrega algo a favor de la voz del género femenino. A favor en el sentido de revelarse ante algo establecido, a demostrar que no son las mujeres simples accesorios de los hombres, aunque esta forma de revelarse no sea, en todos los casos, representaciones basadas en aspectos positivos. No siempre es notorio pero en cada ocasión se agrega una característica diferente. Ni más ni menos importantes,  sino diferentes a la idea que plantea la postura que propone al hombre como representante del género dominante.

        Las “prisioneras” no son solo las mujeres haitianas. La mujer del alemán que aparece en el relato se escapa de su marido y vaga varios días por las montañas. No se limita al mundo subdesarrollado el lugar subordinado de la mujer. En esta obra lo que ocurre es que, posiblemente, en el “mundo desarrollado” se adornen más las condiciones de desigualdad, es decir, se disfracen para ofrecer una imagen distorsionada de lo que realmente ocurre en la dinámica privada de la relación de géneros. Cuando la mujer alemana es “recuperada” sufre un trato deshumanizado no por parte de los isleños, sino a manos de su propio marido.

“(…) La mujer aún tenía las manos atadas (…). Subí al auto sin decir palabra, nadie me saludó tampoco, y enseguida volví a escuchar los gritos, gritaban ambos pero también se oía el sonido de unos golpes (…). El marido abrió la puerta por mi lado, me moví rápido de asiento y él metió, como mete un bulto a su mujer; (…) el alemán miró su reloj y luego se volvió a mirar el bulto desinflado que era su mujer”. (Ibidem. Pág. 57)

        La lucha a la que se someten estas mujeres no está limitada por una cuestión geográfica o de clase social. Es netamente una cuestión de género y esta lucha se da, de diferentes maneras y en diferentes contextos, pero se da de forma constante.

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