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Manual de sociologia.


Enviado por   •  31 de Agosto de 2016  •  Apuntes  •  13.897 Palabras (56 Páginas)  •  348 Visitas

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2. Cultura, sociedad e individuo Conceptos básicos - Cultura - Sociedad - Valores - Socialización - El inconsciente - Autoconciencia - Identidad Entre los conceptos más utilizados en sociología figuran los de CULTURA Y SOCIEDAD, que analizaremos en este capítulo. Cuando utilizamos el término "cultura" en la conversación diaria, generalmente lo consideramos equivalente a "los aspectos más elevados de la mente", como el arte, la literatura, la música y la pintura. Tal como lo emplean los sociólogos incluye tales actividades, pero también otras. La cultura tiene que ver con las formas de vida de los miembros de una sociedad o de sus grupos. Incluye el modo de vestir, las costumbres matrimoniales y la vida familiar, las pautas laborales, las ceremonias religiosas y los pasatiempos. "Cultura" se distingue conceptualmente de "sociedad", pero existe una estrecha relación entre ambos conceptos. Una sociedad es un sistema de inp.44 22 terrelaciones que vincula a los individuos. En este sentido, Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos, por ejemplo, son sociedades compuestas por millones de personas pero, como veremos en el siguiente capítulo, otras sociedades son mucho más pequeñas. Ninguna cultura podría existir sin sociedad pero, del mismo modo, no puede haber una sociedad carente de cultura. Sin cultura no seríamos en absoluto "humanos", en el sentido en que normalmente entendemos este término. No tendríamos una lengua en la que expresarnos ni conciencia de nosotros mismos y nuestra habilidad para pensar y razonar se vería considerablemente limitada. ¿,Hasta qué punto se diferencia el ser humano de los animales por este tipo de características? ¿De dónde proceden nuestros rasgos puramente "humanos"? ¿Cuál es la naturaleza del ser humano? Estas preguntas son cruciales para la sociología porque sientan las bases de todo su objeto de estudio. Para contestarlas, analizaremos lo que compartimos como seres humanos y también lo que nos diferencia. La especie humana Charles Darwin, pastor de la Iglesia de Inglaterra, publicó su obra El origen de las especies en 1859, después de dos viajes alrededor del mundo a bordo del buque de la armada británica Beagle. Partiendo de minuciosas observaciones de las distintas especies animales, Darwin elaboró una visión del desarrollo de los seres humanos y de los animales muy distinta de las mantenidas hasta entonces. Después de él quedó eliminada la posibilidad de que, como había sido frecuente en el pasado, se creyera en la existencia de seres mitad bestias y mitad humanos. Darwin aspiraba a encontrar una continuidad de desarrollo entre los animales y los seres humanos. Según él, nuestras características humanas emergieron de un proceso de cambio biológico que se remonta a los orígenes de la vida en la Tierra, hace más de tres mil millones de años. La visión que Darwin tenía de los humanos y de los animales era para muchos más difícil de aceptar incluso que la de las criaturas mitad bestia mitad hombre. Puso en acción tina de las teorías más debatidas, y también más convincentes, de la ciencia moderna: la teoría de la evolución. Evolución Según Darwin, el desarrollo de la especie humana se produjo como resultado de un proceso aleatorio. En muchas religiones, incluida la cristiana, se considera que los animales y los seres han sido creados por voluntad divina. La teoría evolucionista, por el contrario, cree que el desarrollo de las especies animales y de la humana carece de intencionalidad. La evolución es... p.45 resultado de lo que Darwin llamó selección natural. La idea de la selección natural es sencilla. Todos los seres orgánicos necesitan para subsistir alimentos y otros recursos, tales como protección frente a las inclemencias del tiempo; sin embargo, no existen suficientes recursos para mantener a todos los tipos de animales que existen en un momento dado, ya que su prole es más extensa que la que el medio es capaz de alimentar. Los mejor adaptados al medio sobreviven, mientras que otros, menos capaces de soportar sus adversidades, perecen. Algunos animales son más inteligentes, más rápidos o tienen una mayor agudeza visual que otros. En la lucha por la supervivencia poseen ventaja sobre los menos dotados, viven más tiempo y son capaces de procrear, transmitiendo sus cualidades a las generaciones siguientes. Han sido "elegidos" para sobrevivir y reproducirse. Existe un proceso continuo de selección natural debido al mecanismo biológico de la mutación, que es un cambio genético aleatorio que altera las características de algunos individuos de una especie. La mayor parte de las mutaciones son o bien perjudiciales o bien inútiles en cuanto a su valor para la supervivencia, pero algunas proporcionan al animal una ventaja competitiva sobre los demás: los individuos que poseen los genes mutantes suelen sobrevivir a costa de los que carecen de ellos. Este proceso explica tanto los cambios menores dentro de una especie como las grandes transformaciones que conducen a la desaparición de especies enteras. Por ejemplo hace muchos millones de años los reptiles gigantes habitaban diversas regiones del mundo. Su tamaño se convirtió en un inconveniente, al sufrir otras especies menores mutaciones que les proporcionaban una mayor capacidad adaptativa. Los primeros ancestros de los humanos se encontraban entre estas especies. Aunque la teoría de la evolución se ha perfeccionado desde la época de Darwin, lo esencial de la interpretación darwiniana aún goza de una aceptación mayoritaria. La teoría evolucionista nos permite confeccionar una interpretación clara de la aparición de las diferentes especies y de sus relaciones entre si. Seres humanos y simios Hoy día está generalmente admitido el hecho de que la vida tuvo su origen en los océanos. Hace unos cuatrocientos millones de años aparecieron las primeras criaturas terrestres. Algunas de ellas evolucionaron hasta convertirse en grandes reptiles que, posteriormente, fueron desplazados por los mamíferos. Los mamíferos son criaturas de sangre caliente que se reproducen mediante relaciones sexuales. Aunque los mamíferos eran de un tamaño mucho menor que los grandes reptiles, eran más inteligentes y ágiles. Los mamíferos tienen una mayor capacidad de aprendizaje por medio de la experiencia que otros animales y esta capacidad ha alcanzado su máximo... 23 p.46 desarrollo en la especie humana. Los seres humanos pertenecen a un grupo de mamíferos superiores, los primates, que aparecieron hace unos setenta millones de años. Nuestros parientes más cercanos entre las especies animales son el chimpancé, el gorila y el orangután. Se dice que, al conocer la interpretación darwiniana de la evolución, la esposa del obispo de Worcester dijo: "¿Descendientes de los monos? Querido, esperemos que no sea cierto. Pero, si lo es, ojalá no se difunda la noticia". Como muchos otros desde entonces, malinterpretó lo que supone la evolución. Los seres humanos no descienden de los monos, sino que ambos han evolucionado a partir de especies mucho más primitivas que vivieron hace muchos millones de años. Sociobiología Aunque los biólogos reconocieron la continuidad evolutiva entre los animales y los humanos, hasta hace poco la mayoría tendían a sobre valorar las cualidades distintivas de la especie humana. Esta postura ha sido cuestionada por los sociobiólogos, que ven un estrecho paralelismo entre el comportamiento humano y el animal. El término sociobiología proviene de los escritos del norteamericano Edward Wilson (Wilson, 1975, 1978) y se refiere a la aplicación de principios biológicos a la explicación de las actividades sociales de todos los animales sociales, incluyendo a los seres humanos. Según Wilson, muchos aspectos de la vida social humana se basan en nuestra estructura genética. Por ejemplo, algunas especies animales practican elaborados rituales de cortejo por los que se llega a la unión sexual y a la reproducción. El cortejo y el comportamiento sexual humanos, según los sociobiólogos, suelen conllevar rituales similares, también basados en características innatas. En la mayoría de las especies animales, por poner un segundo ejemplo, los machos son de mayor tamaño y más agresivos que las hembras y tienden a dominar al "sexo débil". Tal vez los factores genéticos expliquen por qué en todas las sociedades humanas que conocemos los hombres suelen ocupar posiciones de más autoridad que las mujeres. Uno de los conceptos que los sociobiólogos han utilizado para intentar aclarar las relaciones entre los sexos ha sido el de "estrategia reproductiva", que es una pauta de comportamiento, adquirida por medio de la selección evolutiva, que favorece las oportunidades de supervivencia de la prole. En comparación con el hombre, la inversión en células reproductivas del cuerpo de la mujer es mucho mayor. En consecuencia, las mujeres no malgastan dicha inversión y no tienden a mantener relaciones sexuales con muchos compañeros, ya que su objetivo primordial es el cuidado y la protección de su prole. Por el contrario, los hombres tienden a la promiscuidad. Su deseo de mantener relaciones sexuales con muchas compañeras es lógica desde el punto de vista de la especie, ya que cumplen su función, que es la de ... p.47 maximizar la posibilidad de fecundación. Se ha señalado que podemos explicar, en este sentido, las diferencias en el comportamiento y en las actitudes sexuales de hombres y mujeres y explicar fenómenos como el de la violación. Las principales dudas que han suscitado estas explicaciones se han debatido mucho en los últimos años, pero aún siguen siendo polémicas. Los científicos se dividen en dos campos, dependiendo en cierta medida de su bagaje intelectual. Los autores que se inclinan por la perspectiva socio biológica se han formado con más frecuencia en la biología que en las ciencias sociales, mientras que la gran mayoría de los sociólogos y antropólogos suelen tomarse con escepticismo las afirmaciones de la sociobiología. Es posible que su conocimiento de las bases genéticas de la vida humana sea escaso y que lo mismo ocurra con los biólogos en cuanto a la investigación sociológica y antropológica. A cada una de las partes le resulta difícil entender en todas sus dimensiones la fuerza de los argumentos propuestos por la otra. Algunas de las pasiones que desató en el pasado la obra de Wilson ya se han calmado y ahora parece posible realizar una apreciación razonable de sus implicaciones. La sociobiología es importante, pero más por lo que ha... p.48 mostrado de la vida de los animales que por lo que ha demostrado sobre el comportamiento humano. Los sociobiólogos, utilizando los estudios de los etólogos (biólogos que llevan a cabo "trabajo de campo" en grupos animales, en vez de estudiarlos en circunstancias artificiales como zoológicos o laboratorios), han puesto de manifiesto que muchas especies animales son más "sociales" de lo que se pensaba y que los grupos ejercen una considerable influencia sobre los miembros de la especie. Por otra parte, existen pocas pruebas que demuestren que la herencia genética controla formas complejas de la actividad humana. En consecuencia, las ideas de los sociobiólogos sobre la vida social humana son, en el mejor de los casos, especulativas. Muchos autores rechazan por completo la interpretación del comportamiento sexual humano planteada anteriormente y afirman que no hay manera de demostrarla. Además, no todos los hombres son promiscuos y, si observamos el comportamiento sexual en las sociedades modernas, donde las mujeres son mucho más libres para escoger sus relaciones sexuales que antes, por término medio ellas tienen tantas aventuras como los hombres. Incluso si la generalización fuera correcta, existen muchos factores psicológicos, sociales y culturales que podrían explicarla. Por ejemplo, los hombres ostentan más poder en la sociedad; en su búsqueda de muchas compañeras podrían estar llevados por el deseo de ejercer ese poder y mantener a las mujeres bajo su total control. Instintos y necesidades biológicas 24 La mayoría de los biólogos y sociólogos comparten la idea de que los seres humanos no tienen "instintos". Tal afirmación contradice no sólo la hipótesis de la sociobiología sino también lo que la mayoría de la gente cree. ¿Acaso no hay muchas cosas que hacemos de un modo "instintivo"? Si alguien da un golpe, no parpadeamos o nos asustamos instintivamente? De hecho, éste no es buen ejemplo de instinto si el término se emplea con precisión. Para la biología y la sociología, un instinto es una pauta de comportamiento compleja y determinada genéticamente. Los rituales de cortejo de muchos animales inferiores se consideran instintivos en este sentido. El espinoso (un pequeño pez de agua dulce), por ejemplo, tiene un complicado sistema ritual que deben seguir tanto el macho como la hembra para que se produzca el apareamiento (Tinbergen, 1974). Cada pez produce una elaborada serie de movimientos a los que responde el otro, dando lugar a una compleja "danza de apareamiento". Se trata de una pauta genética para el conjunto de la especie. Un guiño o un rápido movimiento con la cabeza, como respuesta espontánea y anticipada a un golpe, son actos reflejos y no un instinto. Son respuestas simples, no una elaborada pauta de comportamiento, y no se consideran "instintivas" en sentido técnico... p.49 Los seres humanos nacen con una serie de reflejos básicos como la reacción de guiñar el ojo y la mayor parte de ellos parecen tener un valor de supervivencia evolutivo. Los bebés humanos, por ejemplo, succionan un chupete o cualquier otro objeto similar. Un niño pequeño alza los brazos en busca de apoyo cuando pierde repentinamente el equilibrio y retira la mano bruscamente cuando toca una superficie muy caliente. Es obvio que cada de estas reacciones es útil para adaptarse al medio. Los seres humanos tienen además una serie de necesidades biológicas. Nuestra necesidad de alimento, bebida, sexo y de ciertos niveles de temperatura corporal tiene un fundamento orgánico, pero el modo en que estas necesidades se satisfacen o se manejan varía enormemente en cada cultura y dentro de ellas. Por ejemplo, todas las culturas suelen tener una forma de cortejar establecida pero, aunque esto se relaciona con la naturaleza universal de las necesidades sexuales, su expresión en diferentes culturas - Incluyendo el mismo acto sexual- varía enormemente. La posición habitual para el acto sexual en la cultura occidental es con la mujer tumbada boca arriba y el hombre encima de ella. Esta posición se considera absurda en otras sociedades, en las que es posible que el acto se realice yaciendo lateralmente, o con la mujer encima del hombre, o el hombre contra la espalda de la mujer, o en otras posiciones. Por tanto, la forma que tienen las personas de satisfacer sus necesidades sexuales responde a un aprendizaje cultural y no a una determinación genética. Además, los humanos pueden anular sus necesidades biológicas con unos medios que no parecen tener paralelo entre los animales. Los místicos religiosos son capaces de ayunar durante largos períodos. Los individuos pueden optar por el celibato durante toda su vida adulta o parte de ella. Todos los animales, incluyendo a los seres humanos, tienen una tendencia hacia la auto conservación pero, a diferencia de otros animales, los humanos pueden actuar deliberadamente en contra de esa tendencia, arriesgando su vida al practicar el montañismo u otras arriesgadas actividades, e incluso suicidándose. Diversidad cultural La variedad de la cultura humana es asombrosa. Las formas de comportamiento aceptadas varían enormemente de una cultura a otra y, a menudo, contrastan notablemente con lo que los occidentales consideran "normal". Por ejemplo, en Occidente hoy en día se considera que el asesinato deliberado de bebés y niños constituye uno de los peores crímenes. Sin embargo, en la cultura china tradicional a menudo se estrangulaba a las niñas al nacer porque se las consideraba un lastre más que una ventaja para la familia... p.50 En Occidente comemos ostras y no gatitos o cachorros de perro, pero éstos son auténticas exquisiteces en algunas partes del mundo. Los judíos no comen cerdo, mientras que los hindúes sí lo hacen, aunque rechazan la carne de vaca. Para los occidentales besarse es una manifestación normal del comportamiento sexual pero en otras muchas culturas esta práctica es desconocida o se considera repugnante. Todos estos rasgos diversos del comportamiento son aspectos de las amplias diferencias culturales que distinguen a unas sociedades de otras. Las sociedades pequeñas (como las de "cazadores y recolectores", que se analizan en el Capítulo 2) suelen ser culturalmente uniformes, mientras que las industrializadas son, en este sentido, diversas e incluyen numerosas subculturas distintas. En las ciudades modernas conviven muchas comunidades subculturales (por ejemplo, antillanos, pakistaníes, indios, bangladesíes, italianos, griegos y chinos en algunas áreas del centro de Londres). Todos ellos pueden tener su propio territorio y forma de vida. Identidad cultural y etnocentrismo Toda cultura tiene sus propias pautas de comportamiento, que resultan extrañas para aquellos que proceden de otro ámbito cultural. Podemos tomar como ejemplo a los sonacirema, grupo descrito en una célebre investigación de Horace Miner (1956). Este autor centró su atención en los elaborados rituales corporales en 25 los que participan los sonacirema, rituales que tienen extrañas y exóticas características. Su descripción merece ser citada en toda su extensión: La creencia fundamental que subyace en todo el sistema parece ser que el cuerpo humano es feo y que por naturaleza tiende a debilitarse y a enfermar. Encarcelado en este cuerpo, la única esperanza del hombre es poder apartarse de estas tendencias mediante el uso de las poderosas influencias del ritual y de la ceremonia. Cada hogar tiene uno o más altares dedicados a este fin [ ... ]. El lugar central del altar lo ocupa una caja o cofre construido en la pared. En este cofre se guardan los numerosos amuletos y pociones mágicas sin los que ningún nativo cree que podría sobrevivir. Estos preparados los garantizan diversos especialistas. Los más poderosos son los curanderos, cuya asistencia debe recompensarse con cuantiosos regalos. Sin embargo, los curanderos no proporcionan las pociones curativas a sus clientes sino que deciden sobre los ingredientes y luego los escriben en una lengua antigua y secreta. Esta escritura la comprenden únicamente ellos y los herbolarios, quienes, a cambio de otro regalo, proporcionan los amuletos necesarios (... ). Los sonacirema sienten al mismo tiempo un horror casi patológico y una gran fascinación por la boca, cuyo estado piensan que tiene una influencia sobrenatural en todas las relaciones sociales. Creen que, si no fuera por los rituales bucales, se les caerían los dientes, sangrarían sus encías, sus mandíbulas se reducirían, sus amigos les abandonarían y serían rechazados por sus amantes.- p.51 También creen que existe una estrecha relación entre las características orales y las morales. Por ejemplo, hay una ablución ritual de la boca de los niños que se supone mejora su carácter moral. El ritual corporal cotidiano general incluye un rito bucal. Aparte de la minuciosidad en el cuidado de la boca, este rito conlleva una práctica que resulta repulsiva para el no iniciado. Me contaron que el ritual consiste en insertar un pequeño haz de pelos de cerdo en la boca, junto con ciertos polvos mágicos, y en moverlo con una serie de gestos muy formales. (Miner, 1956, pp. 503-4.) ¿Quiénes son los sonacirema y en qué parte del mundo viven? Usted mismo podrá responder a esta pregunta e identificar la naturaleza de los rituales corporales descritos, leyendo simplemente "sonacirema" al revés. Casi todas las actividades cotidianas parecerán extrañas si se describen fuera de contexto, en lugar de verse como parte de la forma de vida total de un pueblo. Los rituales de aseo occidentales no son más ni menos extraños que las costumbres de cualquier grupo del Pacífico que se saca los dientes frontales con el fin de embellecerse, o de ciertas tribus sudamericanas que se introducen aros en los labios para que resulten más protuberantes, en la creencia de que ello realza su atractivo. No podemos entender estas prácticas y creencias fuera de las culturas de las que forman parte. Es un presupuesto clave de la sociología el que una cultura ha de estudiarse a partir de sus propios significados y VALORES. Los sociólogos se esfuerzan, en la medida de lo posible, por evitar el etnocentrismo, que consiste en juzgar otras culturas mediante la comparación con la propia. Dado que las culturas humanas son tan variadas, no resulta sorprendente que a aquellos que provienen de una de ellas les resulte difícil aceptar las ideas o el comportamiento de los habitantes de otras. Socialización Los animales inferiores en la escala evolutiva, como es el caso de la mayor parte de las especies de insectos, son capaces de valerse por sí mismos poco después de nacer, con escasa o ninguna ayuda de los adultos. No existen generaciones entre las especies inferiores, ya que el comportamiento de los "jóvenes" es prácticamente idéntico al de los "adultos". Sin embargo, a medida que vamos subiendo en la escala evolutiva estas observaciones se hacen menos ciertas, ya que los animales superiores tienen que aprender formas de comportamiento apropiadas. Entre los mamíferos, los jóvenes están en muchos casos totalmente indefensos cuando nacen y necesitan el cuidado de los mayores. El niño es el más indefenso de todos ellos y no puede sobrevivir sin ayuda de un adulto, al menos durante sus primeros cuatro o cinco años de vida... p.52 La SOCIALIZACION es el proceso por el cual la criatura indefensa se va convirtiendo gradualmente en una persona consciente de si misma, con conocimientos y diestra en las manifestaciones de la cultura en la que ha nacido. La socialización no es un tipo de "programación cultural" por la cual el niño absorbe, de un modo pasivo, las influencias con las que entra en contacto. Desde el momento en que nace, el niño tiene necesidades o exigencias que afectan al comportamiento de los responsables de su cuidado: el bebé es un ser activo desde el principio. La socialización pone en contacto a las diferentes generaciones. El nacimiento de un niño altera las vidas de aquellos que son responsables de su crianza, los cuales, a su vez, experimentan un nuevo aprendizaje. La paternidad liga normalmente las actividades de los adultos a las de los niños para el resto de las vidas de ambos. Las personas mayores siguen siendo padres cuando se convierten en abuelos aunque, por supuesto, establecen una nueva serie de relaciones que conectan a las diferentes generaciones entre sí. Aunque el proceso de aprendizaje cultural es mucho más intenso durante la infancia y el principio de la niñez que posteriormente, el aprendizaje y la adaptación continúan durante todo el ciclo vital. En los apartados siguientes continuaremos abordando el tema de la "naturaleza" frente a la "crianza". En primer lugar, analizaremos el desarrollo del individuo humano desde la infancia hasta el principio de la niñez, identificando los principales estadios de cambio que se producen. Niños no socializados 26 ¿Como serían los niños si, por alguna razón, crecieran sin la influencia de los adultos? Evidentemente, ninguna persona, a modo de experimento, podría criar a un niño apartado de la influencia humana. Sin embargo, han existido ciertos casos, muy debatidos, de niños que pasaron los primeros años de su vida apartados del contacto humano normal. El "niño salvaje de Aveyron" El 9 de enero de 1800 una extraña criatura surgió de los bosques cercanos al pueblo de Saint-Serin, en el sur de Francia. A pesar de andar en posición erecta se asemejaba más a un animal que a un humano, pero pronto fue identificado como un niño de unos once o doce años. únicamente emitía estridentes e incomprensibles chillidos y parecía carecer del sentido de la higiene personal y evacuaba donde y cuando le parecía. Fue conducido a la policía local y, más tarde, a un orfanato cercano. Al principio se escapaba constantemente y era difícil volver a capturarlo. Se negaba a vestirse y rasgaba ... p.53 las ropas en cuanto se las ponían. Nunca hubo padres que lo reclamaran. El niño fue sometido a un minucioso examen médico en el que no se encontró ninguna anormalidad importante. Cuando se le puso delante de un espejo parece que vio su imagen sin reconocerse a sí mismo. En una ocasión trató de alcanzar a través del espejo una patata que había visto reflejada en él (de hecho, la patata la sostenía alguien detrás de su cabeza). Después de varios intentos, y sin volver la cabeza, cogió la patata por encima de su hombro. Un sacerdote que observaba al niño a diario describió este incidente de la siguiente forma: Todos estos pequeños detalles, y muchos otros que podríamos añadir, demuestran que este niño no carece totalmente de inteligencia, ni de capacidad de reflexión y razonamiento. Sin embargo, nos vemos obligados a reconocer que, en todos los aspectos que no tienen que ver con sus necesidades naturales o la satisfacción de su apetito, se percibe en él un comportamiento puramente animal. Si tiene sensaciones no desembocan en ninguna idea. Ni siquiera puede compararlas unas con otras. Podría pensarse que no existe conexión entre su alma o su mente y su cuerpo. (Shattuck, 1980, p.69; véase también Lane, 1976.) Posteriormente, el niño fue trasladado a París, donde se llevó a cabo un intento sistemático para transformarle "de bestia en humano". El esfuerzo resultó sólo parcialmente satisfactorio. Aprendió a utilizar el cuarto de baño, accedió a llevar ropa y aprendió a vestirse solo. Sin embargo, no le interesaban los juguetes ni otros juegos y nunca fue capaz de articular más que un reducido número de palabras. Hasta donde sabemos por las detalladas descripciones de su comportamiento y sus reacciones, la cuestión no estaba en que fuese retrasado mental. Parecía que o no deseaba dominar totalmente el habla humana o que era incapaz de ello. Con el tiempo hizo escasos progresos y murió en 1828, cuando tenía unos cuarenta años. Sin duda, hay que tener cuidado a la hora de interpretar casos de este tipo, pues es posible que quedase sin diagnosticar una anormalidad mental. Por otra parte, las experiencias a las que fue sometido el niño podrían haberle causado daños psicológicos que le impidieran alcanzar las habilidades que la mayoría de los niños adquieren a una edad mucho más temprana. Aun así, existe una similitud suficiente entre este caso y otros que se conocen como para poder sugerir cuán limitadas estarían nuestras facultades si careciéramos, desde el principio, de un período prolongado de socialización. Pasamos ahora a tratar directamente las primeras fases del desarrollo infantil. Con ello podremos comprender mejor los procesos por los cuales el niño llega a ser reconocible como "humano". p.54 Desarrollo inicial del bebé Desarrollo de la percepción Todos los niños nacen con la capacidad de realizar ciertas distinciones mediante la percepción y de responder ante ellas (Richards y Líght, 1986). Antes se pensaba que el recién nacido estaba inundado por una masa de sensaciones que era incapaz de diferenciar. En una famosa observación, el psicólogo Y filósofo William James escribió: "El bebé, abrumado de repente por sus ojos, orejas, nariz, piel y entrañas, lo siente todo como una gran confusión floreciente y febril" (James, 1890). La mayoría de los estudiosos del comportamiento infantil ya no consideran exacto este retrato, pues incluso los recién nacidos reaccionan de un modo selectivo frente a su ambiente. Desde la primera semana miran con mayor interés las superficies decoradas (rayas, círculos concéntricos o una imagen parecida a un rostro) que las lisas con vivos colores. Cuando tienen un mes estas capacidades perceptivas son aún débiles y las imágenes que se encuentran a más de treinta centímetros se ven borrosas. De ahí en adelante la capacidad visual y auditiva aumenta rápidamente. Alrededor de los cuatro meses un bebé puede ver perfectamente a una persona que se mueva por la habitación. La sensibilidad para el tacto y el placer que proporciona el calor están presentes desde el nacimiento. Llanto y sonrisa 27 Del mismo modo que los bebés responden selectivamente al ambiente, los adultos discriminan entre las pautas de comportamiento del bebé, suponiendo que proporcionan claves acerca de lo que quiere o necesita. Se considera que el llanto indica hambre o incomodidad, y la risa y ciertas expresiones faciales alegría. Este mismo reconocimiento concibe dichas respuestas como acciones sociales del niño. Sin embargo, los presupuestos culturales están profundamente arraigados en este proceso. El llanto es un buen ejemplo. En muchas culturas el bebé está físicamente separado de la madre la mayor parte del día, en una cuna, un cochecito o una zona para jugar. Por ello, el llanto suele ser una señal de que el niño necesita atención. En otras muchas culturas el recién nacido pasa la mayor parte de] día, durante meses, en contacto directo con el cuerpo de la madre, quien lo lleva atado a sí. En este caso la madre sólo prestará atención a los ataques de llanto que se consideren emergencias. Los movimientos de intranquilidad del bebé se consideran la señal principal de que necesita alimento o algún cuidado especial. Las diferencias culturales también se manifiestan en la interpretación que se da a la risa. Todos los bebés normales sonríen, en determinadas circunstancias, p.55 un mes o seis semanas después de nacer. Un bebé sonreirá ante el dibujo de una cara que tenga dos puntos en lugar de ojos y también lo hará ante un rostro humano, tanto si se oculta la boca como si no. La risa parece ser una respuesta innata, no aprendida, ni siquiera provocada, al ver una cara sonriente. Una de las razones por las que podemos estar seguros de ello es que los niños que nacen ciegos empiezan a sonreír a la misma edad que los que ven, aunque no han tenido oportunidad de copiar a otros. Sin embargo, las situaciones en las que la risa se considera apropiada varían de una cultura a otra y esto está relacionado con las primeras reacciones que la respuesta sonriente de los bebés suscita en los adultos. Los bebés no tienen que aprender a reírse, pero sí han de aprender cuándo y dónde se considera oportuno hacerlo. Así, por ejemplo, los chinos sonríen en "público" con menos frecuencia que los occidentales, por ejemplo, al recibir a un desconocido. Niños y cuidadores Un bebé es capaz de distinguir a su madre -o a otro cuidador principal- de otras personas cuando tiene unas tres semanas. Todavía no reconoce al otro individuo como persona, sino que responde a ciertas características, probablemente los ojos, la voz y el modo de cogerlo. La madre sabe que el bebé la reconoce si éste deja de llorar cuando ella (en vez de cualquier otra persona) lo coge, si le sonríe más que a otros, sí alza los brazos o da palmas para señalar que ella ha entrado en la habitación o si, cuando puede moverse, gatea hacia ella. Las diferencias culturales influyen en qué reacciones tienden a producirse regularmente. En el estudio de una cultura de Uganda, Ainsworth vio que no era habitual que las madres y los hijos se abrazasen, se acariciasen o se besasen, mientras que dar palmas para demostrar placer, tanto la madre como el hijo, era mucho más frecuente que en las familias europeas (Aínsworth, 1977). El apego del bebé a su cuidador sólo se consolida a partir de los siete meses. Antes, la separación de la madre no ocasionara ninguna protesta específica y el bebé aceptará a otros cuidadores sin mostrar cambios en los niveles normales de respuesta. A esa misma edad, aproximadamente, los niños empiezan a sonreír a ciertos individuos, pero no de un modo indiscriminado. En este mismo estadio un bebé empieza a ver a la madre como a una persona especial. Sabe que existe, incluso cuando está ausente, y es capaz de tener algún tipo de imagen de ella. Esto también supone el comienzo de la experiencia del tiempo, ya que el bebé tiene memoria de la madre y es capaz de prever su regreso. Los bebés de ocho o nueve meses pueden buscar objetos ocultos, demostrando así que entienden que las cosas tienen una existencia propia, independientemente de que estén o no a la vista en un momento dado. p.56 Selma Fraiberg ha descrito esta fase del comportamiento infantil en un trabajo destinado a informar a los padres sobre el crecimiento de los niños. ¿Tiene usted un bebé de seis o siete meses que le arranca las gafas? Si es así, apenas necesita estos consejos. Quítese las gafas cuando el niño trate de arrebatárselas, métaselas en el bolsillo o guárdelas detrás del almohadón del sofá (¡y no olvide dónde las escondió!). No se moleste en hacerlo a hurtadillas, deje que el niño le vea esconderlas. No irá a buscarlas. Se quedará mirando fijamente el lugar en el que las vio por última vez -en su nariz- y luego perderá interés en el asunto. No busca las gafas porque no puede siquiera imaginarse que existan cuando no las ve. Cuando el bebé tenga unos nueve meses no confíe ya en los viejos trucos. Si ve que usted se quita las gafas y las esconde detrás del almohadón del sofá moverá el almohadón y se precipitará sobre las gafas. Ha aprendido que un objeto puede ocultarse a la vista, pero que, sin embargo, sigue existiendo. Puede seguir los movimientos de su mano hasta el escondite e ir a buscar las gafas allí. Este es un enorme paso en el aprendizaje, que pocas veces pasará inadvertido a los padres cuyas gafas, pendientes, pipas, plumas y llaveros no sólo les son arrebatados sino que, además, peligran. A los padres que tienen bebés en este estadio del desarrollo les interesan poco los aspectos teóricos del problema aquí expuesto, pero una teoría siempre puede reportar beneficios prácticos. Todavía tenemos más trucos en la manga. Probemos con éste: deje que el niño le vea esconder las gafas detrás del almohadón. Déjele que las encuentre, convénzale para que se las dé y escóndalas detrás de otro almohadón. Ahora está confuso. Buscará las gafas detrás del primer almohadón, en el primer escondite, pero no irá a buscarlas al segundo. Esto significa que el bebé puede imaginarse que las gafas existen cuando están escondidas, pero sólo en un lugar, el primer escondite donde su búsqueda tuvo éxito. Cuando el niño no encuentra las gafas debajo del primer almohadón sigue buscándolas allí mismo, pero no se le ocurre buscarlas en el segundo escondite o en cualquier otro sitio. Un objeto aún puede desaparecer. 28 Al cabo de unas semanas proseguirá su búsqueda, ahora ya en los dos escondites, por lo que está en camino de descubrir que se puede cambiar de sitio un objeto pero que éste conserva su existencia permanente. (Fraiberg, 1959, pp. 49-50.) Los primeros meses de vida de un niño son también un período de aprendizaje para la madre. Las madres (y otros cuidadores, como los padres o los hijos mayores) aprenden a recibir la comunicación que les envía el niño a través de su comportamiento y a responder de un modo apropiado. Algunas madres son mucho más sensibles a estas indicaciones que otras, y en cada ámbito cultural se insiste en diferentes indicaciones o en la reacción ante ellas. La "lectura" que hacen las madres del comportamiento de sus hijos influye notablemente en las pautas de interacción que se establecen entre ellos. Por ejemplo, una madre puede interpretar que la inquietud del niño indica que está cansado y lo meterá en la cama. Otra puede interpretar el mismo comportamiento como indicación de que el niño necesita entretenerse. A menudo las madres proyectan su propia personalidad en el... p.57 bebé, por lo que una madre a la que le resulte difícil mantener una relación cariñosa estable con su hijo percibirá en él agresividad y rechazo hacia ella. El nacimiento del cariño hacia individuos específicos marca un umbral fundamental en la socialización. La primera relación, normalmente entre madre e hijo, se convierte en algo en lo que se invierten fuertes sentimientos y sobre su base comienzan a producirse complejos procesos de aprendizaje social. EL desarrollo de respuestas sociales La relación entre el niño, la madre y otros cuidadores cambia hacia el final del primer año de vida del bebé. El niño o la niña no sólo empieza entonces a hablar, sino que se pone de pie (la mayoría de los niños aprenden a andar hacia los catorce meses). En su segundo y tercer año los niños desarrollan una creciente capacidad de comprensión de las interacciones y las emociones de otros miembros de la familia. El niño aprende a agradar, y también a molestar, a los demás. Los niños de dos años se entristecen si uno de los padres se enfada con el otro, y abrazarán al que se muestre visiblemente preocupado. Un niño de la misma edad es también capaz de tomar el pelo a un hermano, o a los padres. A partir del primer año los juegos comienzan a ocupar gran parte de la vida del niño. Al principio suelen jugar solos, pero poco a poco van requiriendo a otros para jugar con ellos. Mediante los juegos los niños mejoran su coordinación corporal y amplían su conocimiento del mundo adulto. Ensayan nuevas habilidades e imitan el comportamiento de los adultos. En un estudio pionero, Mildred Parten estableció una serie de categorías de desarrollo de los juegos que todavía se consideran vigentes (Parten, 1932). Los niños pequeños empiezan con juegos independientes v solitarios. Incluso estando con otros niños juegan solos, sin prestar atención a lo que hacen los demás. A esto le sigue la actividad paralela, en la que el niño copia lo que otros hacen sin intentar intervenir en sus actividades. Posteriormente (a la edad de tres años más o menos), los niños participan cada vez mas en juegos asociativos, en los que su comportamiento se relaciona con el de los demás. Cada criatura sigue actuando como quiere pero presta atención y responde a lo que hacen otros niños. Más tarde, hacia los cuatro años, los niños participan en juegos cooperativos, es decir, actividades que exigen que cada niño colabore con los demás (como jugar a "las mamás y los papás"). Desde el primer año hasta los cuatro o cinco el niño aprende también disciplina y autorregulación. Una de las cosas que esto supone es aprender a controlar las necesidades físicas y a ocuparse de ellas apropiadamente. A los niños se les enseña a utilizar el cuarto de baño (un proceso largo y difícil) y a comer con corrección. Aprenden además a "comportarse" en los... p.58 distintos contextos de su actividad, particularmente cuando interactúan con adultos. Alrededor de los cinco años el niño se ha convertido en un ser prácticamente autónomo que ya no es sólo un bebé sino que es casi independiente en lo que se refiere a las rutinas elementales de la vida en casa. Ya está preparado para aventurarse en el mundo exterior, puede pasar muchas horas lejos de sus padres sin preocuparse mucho por ello. El niño o la niña es cada vez más un individuo. Una de las características más distintivas de los seres humanos, en comparación con otros animales, es su autoconciencia. ¿Cómo tenemos que interpretar la aparición de un sentido del yo, es decir, de la conciencia de que el individuo tiene una identidad definida, diferente de la de los demás? En sus primeros meses de vida el niño apenas comprende la diferencia entre seres humanos y objetos materiales de su entorno, y carece de conciencia de sí. Los niños no empiezan a utilizar conceptos como "yo", "mí" y "tú" hasta los dos años, o más tarde. Poco a poco van entendiendo que los otros tienen una identidad, una conciencia y unas necesidades diferentes de las suyas. Teorías del desarrollo infantil El problema de la aparición del yo ha sido muy debatido y el enfoque varía según la perspectiva teórica que se adopte. Hasta cierto punto, ello se debe a que las principales teorías sobre el desarrollo infantil destacan diferentes aspectos de la socialización. El trabajo del gran psicólogo y fundador del psicoanálisis, Sigmund 29 Freud, se centra fundamentalmente en cómo los niños logran controlar sus ansiedades, así como en los aspectos emocionales del desarrollo infantil. El filósofo y sociólogo americano George Herbert Mead presta atención principalmente a cómo los niños aprenden a emplear los conceptos de "yo" y "mi". El estudioso suizo del comportamiento de los niños Jean Piaget trabajó sobre numerosos aspectos del desarrollo infantil, pero sus obras más conocidas versan sobre el tema de la cognición, es decir, cómo los niños aprenden a pensar sobre sí mismos y sobre su entorno. Freud y el psicoanálisis Sigmund Freud, un médico vienes que vivió entre 1856 y 1939, no sólo influyó de un modo determinante en la formación de la psicología moderna sino que fue una de las principales figuras intelectuales del siglo XX. El impacto de sus ideas se ha dejado sentir en el arte, la literatura y la filosofía, así como en las ciencias sociales. Freud no fue sólo un estudioso del comportamiento humano, sino que se participó en el tratamiento de pacientes neuróticos. El psicoanálisis, la técnica terapéutica que creó, consiste en dejar ... P.59 que los pacientes hablen libremente sobre sus vidas, particularmente sobre aquello que recuerden de sus más tempranas experiencias. Freud llegó a la conclusión de que lo que gobierna gran parte de nuestro comportamiento proviene del INCONSCIENTE y que esto supone que en la madurez pervive nuestra forma de enfrentarnos a las ansiedades en la más temprana edad. La mayoría de estas experiencias de la primera infancia se pierden en nuestra memoria consciente, aunque son la base sobre la que se asienta nuestra AUTOCONCIENCIA. Desarrollo de la personalidad Según Freud, el bebé es un ser exigente e incapaz de controlar su energía debido a su indefensión esencial. Un bebé debe aprender que sus necesidades o deseos no pueden siempre satisfacerse inmediatamente, y éste es un proceso doloroso. Según Freud, los bebés no sólo tienen necesidad de alimento y bebida sino también de satisfacción erótica. Con esto no quería decir que tuvieran deseos sexuales en la misma medida que los niños más mayores o los adultos. Lo "erótico" se refiere a una necesidad general de contacto corporal estrecho y placentero con los demás. Según lo describe Freud, el desarrollo psicológico humano es un proceso que conlleva grandes tensiones. El bebé aprende progresivamente a controlar sus impulsos, pero éstos siguen siendo poderosas motivaciones inconscientes. Freud distingue varios estadios típicos en el desarrollo de las capacidades del bebé y del niño. Presta una especial atención a la fase que se sitúa alrededor de los cuatro o cinco años y en la que la mayoría de los niños son capaces de renunciar a la compañía constante de sus padres y entran en un mundo social más amplio. Freud denomina esta fase el estadio Edípico. Los tempranos vínculos que los bebés y los niños pequeños establecen con sus padres tienen un evidente componente erótico, en el sentido expresado más arriba. Si se permitiera que dichos vínculos perdurasen y siguieran desarrollándose, a medida que un niño fuese madurando físicamente se sentiría sexualmente relacionado con el progenitor del sexo opuesto. Esto no ocurre porque los niños aprenden a reprimir los deseos eróticos hacia sus padres. Los niños pequeños varones aprenden que no pueden "seguir atados a las faldas de su madre". Según Freud, el niño experimenta un profundo rechazo hacia su padre, porque éste disfruta de la posesión sexual de su madre. Esta es la base del complejo de Edipo, que se supera cuando el niño reprime tanto sus vínculos eróticos con su madre como el rechazo hacia su padre (casi todo esto ocurre de forma inconsciente). Este proceso marca un estadio decisivo en el desarrollo del yo autónomo, porque el niño se ha desprendido de su anterior dependencia de los padres, particularmente de la madre. p.60 El retrato que hizo Freud del desarrollo femenino es mucho menos elaborado. Cree que se produce una especie de proceso inverso al que se da en los varones. La niña reprime sus deseos eróticos hacia el padre y supera su rechazo inconsciente hacia la madre esforzándose por ser como ella, por ser "femenina". Para Freud, el modo en el que los niños hacen frente al complejo de Edipo influye profundamente en las relaciones posteriores del individuo, sobre todo en las sexuales. Críticas Las teorías de Freud han sido muy criticadas y con frecuencia han suscitado reacciones hostiles. Algunos autores han rechazado la idea de que los niños tengan deseos eróticos, así como la tesis que sostiene que aquello que ocurre en la infancia y en el principio de la niñez crea formas de enfrentarse a la ansiedad que perduran toda la vida. Las críticas feministas han considerado que la teoría de Freud se centra demasiado en la experiencia masculina y que presta muy poca atención a la psicología femenina. Sin embargo, las ideas de Freud continúan ejerciendo una poderosa influencia e, incluso si se rechazan en su totalidad, algunas de ellas son probablemente válidas. Es casi seguro que existen aspectos inconscientes en el comportamiento humano que descansan en las formas de enfrentarse a la ansiedad que se desarrollan durante la infancia. Las teorías de G. H. Mead La formación y la trayectoria intelectual de G. H. Mead (1863-1931) fueron, en muchos sentidos, bastante diferentes a las de Freud. Mead era fundamentalmente un filósofo y pasó la mayor parte de su vida dando 30 clases en la Universidad de Chicago. Escribió bastante poco y la obra por la que es más conocido, Mind, Self and Society (Espíritu, persona Y sociedad) (1934) fue, de hecho, una recopilación que sus alumnos realizaron a partir de sus notas de clase y otras fuentes. Al constituir la base de una tradición general de pensamiento teórico -el interaccionismo simbólico- las ideas de Mead han tenido un enorme impacto en la sociología. (Para un análisis mas profundo del interaccionismo simbólico, véase el Capítulo 21, "La teoría sociológica"). Sin embargo, la obra de Mead aportó además una interpretación de las principales fases del desarrollo infantil, prestando especial atención a la aparición del sentido del yo. Existen interesantes similitudes entre las visiones de Mead y las de Freud. aunque el primero considera que la personalidad humana está menos sometida a tensiones. Según Mead los bebés y los niños pequeños empiezan a desarrollarse como seres sociales imitando las acciones de los que les... P.61 rodean, y el juego es uno de los métodos. Como ya se ha dicho anteriormente, al jugar los niños imitan lo que los adultos hacen. Un niño hará tartas de barro si ha visto cocinar a un adulto, o cavará con una cuchara después de ver a alguien cuidar del jardín. Los juegos infantiles evolucionan desde la mera imitación a otras actividades más complejas en las que un niño de cuatro o cinco años desempeña el papel de un adulto. Mead llama a esto adoptar el papel de otro, es decir, aprender lo que significa estar en el pellejo ajeno. Es en este estadio cuando los niños adquieren un sentido desarrollado del yo. Se dan cuenta de que son agentes independientes - el "mí" - viéndose a través de los ojos de los demás. Según Mead, tenemos conciencia de nosotros mismos cuando aprendemos a distinguir el "mí" del "yo". El "yo" es el bebé no socializado, un amasijo de necesidades y deseos espontáneos. El "mí", según Mead utiliza el término, es el yo social. Los individuos, afirma Mead, desarrollan la autoconciencia al verse a sí mismos como los ven otros. Tanto Freud como Mead consideran que es alrededor de los cinco años cuando el niño se va convirtiendo en un agente autónomo, capaz de comprenderse a sí mismo y de desenvolverse fuera del contexto familiar inmediato. Para Freud ello es fruto de la fase edípica, mientras que para Mead es el resultado de la capacidad para desarrollar la autoconciencia. Un estadio posterior del desarrollo infantil, según Mead, ocurre a los ocho o nueve años. Es la edad en la que los niños empiezan a participar en juegos organizados, abandonando el "juego" asistemático. Hasta este período el niño no empieza a comprender los valores y la moralidad que rigen la vida social. Para aprender los juegos organizados hay que entender sus reglas, así como las idea de imparcialidad y de participación equitativa. En este estadio el niño aprende a captar lo que Mead denomina el otro generalizado: los valores y reglas morales reinantes en la cultura en la cual se está desarrollando. Este período es algo posterior para Mead que para Freud pero, una vez más, existe un parecido claro entre las opiniones de ambos al respecto. Las ideas de Mead son menos polémicas que las de Freud. No contienen ideas tan chocantes y no dependen de la teoría de un sustrato inconsciente de la personalidad. La teoría del desarrollo de la autoconciencia en Mead ha sido, con razón, enormemente influyente. Por otro lado, sus puntos de vista nunca se publicaron de un modo integrado y resultan más útiles por su carácter sugestivo que por haber aportado una interpretación general del desarrollo infantil. Piaget: et desarrollo cognitivo La influencia de la obra de Jean Piaget no ha sido menor que la de Freud. Nacido en Suiza en 1896, Piaget pasó la mayor parte de su vida como director de un instituto para el desarrollo infantil en Ginebra. Publicó un... p.62 extraordinario número de libros y de artículos científicos, no sólo sobre el desarrollo de los niños, sino también sobre educación, historia del pensamiento, filosofía y lógica. Mantuvo su prodigiosa producción hasta justo antes de su muerte, en 1980. Aunque Freud dio mucha importancia a la infancia nunca estudió a los niños directamente. Su teoría fue elaborada sobre la base de las observaciones realizadas en el curso del tratamiento psicoterapéutico aplicado a sus pacientes adultos. Mead tampoco estudió el comportamiento de los niños y elaboró sus ideas en el contexto de la discusión filosófica. Piaget, por el contrario, pasó gran parte de su vida observando el comportamiento de los bebés, los niños pequeños y los adolescentes. Basó gran parte de su trabajo en la observación detallada de un número limitado de individuos y no de grandes muestras. No obstante, sostenía que sus principales conclusiones eran válidas para el desarrollo infantil en todas las culturas. Las fases del desarrollo cognitivo Piaget hizo mucho hincapié en la capacidad del niño para dar sentido al mundo de forma activa. Los niños no absorben información de forma pasiva sino que seleccionan e interpretan lo que ven, oyen y sienten del mundo que les rodea. A partir de sus observaciones acerca de lo niños, así como de los numerosos experimentos que realizó sobre su forma de pensar, llegó a la conclusión de que los seres humanos pasan por distintas fases en su desarrollo cognitivo, es decir, a la hora de aprender a pensar sobre sí mismos y sobre su medio. Cada una de ellas conlleva la adquisición de nuevas capacidades y depende de la conclusión satisfactoria de la fase precedente. La primera fase es la sensomotriz, que se extiende desde el nacimiento hasta los dos años. Hasta los cuatro meses de edad un bebé no es capaz de diferenciarse a sí mismo del entorno. Por ejemplo, no se da cuenta de que sus propios movimientos hacen que los bordes de la cuna vibren. No diferencia los objetos de las personas, ni es consciente de que hay cosas que existen fuera de su campo de visión. Como demuestran las 31 investigaciones a las que ya nos hemos referido, los bebés aprenden gradualmente a distinguir a las personas de los objetos, hasta darse cuenta de que ambos tienen una existencia independiente de sus percepciones inmediatas. Piaget denomina esta fase sensomotriz porque los bebés aprenden principalmente tocando los objetos, manipulándolos y explorando físicamente el entorno. El logro principal de esta fase es que el niño llega a comprender que su medio posee propiedades distintas y estables. El siguiente período, llamado fase preoperatoria, es al que Piaget dedicó el grueso de su investigación. Esta fase dura desde los dos años hasta los siete, edad en la que el niño adquiere dominio del lenguaje y es capaz de emplear palabras para representar objetos e imágenes de forma simbólica. p.63 Un niño de cuatro años utilizará el movimiento de su mano, por ejemplo, para representar el concepto de "avión". Piaget denomina esta fase preoperatoria porque los niños aún no son capaces de utilizar las capacidades mentales que están desarrollando de forma sistemática. Lo que caracteriza a los niños en esta fase es el egocentrismo. Para Piaget este concepto no alude al egoísmo, sino a la tendencia del niño a interpretar el mundo exclusivamente según su propia posición. Ella o él no comprenden, por ejemplo, que otros vean los objetos desde una perspectiva diferente de la suya. Mirando un libro, el niño preguntará sobre una de sus ilustraciones, sin darse cuenta de que la persona que está enfrente sólo puede ver las pastas del libro. En la fase preoperatoria los niños no son capaces de mantener conversaciones lógicas con otros. En el habla egocéntrica lo que dice un niño está poco relacionado con lo que dice el interlocutor. Los niños hablan en presencia de otros pero no entre sí como los adultos. Durante esta fase de desarrollo los niños no tienen una comprensión general de las categorías de pensamiento que los adultos dan por sentadas: conceptos como los de causalidad, velocidad, peso o número. Incluso si un niño ve que se echa agua de un recipiente alto y estrecho a otro bajo y ancho no entenderá que el volumen de agua es el mismo, y concluirá que en el segundo recipiente hay menos agua porque su nivel es más bajo. Un tercer período, la fase operatoria concreta, va desde los siete hasta los once años. Durante esta fase los niños llegan a dominar ideas abstractas y lógicas. Pueden manejar ideas como la de causalidad sin mayor problema. Un niño en este estadio de desarrollo se dará cuenta de que es falso el razonamiento de que el recipiente más ancho contiene menos agua que el más estrecho, aunque los niveles de agua sean diferentes. Ahora es capaz de realizar las operaciones matemáticas de multiplicar, dividir y restar. En esta fase, los niños son mucho menos egocéntricos. En la fase preoperatoria, si se pregunta a una niña cuántas hermanas tiene, contestará correctamente que "una". Pero si se le pregunta cuántas hermanas tiene tu hermana, probablemente responderá que ninguna, porque no puede verse a sí misma desde el punto de vista de su hermana. En la fase operatoria concreta el niño es capaz de responder a esa pregunta correctamente y sin dificultad. Desde los once a los quince anos tiene lugar lo que Piaget denomina fase operatoria formal. Durante la adolescencia, el niño en crecimiento puede entender ideas hipotéticas y con un alto grado de abstracción. Cuando se enfrenta a un problema puede barajar los distintos modos de resolverlo y pensar sobre ellos teóricamente para hallar una solución. El joven en la fase operatoria formal es capaz de comprender por qué ciertos tipos de preguntas son capciosas. A la pregunta: ¿qué criaturas son al mismo tiempo caniches y perros?, podrá dar o no la respuesta correcta (la respuesta es... p.64 "caniches"), pero entenderá por qué la es correcta y sabrá apreciar su humor. Según Piaget, las tres primeras fases de desarrollo son universales, pero no todos los adultos alcanzan la operatoria formal. El desarrollo del pensamiento operatorio formal depende en parte de los procesos de escolarización. Los adultos con un nivel educativo limitado tienden a seguir pensando en términos más concretos y conservan amplios restos de egocentrismo. Críticas Margaret Donaldson ha cuestionado la idea de Piaget de que los niños son más egocéntricos que los adultos (Donaldson, 1979). Las tareas que Piaget impuso a los niños que estudiaba partían, según ella, de una postura adulta y no se planteaban de una forma comprensible para ellos. El egocentrismo, en ciertas situaciones, es igualmente característico del comportamiento adulto. Para demostrarlo cita un pasaje de la autobiografía del poeta británico Laurie Lee, en el que describe su primer día en el colegio cuando era pequeño. Me pasé el día agujereando papeles, luego me fui a casa con un humor de perros. - ¿Qué pasa, cariño? - ¿No te ha gustado el colegio? - No me dieron ningún regalo. - ¿Un regalo? ¿qué regalo? - Dijeron que me darían un regalo. - No, hijo, no creo que lo dijeran. - Sí que lo hicieron! Me dijeron: "Tú eres Laurie Lee, ¿verdad? Bueno, siéntate ahí a esperar el regalo". Estuve allí sentado todo el día pero no me lo dieron. No pienso volver. (Lee, 1965, p.50.) Como adultos tendemos a pensar que es gracioso que el niño no haya entendido bien las instrucciones del profesor. Sin embargo, en un nivel más profundo, señala Donaldson, el adulto no ha comprendido al niño, al no reconocer la ambigüedad de la frase "sit there for the present" (en inglés, present significa presente y regalo). El adulto, y no el niño, ha pecado de egocentrismo. La obra de Piaget también ha sido muy criticada en relación a sus métodos. ¿Cómo podemos 32 generalizar a partir de conclusiones que se basan en la observación de un pequeño grupo de niños que viven en una determinada ciudad? Sin embargo, en términos generales, las ideas de Piaget se han visto corroboradas por una gran cantidad de investigaciones que han partido de ellas. Los estadios de desarrollo que identificó probablemente no sean tan nítidos como él creía, pero muchas de sus ideas son aceptadas por la mayoría... p.65 La relación entre las teorías Existen grandes diferencias entre los puntos de vista de Freud. Mead y Piaget pero, a pesar de todo, es posible hacerse una idea del desarrollo infantil conectando sus teorías. Los tres autores aceptan que, en los primeros meses de vida, un bebé no comprende bien la naturaleza de los objetos o de las personas de su entorno, ni tampoco que él o ella tenga una identidad propia e independiente. Durante los dos primeros años aproximadamente, antes de dominar las habilidades lingüísticas, la mayor parte del aprendizaje del niño es inconsciente porque carece de la conciencia del yo. Es muy posible que Freud tuviera razón cuando señalaba que las for-mas de enfrentarse a las ansiedades que se constituyen en este primer período -relacionadas, especialmente, con la interacción con la madre y el padre - continúan siendo importantes en el posterior desarrollo de la personalidad. Es probable que los niños aprendan a ser seres auto conscientes a lo largo del proceso propuesto por Mead, el de diferenciación entre el "yo" y el mí". Sin embargo, como señalaba Piaget, los niños que han alcanzado un sentido del yo conservan formas de pensar egocéntricas. El desarrollo de la autonomía del niño probablemente conlleva dificultades emocionales mayores de las que tanto Mead como Piaget parecían creer, y es precisamente en este punto donde las ideas de Freud resultan particularmente relevantes. El ser capaz de enfrentarse a las primeras ansiedades puede determinar en qué medida el niño tiene una trayectoria satisfactoria a lo largo de los estadios cognitivos posteriores marcados por Piaget. Hasta este momento, sobre todo al analizar a Freud y Mead, nos hemos centrado principalmente en la infancia y en el comienzo de la niñez porque los primeros años de la vida son cruciales. ¿Qué ocurre en las otras fases del cielo vital? La vida de cada uno pasa por ciertas fases, desde la niñez hasta la ancianidad, pasando por la adolescencia y la madurez. Al contrario que en los primeros apartados de este capítulo, no tomaremos el punto de vista del individuo sino que tendremos más en cuenta de qué manera se organizan socialmente estas fases de desarrollo, dado que tenemos que comprender el desarrollo individual dentro de un contexto social amplio. El ciclo vital Las diversas transiciones por las que atraviesan los indi-viduos a lo largo de su vida parecen, a primera vista, estar determinadas biológicamente desde la infancia a la madurez para terminar en la muerte. Sin embargo, las cosas son mucho más complejas. Los estadios del ciclo vital tienen una naturaleza tanto social como biológica. Reciben la influencia de las diferencias culturales y de las circunstancias materiales en las que vive la gente en determinados ... A continuación y enmarcadas en la página 66 y 67,se establecen las comparaciones entre las teorías de Freud, Mead y Piaget y en la página 68 continúa el texto de la página 65 p.66 Comparación entre Freud, Mead y Piaget Freud Lo que hace diferente la explicación que dio Freud del desarrollo infantil es su acusado hincapié en el inconsciente y en las fuentes emocionales. Según Freud, hay aspectos fundamentales de la personalidad de cada individuo que se establecen muy al principio de su vida, especialmente como resultado de la interacción con la madre. Al aprenderse estas pautas de comportamiento antes de que el niño pueda dominar el uso del lenguaje, éstas suelen pervivir en un nivel inconsciente. El bebé tiene que aprender que sus necesidades no pueden satisfacerse inmediatamente. Todas las madres imponen algún tipo de disciplina alimentaría a sus niños, de modo que el bebé va poco a poco reprimiendo - bloqueando inconscientemente- la exigencia de satisfacer inmediatamente sus necesidades. Para Freud, la represión está en la base de algunas de las más importantes características del desarrollo infantil. El niño o la niña tienen una relación positiva y negativa con su madre, de forma que el amor y el antagonismo están mezclados. La transición edípica, que normalmente tiene lugar alrededor de los cuatro o cinco años, representa un papel crucial en las teorías de Freud. La idea procede de Edipo, un mito de la Grecia clásica, que sin saberlo mató a su padre y se casó con su madre. En la fase edípica, la sociedad impulsa al niño a romper con el refugio emocional que la madre ha representado hasta entonces. Dentro de la familia, el padre es el agente principal a la hora de exigir esta mayor autonomía e independencia. El niño debe reprimir su odio al padre y, al mismo tiempo, gran parte de la dependencia anterior respecto a la madre. Mead El enfoque de Mead se aparta del de Freud en algunas cuestiones fundamentales. Freud era médico y psiquiatra. Mead era filósofo y sociólogo, y le preocupaba menos el funcionamiento emocional interno de la 33 personalidad individual que los procesos de interacción social. Mead insistió menos que Freud en el inconsciente y la idea de represión apenas aparece en su obra. p.67 Además, Mead no estaba de acuerdo con Freud en que lo que ocurre desde el nacimiento hasta la primera infancia determina sustancialmente gran parte de nuestras experiencias posteriores. Para Mead, la capacidad de aprendizaje social de la adolescencia es tan importante como la de la infancia. Mead hizo mucho hincapié en la importancia del juego para el desarrollo del niño. A través de los aspectos imaginativos del juego, el niño aprende a representar el papel del otro, a ver el mundo como lo ven los otros y a romper con un punto de vista egoísta. Los niños separan el "yo" del "mí" como consecuencia de este proceso. El "mí" es el yo social, el yo ante el que reaccionan los demás. Al final de la niñez y en la primera adolescencia el chico o la chica aprende a representar el papel del otro generalizado, es decir, a asumir las normas y valores abstractos en los que se basa el conjunto de la sociedad. También esto suele aprenderse, más que nada, a través de juegos cooperativos. Piaget El tercer gran teórico del desarrollo infantil se diferencia tanto de Freud como de Mead. Piaget era un psicólogo que basó la mayoría de sus ideas en la observación directa de los niños. Ni Freud ni Mead estudiaron directamente a los niños. Al igual que Mead, Piaget hizo menos hincapié en el inconsciente que Freud; sin embargo, escribió mucho más que Mead sobre el desarrollo emocional del niño. Para Piaget, el niño es, en principio, egocéntrico: ve el mundo únicamente desde la perspectiva que le ofrece su propia situación en él. Los niños tienen que aprender que existen otras personas cuyos pensamientos y sentimientos son comparables a los suyos, y les cuesta muchos meses captar conceptos que los adultos dan por sobreentendidos, como los de velocidad, peso o número. Aprender a utilizar el idioma es una parte fundamental en el dominio de dichas ideas. El camino que va desde el egocentrismo infantil a la madurez atraviesa diversos estadios característicos. Piaget señala que, en cada uno de ellos, el niño va aumentando gradualmente su capacidad para captar conceptos abstractos y para comprender los sentimientos de los demás. Hasta los quince años aproximadamente los niños no son capaces de asimilar conceptos lógicos y racionales complejos y, en realidad, hay niños que nunca llegan a este estadio. p.68 minados tipos de sociedades. Por ejemplo, en el mundo occidental actual la muerte se suele relacionar con la vejez, porque la mayoría de la gente vive durante setenta años o más. Sin embargo, en las sociedades tradicionales moría más gente joven de la que sobrevivía hasta la vejez. La infancia Para la mayoría de nosotros la infancia es un estadio diferenciado y concreto de la vida. Suponemos que los "niños" son distintos de los "bebés" y de los que empiezan a gatear. La infancia se sitúa entre el momento en que se deja la cuna y el comienzo de la adolescencia. Sin embargo, el concepto de infancia o niñez, como tantos otros aspectos de nuestra vida social actual, no surgió hasta hace dos o tres siglos. En las sociedades tradicionales, se pasaba directamente de ser considerado un bebé durante un período muy prolongado a realizar trabajos dentro de la comunidad. El historiador francés Philippe Ariès ha señalado que la niñez, como una fase separada del desarrollo, no existía en la Edad Media (Ariès, 1973). En las pinturas de la Europa medieval, los niños eran retratados como "pequeños adultos", con rostros maduros y el mismo tipo de vestimenta que los mayores. Los niños participaban en los mismos trabajos y juegos que los adultos, y carecían de los juguetes o entretenimientos que nosotros actualmente consideramos normales. Hasta comienzos del siglo XX, en Gran Bretaña y en la mayoría de los países occidentales, los niños de tan sólo siete u ocho años empezaban a trabajar, a una edad que ahora nos parece muy temprana. De hecho, en el mundo actual todavía hay muchos países en los que los niños trabajan la jornada completa, a menudo en circunstancias físicas de gran dureza, como las minas de carbón, por ejemplo (UNICEF, 1987). La idea de que los niños tienen unos derechos propios y de que la utilización de mano de obra infantil resulta moralmente repugnante, es relativamente reciente. Algunos historiadores, siguiendo el enfoque señalado por Ariès, han señalado que en la Europa medieval la mayoría de la gente era indiferente, si no hostil, a sus hijos. Sin embargo, otros autores han rechazado esta idea, que no se sostiene si atendemos a las culturas tradicionales que existen en la actualidad. Muchos padres, y particularmente las madres, casi con toda certeza establecieron los mismos tipos de vínculos con sus hijos que los que hoy son habituales. No obstante, debido al largo período que hoy consideramos "niñez", las sociedades modernas están, de algún modo, más "centradas en la infancia" que las tradicionales. Tanto el hecho de tener hijos como la infancia en sí misma se han convertido en fases más claramente diferenciadas de lo que se consideraba en las comunidades tradicionales. Hay que subrayar que una sociedad centrada en la infancia no es aquélla en la que todos los niños disfrutan del amor y del cuidado de sus padres o de otros adultos. Los abusos sexuales y los malos tratos a niños son una caractep.69 rística habitual en la vida familiar de la sociedad actual, si bien hasta hace poco tiempo no se conocía la 34 magnitud del fenómeno. Los malos tratos a menores están claramente relacionados con lo que, de acuerdo con los criterios actuales, se cree que fue común, en este sentido, en la Europa premoderna. Parece posible que, como consecuencia de los cambios que se están produciendo en las sociedades modernas, la posición que ocupa la "niñez" se esté viendo otra vez erosionada. Algunos observadores han sugerido que los niños ahora crecen tan rápido que el carácter distintivo de la niñez está desapareciendo de nuevo (Suransky, 1982, Winn, 1983). Por ejemplo, incluso los niños bastante pequeños ven los mismos programas de televisión que los adultos, familiarizándose así mucho antes que las generaciones precedentes con el "mundo adulto". La adolescencia El concepto de "adolescente" es relativamente reciente. Los cambios biológicos que supone la pubertad (el momento en el que una persona es capaz de tener una actividad sexual adulta y de reproducirse) son universales. Sin embargo, en muchas culturas esto no produce el mismo grado de confusión e incertidumbre tan habitual entre los jóvenes occidentales de hoy. Cuando existe un sistema de grados de edad, por ejemplo, junto a una serie de ritos particulares que señalan la transición de una persona a la madurez, el proceso de desarrollo psicosexual resulta por lo general más sencillo. Los adolescentes de las sociedades tradicionales tienen menos que "desaprender" que los de las sociedades modernas, ya que el ritmo de cambio es más lento. Llega un momento en el que nuestros hijos tienen que dejar de ser niños: tienen que abandonar sus juguetes y romper con sus objetivos infantiles. En las culturas tradicionales, donde los niños trabajan junto a los mayores, este proceso de "desaprendizaje" es normalmente mucho menos estricto. La particularidad de ser "adolescente" en las sociedades occidentales está relacionada tanto con la expansión generalizada de los derechos del niño como con el proceso educativo formal. Los adolescentes suelen intentar copiar el comportamiento de los adultos, pero la ley los trata como niños. Puede que quieran trabajar, pero se les obliga a permanecer en el colegio. Los adolescentes están "a medio camino" entre la infancia y la madurez, y crecen en una sociedad sujeta a continuos cambios. El adulto joven La juventud adulta parece estar convirtiéndose cada vez más en una etapa específica del desarrollo personal y sexual de las sociedades modernas. Particularmente entre los grupos más acomodados, pero no sólo en ellos, la ... p.70 gente, en sus primeros veinte años, "se toma su tiempo" para viajar y explorar filiaciones sexuales, políticas y religiosas. Probablemente crecerá la importancia de esta "moratoria", dado el largo período de educación por el que muchos pasan ahora. La edad adulta La mayoría de los adultos occidentales jóvenes pueden aspirar a una vida que se prolongue hasta la vejez. En la época premoderna pocos podían confiar en un futuro tal. La muerte por enfermedad, a causa de una plaga o por accidente, era mucho más frecuente en todos los grupos de edad que hoy y las mujeres, en particular, corrían un gran riesgo debido a la elevada tasa de mortalidad en el parto. Por otro lado, algunas de las tensiones a las que ahora nos vemos sometidos eran menos pronunciadas en épocas anteriores. Las personas solían mantener un contacto más estrecho con sus padres y con otros parientes que en las actuales poblaciones flotantes, y su trabajo cotidiano era el mismo que el de sus antepasados. En nuestra sociedad, las principales incertidumbres han de resolverse en el matrimonio, la vida familiar y en otros contextos sociales. Tenemos que "hacernos" nuestra vida en mayor grado que en el pasado. La creación de vínculos sexuales y maritales, por ejemplo, depende ahora de la iniciativa y la selección individuales, en vez de ser determinada por los padres. Esto representa una mayor libertad para el individuo pero la responsabilidad también puede originar tensiones y dificultades. Dar una "imagen de persona que mira al futuro" cuando se es de mediana edad tiene hoy una especial importancia. La mayoría de la gente no espera "hacer lo mismo durante toda su vida", como le ocurría a la mayor parte de la población en las culturas tradicionales. A los hombres y mujeres que han dedicado su vida a una carrera profesional es probable que, en la mitad de su vida, les parezca insatisfactorio el nivel alcanzado y que las oportunidades para desarrollarse están bloqueadas. Las mujeres que han pasado su juventud cuidando de unos hijos que ya se han ido de casa, es posible que se sientan socialmente inútiles. La "crisis de los cuarenta" es una realidad para mucha gente de mediana edad. Una persona puede pensar que ha desperdiciado todas las oportunidades que la vida le ha ofrecido o que nunca alcanzará las metas que abrigó desde la infancia. Sin embargo, no hay razón para que las transiciones por las que se atraviesa conduzcan inevitablemente a la resignación o a la más terrible desesperación; desprenderse de los sueños infantiles puede resultar una liberación. p.71 La vejez En sociedades del pasado las personas de edad disfrutaban de un profundo respeto. Los "ancianos" -los grupos de mayor edad- solían tener mucho que decir -a menudo la última palabra- en cuestiones importantes para el conjunto de la comunidad. En las familias, la autoridad tanto del hombre como de la mujer aumentaba por lo 35 general con la edad. En las sociedades industrializadas, por el contrario, las personas mayores tienden a perder autoridad en el ámbito familiar y en el conjunto de la comunidad social. Al jubilarse, es probable que sean más pobres que nunca. Al mismo tiempo, se ha producido un enorme incremento en la proporción de la población de más de sesenta y cinco años. En la Gran Bretaña de 1900 sólo una de cada treinta personas era mayor de sesenta y cinco años; hoy, la proporción es una de cada cinco. La transición a la ancianidad en una cultura tradicional solía marcar la cima del prestigio que un individuo podía alcanzar. En nuestra sociedad la jubilación suele acarrear lo contrario. Para las personas mayores, que ya no viven con sus hijos y han sido expulsadas del escenario económico, no resulta sencillo lograr que el período final de sus vidas sea gratificante. Antes se pensaba que aquellos que sabían enfrentarse a la vejez lo hacían recurriendo a sus recursos personales, preocupándose menos por las gratificaciones externas que pudiera ofrecerles la vida social. Aunque esto pueda ser verdad en ciertas ocasiones, es posible que en una sociedad en la que muchos gozan de buena salud en su vejez se extienda cada vez más una actitud de "mirar al exterior". Los que están jubilados podrían encontrar una renovación en lo que se ha llamado la "tercera edad" (la que sigue a la niñez y la madurez), en la cual comience una nueva etapa de educación. La sucesión de las generaciones En la Europa medieval la muerte era más visible que hoy en día. En el mundo moderno la mayoría de la gente muere en los recintos cerrados de los hospitales, apartados del contacto con sus parientes y amigos. Hoy, la muerte es considerada por mucha gente en occidente como el final de la vida individual, no como parte del proceso de renovación de las generaciones. El debilitamiento de las creencias religiosas también ha alterado nuestras actitudes ante la muerte, que suele ser un tema del que no se habla. Se presupone que las personas tienen miedo de morir y, por ello, los médicos y los parientes suelen esconder la verdad a un enfermo desahuciado. Según Elizabeth Kübler-Ross, el proceso de adaptación a la inminencia de la muerte es un proceso de socialización que comprende varios estadios. El primero es la negación: el individuo rehúsa aceptar lo que ocurre. El segundo estadio es la ira, particularmente entre aquellos que mueren p.72 jóvenes y que sienten rencor por verse privados de la mayor parte de su vida. Le sigue el estadio de negociación. El individuo hace un pacto con el destino, o con la deidad, para morir pacíficamente si se le permite vivir para poder presenciar un acontecimiento significativo concreto, como una boda o un cumpleaños en la familia. Después, el individuo cae con frecuencia en una depresión. Finalmente, si se sobrepone a este estado, pasará a la fase de aceptación, en la cual se logra aceptar en paz la proximidad de la muerte. Kübler-Ross señala que cuando pregunta a su audiencia qué es lo que más temen de la muerte, la mayoría de las personas responden que temen lo desconocido, el dolor, la separación de los seres queridos o el no haber podido llevar a cabo los proyectos que tenían. Para esta autora, estas cosas son sólo la punta del iceberg. Prácticamente todo aquello que asociamos con la muerte es inconsciente y tiene que salir a la luz si queremos ser capaces de aceptarla. De un modo inconsciente, la gente no puede concebir su propia muerte más que como una entidad maligna que viene a castigarles. Si consiguen ver que ésta es una asociación irracional -que, por ejemplo, ser un enfermo terminal no es un castigo por las malas acciones- el proceso se facilita (Kübler-Ross, 1987). En las culturas tradicionales, en las que los hijos, los padres y los abuelos suelen vivir en la misma casa, se tiene normalmente una conciencia clara de la conexión entre la muerte y la sucesión de las generaciones. Los individuos se sienten parte de una familia y de una comunidad que vive indefinidamente, con independencia de la transitoriedad de la existencia personal. En tales circunstancias la muerte quizás pueda verse con menos ansiedad que en las circunstancias sociales individualistas y sometidas a cambios acelerados del mundo moderno. Socialización y libertad individual Dado que el entorno cultural en el que nacemos y alcanzamos la madurez tiene tanta influencia sobre nuestro comportamiento, podría parecer que se nos priva de individualidad o de voluntad propia. Se podría pensar que simplemente nos acoplamos a unos moldes preestablecidos que la sociedad tiene preparados para nosotros. Algunos sociólogos escriben sobre la socialización -¡e incluso sobre sociología en general!- como si éste fuera el caso, pero tal punto de vista es fundamentalmente erróneo. El hecho de que desde el nacimiento hasta la muerte interactuemos con otros condiciona, sin ninguna duda, nuestra personalidad, los valores en los que creemos y el comportamiento que desarrollamos. Sin embargo, la socialización también es el origen de nuestra propia individualidad y libertad. En el curso de la socialización cada uno desarrolla un sentido de la IDENTIDAD propia y la capacidad de pensar y actuar de forma independiente. p.73 Este punto se ilustra fácilmente con el ejemplo del aprendizaje del lenguaje. Nadie inventa el lenguaje que aprendemos de niños y todos estamos condicionados por reglas de uso lingüístico fijas. Sin embargo, al mismo tiempo, comprender el lenguaje es uno de los factores básicos que hacen posible nuestra autoconciencia y creatividad. Sin lenguaje no seriamos seres autoconscientes y viviríamos más o menos en el aquí y ahora. El dominio del lenguaje es necesario para la riqueza simbólica de la vida humana, para ser conscientes de las propias características individuales y para nuestro dominio práctico del entorno. Resumen 36 1.

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