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Masculinidad


Enviado por   •  24 de Abril de 2014  •  2.605 Palabras (11 Páginas)  •  434 Visitas

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Durante las últimas décadas del siglo XX los estudios sobre el género, y en particular sobre la mujer, marcan un espacio de conquista sin precedentes en el ámbito de las Ciencias Sociales, y del conocimiento científico en general. Con ellos se fortalece al mismo tiempo, la diversidad de variables, aristas y enfoques teórico-metodológicos comprendidos en el análisis de la identidad de género. En este tema, donde hasta hace solo unos pocos años se privilegiaba ampliamente la mirada al modo de vida femenino, comienza a prestársele atención sistemática a la construcción de la masculinidad.

De ahí que la permanente pregunta ¿Quién soy?, haya sobrepasado ya los momentos más inciertos de interrogarse la existencia humana desde la subjetividad, y detenida ahora en cuestionarse la construcción sociocultural hecha sobre el cimiento de determinaciones biológicas, suscite nuevas interrogantes, que esta vez dejan de concernir únicamente a la figura femenina, en tanto penetran ese conjunto de características sociales, corporales y subjetivas, que conforman de manera real y simbólica la masculinidad.

Para las mujeres, ya pasó la etapa de reconocimiento, por lo que identifican con un mayor o menor nivel de objetividad según sus individualidades psicosociales y culturales, los presupuestos, mitos y realidades que caracterizan y fomentan su status de subordinación histórico-social. Por ello los cuestionamientos y retos, confluyen hoy en una segunda pregunta: ¿Cómo puedo dejar de ser quien soy?.

Pero en ese proceso histórico de reconocer los factores determinantes y asociados a su sometimiento simbólico, las mujeres han nutrido de manera creciente un sistema de relaciones de conflicto con los hombres, al responsabilizarlos como figura de dominación conciente.

Ello ha condicionado que los estudios de género estén esencialmente encaminados a la búsqueda de alternativas de emancipación para las mujeres, entendida en muchos casos como desafío y rebeldía frente a los hombres. Por tanto resulta evidente el reducido espacio que se le ha otorgado a la necesaria indagación ante todo, de los procesos de construcción simbólica de ambos géneros como figuras diferentes, más allá del ámbito de la relación de poder que se establece entre ellos.

Aún son insuficientes las miradas desprejuiciadas en el tratamiento de la figura masculina, también afectada por imposiciones simbólicas emanadas de un sistema sociocultural, que le predispone o le reclama un comportamiento que no le es inherente; y en consecuencia, le depara una representación social condicionada y en detrimento de las expectativas de los propios hombres.

Michael Kimmel (1997, p. 53) destaca que “la identidad masculina nace de la renuncia a lo femenino, no de la afirmación directa de lo masculino, lo cual deja a la identidad de género masculino tenue y frágil”. La construcción de la masculinidad, entonces, supone en su materialización un rechazo al conjunto de símbolos que determinan la identidad femenina. Pero, actualmente, ¿hasta qué punto los hombres (re)conocen como una necesidad sentida el trascender la construcción sociocultural del símbolo varón en la conformación de la identidad masculina?

En esta temática, se reconocen a nivel internacional una serie de teóricos y estudiosos en general, como Joseph-Vicent Marques, Michael S. Kimmel, R. W. Connell, Michael Kaufman, Julio César Gonzáles Pagés. Ellos resultan de consulta obligatoria para valorar casuísticamente elementos simbólicos de la masculinidad expresados por hombres profesionales. Este análisis, objetivo que persigue la presente investigación exploratoria, muestra algunos indicadores del nivel de concienciación, en el que se encuentran estos sujetos, sobre la construcción transgredida de su identidad masculina.

Joseph-Vicent Marqués (1997, p. 18) plantea que “se trata de fomentarle unos comportamientos, de reprimirle otros y de transmitirle ciertas convicciones sobre lo que significa ser varón”. En tal sentido, el hombre como género es la construcción social del varón, que supone el aumento de las diferencias respecto a las mujeres, y la legitimación, de un ideal de masculinidad, que incluye cualidades y valores masculinos construidos y asignados históricamente según aspectos sociales, étnicos, geográficos, de clases y/o inclinación sexual.

La masculinidad “es al mismo tiempo la posición en las relaciones de género, las prácticas por las cuales los hombres y las mujeres se comprometen con esa posición de género, y los efectos de estas prácticas en la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura”. (Connel, 1997, p.35)

R. W. Connell en su artículo La organización social de la masculinidad distingue cuatro tipos de masculinidad: hegemónica, subordinada, cómplice y marginada. Desde su perspectiva estos criterios de clasificación no se refieren a las identidades de género, sino a paradigmas de comportamientos que se desarrollan históricamente.

Estas tipologías coexisten en un ordenamiento jerárquico cultural, con el modelo hegemónico como prototipo de comportamiento masculino que domina las relaciones de poder en el sistema de género y a partir del cual se establecen y posicionan el resto de los tipos de masculinidades. En tal sentido:

“La masculinidad hegemónica como la configuración de práctica genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimación del patriarcado, la que garantiza (…) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres”. (Connel, 1997, p.39)

“La masculinidad gay es la masculinidad subordinada más evidente, pero no la única. Algunos hombres y muchachos heterosexuales también son expulsados del círculo de legitimidad. El proceso está marcado (…) por la confusión simbólica con la femineidad”. (Connel, 1997, p.41)

Los elementos que determinan la masculinidad cómplice están relacionados con “(…) un gran número de hombres que tienen alguna conexión con el proyecto hegemónico, pero no encarna la masculinidad hegemónica. (…) Las masculinidades construidas en formas que permiten realizar el dividendo patriarcal, sin las tensiones o riesgos de ser primera línea del patriarcado, son cómplices en este sentido”. (Connel, 1997, p.41)

En la masculinidad marginada “el término marginación se refiere a las relaciones entre las masculinidades en las clases dominante y subordinada o en los grupos étnicos. La marginación es siempre relativa a una autorización de la masculinidad hegemónica del grupo dominante (…) Las relación de marginación y autorización puede existir también entre masculinidades subordinadas”. (Connel, 1997, p.42)

Por su parte Michael S. Kimmel incluye en el análisis de la masculinidad, las variables raza,

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