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Medea Pasión Y Razón


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2012  •  2.266 Palabras (10 Páginas)  •  756 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Ante la figura mitológica de Medea, nos enfrentamos con una heroína que representa, a un mismo tiempo, lo divino y lo terrenal. Esta heroína es la que encontraremos en las obras de Eurípides y Séneca: una mujer capaz de amar y odiar con la misma intensidad, pero tan racional que puede urdir la más cruel e implacable venganza, dejando a un lado sus propios sentimientos.

LA MEDEA MITOLÓGICA

En la mitología griega Medea era la hija de Eetes, rey de la Cólquida y de la ninfa Idía. Era sacerdotisa de Hécate, que algunos consideran su madre y de la que se supone que aprendió los principios de la hechicería junto con su tía, la diosa y hechicera Circe y nieta del Titán Helios.

Cuando Jasón y los argonautas llegaron a la Cólquida y reclamaron el vellocino de oro, el rey Eetes les prometió que se lo entregaría sólo si eran capaces de realizar ciertas tareas. En primer lugar Jasón tenía que uncir dos bueyes que exhalaban llamaradas de fuego por la boca y arar un campo con ellos. Una vez arado debería sembrar en los surcos arados los dientes de dragón que Eetes le dio. Jasón aceptó las condiciones, a pesar de que salir airoso de la prueba se le hacía imposible. Sin embargo Medea, traspasado su corazón por los dardos certeros de amor de Eros y aconsejada por su hermana, cuyos hijos había salvado Jasón de perecer en la isla de los pájaros, visitó esa misma noche la tienda de Jasón y le proporcionó pociones, ungüentos mágicos e instrucciones precisas para lograrlo. Invulnerable al fuego y poseedor de una fuerza sobrenatural pudo el héroe someter a los bueyes. Tras salir airoso de esta prueba, Eetes se negó a cumplir su parte del trato. Guiados por Medea, los argonautas llegaron al bosque donde se escondía el vellocino de oro, que estaba custodiado por una enorme serpiente que jamás dormía. Ayudada de unas hierbas especiales y sus propios poderes hipnóticos Medea logró dormirla permitiendo así que Jasón tomara el preciado trofeo y pudieran todos regresar con él a su patria.

Medea, sabedora de que su traición nunca sería perdonada y enamorada perdidamente de Jasón, ruega a éste que le permita unirse a la expedición a cambio de sus servicios, a lo que él accede prometiendo además casarse con ella, jurando serle siempre fiel. Mientras tanto, Eetes manda a su hijo mayor Apsirto al frente de una gran flota a perseguirlos. Medea lo mata y descuartiza sabiendo que al tirar sus restos al mar, Eetes se demoraría en recogerlos para poder sepultarlos. De esta manera, los argonautas obtuvieron una importante ventaja y logran llegar junto al rey Alción, quien les brinda protección, pero son interceptados por los colcos que buscan venganza. El rey Alcínoo tras discurrir una solución, decide entregar a Medea a los perseguidores sólo si conserva su doncellez. La noche previa al dictamen le comenta su decisión a su esposa, la reina Arete, quien cautivada por el encanto de Medea, inmediatamente advierte a los argonautas quienes organizan todo para que esa misma noche, en la cueva de Macris, Medea y Jasón se unieran en matrimonio. Al día siguiente, Alcinoo dicta su sentencia pero ya sería demasiado tarde.

En su huída, Medea recurre a sus dotes de hechicera y a su inigualable ingenio para deshacerse de los enemigos, aunque ello implique matar y destruir a quien se cruce en su camino hasta que en su alocada huida logran llegar a Corinto buscando la protección del rey Creonte quien, atraído por la fama de Jasón y en la preocupación de no tener un hijo varón que herede el trono, propone a éste que se case con su hija, a lo Jasón accede. Esto provocará la ira de Medea, y a partir de aquí, Eurípides reescribirá su historia.

EURÍPIDES

Antes de adentrarnos en la obra es importante conocer algunas cuestiones relacionadas con el pensamiento de Eurípides (Salamina 480 a.C. – Macedonia 406 a. C.)

Aún cuando, en muchos aspectos Eurípides pertenece todavía al apogeo de la época clásica, pero ya se vislumbraba el inicio de una nueva época de profundos cambios tanto sociales como religiosos, basados en las ideas sofistas que propone la ruptura con la tradición en todos los aspectos de la vida, convirtiendo en objeto de discusión racional todas las relaciones de la vida humana. De esta manera, el hombre es la medida de todas las cosas, por lo tanto no puede orientar ni su pensamiento ni su acción conforme a las costumbres impuestas por el uso, sino que debe reconocer como válidas las normas que se imponen desde el propio modo de pensar, que por otra parte no es estático, por cuanto el hombre, por naturaleza, es contradictorio.

LA MEDEA DE EURÍPIDES

La obra comienza cuando Jasón traicionando a Medea se casa con la hija del rey Creonte.

Es de conocimiento público que Medea, presa de un profundo amor hacia Jasón, abandona su familia, su patria y huye con él, y en esa huída no duda en cometer crímenes atroces o utilizar toda su arte en hechicería para ayudar a su amado a cumplir sus objetivos.

El amor por Jasón hace que Medea deje de ser una joven inocente y virgen para convertirse en una mujer casada y madre, pero no a la manera tradicional en que las mujeres eran dadas en matrimonio por sus padres o tomadas como esposas; Medea se enamora apasionadamente de Jasón y decide autónomamente abandonar su patria con él. Sin embargo, esta decisión propia y este amor intenso deberá pagarlos con el abandono y la traición del mismo Jasón.

La traición de Jasón hace que Medea sienta su amor ultrajado. La humillación la lleva a que lo odie con la misma fuerza irrefrenable con que antes lo amó, y ese odio a su vez despierta en ella el deseo de venganza.

Ya en un principio la nodriza anticipa lo peor: su ama está despechada y sabe que eso traerá terribles consecuencias:

Nodriza: “Ella odia a sus hijos y no se alegra al verlos, y temo que ella vaya a tramar algo inesperado (pues su alma es violenta y no soportara el ultraje. Yo la conozco bien), pues ella es de temer! No será fácil a quien haya incurrido en su odio que se lleve la corona de la victoria...” (31-47)

La llegada de Creonte a la casa de Medea trae nuevas desdichas: el rey ha decidido desterrarla de inmediato, temiendo que ella pudiera vengarse. Medea suplica al rey misericordia pero es en vano, sólo consigue de él quedarse un día más: el tiempo suficiente para llevar a cabo su venganza: matar al rey, a la hija de éste y a Jasón.

Jasón, enterado de la decisión de Creonte de desterrar a Medea, acude a verla para reprocharle su cólera

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