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NIÑO INDIGENA


Enviado por   •  15 de Abril de 2014  •  1.401 Palabras (6 Páginas)  •  165 Visitas

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CULTURA

Cada municipio, poblado, comunidad y pequeña ranchería ubicado en las montañas, en las costas, en los valles, en las selvas o en los desiertos, encuentran su vigor en la niñez- Ahí, el juego y el trabajo son actitudes inherentes a sus condiciones de vida. Silbatos zoomorfos de barro cocido, flautas de carrizo, caparazones de tortuga, maracas de calabazos, chicotes y pequeños tambores, forman parte de los juguetes sonoros que los niños indígenas elaboran o acondicionan. Al lado de su madre, de su padre o de sus abuelos, el oficio se va aprendiendo a manera de juego, y a manera también de juego, el niño se va haciendo músico y/o danzante; unos por tradición familiar o por vocación, y otros por promesa religiosa.

El juego de imitar a los adultos en los pueblos indígenas se fundamenta en la noción del prestigio, y de ninguna manera es arbitrario u ocasional; es un sistema instituido sobre bases firmes y fuerte tradición; posee normas acordadas y explicitadas socialmente. Por dicha razón se transmite de generación en generación, a condición de seguir vigente para dar continuidad a la cultura. Al respecto, recordemos las carreras de los niños rarámuris, la iniciación en la cacería de aves que organizan los niños hñahñü; la elaboración de muñecas de trapo entre las niñas tzeltales, tzotziles o mazahuas; los collares de semillas que confeccionan las jovencitas lacandonas; las niñas alfareras purhépechas de manos delicadas o bien las hábiles niñas tejedoras de palma de la mixteca baja oaxaqueña.

Lo onírico, lo gratuito y lo estético del juego como mecanismo de enseñanza-aprendizaje, son parte de la misma condición infantil, producto de una sensibilidad socializada e históricamente desarrollada. Así, lo estético del juego y el juguete satisface necesidades materiales y espirituales, pero también es vehículo para la expresión y la comunicación entre la familia y la comunidad.

Los pueblos indígenas son sociedades muy integradas, por lo cual resulta difícil hablar en particular de la música, de la danza, de la estética, de la ética, de normas sociales y de ocupaciones y cargos comunitarios como áreas diferenciadas de la actividad humana y de la vida misma. Todas ellas se articulan, determinan y confluyen a la vez. Muchos de los mitos, costumbres y ritos de los que se derivan las danzas, el canto y en buena medida la música, se fundamentan en ciclos esenciales según estén simbolizados los códigos en cada unidad social y, por tanto, están íntimamente relacionados con actividades, tareas, normas y valores que han permitido caracterizar a cada sociedad.

Es por ello que el juego infantil articula por lo menos cuatro elementos: la transformación práctica de un objeto o elemento con base en el juego-trabajo (pensemos en un instrumento musical), el conocimiento, la orientación valorativa y la transmisión de información colectiva en mensajes particulares.

En las sociedades indias existe una interrelación (corno elementos de identidad) entre la herencia cultural y la riqueza de las tradiciones manifiestas en los niños. A diferencia de lo que ocurre en las sociedades occidentalizadas, en las comunidades indígenas los niños asumen papeles sociales, económicos y rituales a muy temprana edad, a través de ritos de paso. La integración de ellos a las agrupaciones musicales o a las celebraciones rituales de la danza, es casi un sistema obligatorio, caso de esto lo encontramos entre los nahuas y otomíes, en la formación de la Danza de Pastoras; entre los coras y huicholes, en donde los niños pare poderse convertir ya sea en músicos o en danzantes, primero tienen que participar en una cacería que organizan los adultos. Ejemplo similar es el complejo simbólico del niño como vehículo de adoración, una referencia son los niños -malinches- de la Sierra Norte de Puebla. Para las culturas indígenas lo más puro y cercano a las divinidades son los niños.

Otra referencia de la interrelación de elementos disímiles (en apariencia), que funcionan como conductores de la socialización primaria, lo detectamos entre los tenek; las maracas que elaboran los niños con calabazos y madera, la carga simbólica que se le confiere al instrumento musical, la presencia de los frutos (bules o tecomates) como parte del entorne natural y la concepción religiosa que de ellos se tiene en la comunidad, son inseparables de las creencias y prácticas rituales, las que tienden e reelaborarse

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