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Naturaleza De Los Personajes De "Aura"


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  2.901 Palabras (12 Páginas)  •  392 Visitas

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La naturaleza de los personajes de Aura

A

ura es una novela de Carlos Fuentes, escrita en la segunda mitad del siglo XX. Encontramos en ella principalmente dos hechos fantásticos: la aparente transformación o desdoblamiento de Consuelo en la joven Aura, y la de Felipe Montero en el General Llorente. La primera vez que leí la obra interpreté esto en forma literal, es decir, que Aura era realmente, en el relato, un ser de carne y hueso, o bien un fantasma, y que Felipe reencarnaba físicamente en el esposo de Consuelo; pero cuando volví a leerla, después de varios años, encontré elementos que en lo personal, ya no me permiten seguir sosteniendo aquella primera interpretación de la novela. Por eso digo que dichas transformaciones son solo aparentes, porque ahora pienso que no ocurrieron realmente en el espacio-tiempo del relato. Esto es lo que pretendo explicar en este trabajo, dilucidar cuál es la naturaleza de los personajes de esta novela de Carlos Fuentes, arguyendo que Aura no es un ser real, y que la reencarnación del difunto esposo de Consuelo en Felipe Montero no ocurre físicamente. No es mi intención descubrir el hilo negro de la obra, pues la crítica es ya muy basta en sus explicaciones e interpretaciones respecto de esta novela, pero la opinión que presento, apenas ha sido sugerida por algunos críticos y no se ha expuesto satisfactoriamente. Para comprobarla analizaremos la estructura misma del relato, concretamente, quién habla en la novela ¿es Felipe Montero o la señora Consuelo? ¿Por qué utiliza el narrador la segunda persona del singular para relatar los acontecimientos? ¿Es solo un estilo de narrar la historia o tiene implicaciones sustanciales para comprender la obra? ¿Qué es lo que realmente se cuenta? Empezaremos con un breve resumen de la obra, para después dar respuesta a estas preguntas.

Aura relata la historia de la anciana Consuelo, de 109 años, quien aparentemente logra, a través de la brujería y la utilización de plantas y flores mágicas, hacer que su juventud regrese transformándose en la joven Aura. Después, parece que también consigue reencarnar a su esposo, el general Llorente, muerto hacía varias décadas, en el cuerpo de Felipe Montero, un historiador joven a quien Consuelo había contratado y hecho vivir en su casa con el pretexto de necesitarlo para completar las memorias de su difunto esposo. Hecho esto, los personajes desdoblados viven un intenso romance que dura sólo tres días, en el transcurso de los cuales, Aura envejece vertiginosamente hasta quedar convertida en la vieja consuelo, y Felipe Montero, quien había reencarnado en el General Llorente, vuelve a ser él mismo.

Pues bien, tenemos un relato lleno de misterio, fantasía y confusión. ¿Qué interpretación le daremos? El breve resumen esbozado en líneas precedentes contiene ya una explicación posible: la bruja que utiliza la hechicería para convocar su juventud y reencarnar a su difunto esposo. Visto así, el relato sería como lo describe Mario Mendoza en su artículo Aura de Carlos Fuentes: Un aquelarre en la calle Donceles 815, una obra de hechicería, por los elementos de brujería que contiene: El conejo como acompañante de la bruja, los sacrificios del gato y del macho cabrío, la mención de plantas y flores mágicas, así como la atmósfera de misterio que domina en la casa de la anciana Consuelo. En este mismo sentido, José Luis Martínez Morales, en su artículo Aura, el espectro de la transgresión, afirma que la novela es una “transgresión de lo sacro, profanación dentro de un contexto de carnavalización en el sentido bajtiniano” (Martínez, 2002: 99). Esto lo dice basándose sobre todo en la descripción de la relación sexual entre Felipe y Aura, donde se hace una analogía entre el acto sexual y la comunión cristiana. Asimismo, Martínez trae a colación las observaciones de Ana María Albán, quien ha destacado que en la novela hay algunas insinuaciones del pecado de rebelión contra Dios, refiriéndose a aquella escena en la cual se describe el muro de las devociones ubicado en la habitación de la señora Consuelo, en donde están expuestos en un grabado, junto con las reliquias y las veladoras, “los demonios sonrientes, los únicos sonrientes en esta iconografía del dolor y la cólera: sonrientes porque […] ensartan los tridentes en la piel de los condenados, les vacían calderones de agua hirviente, violan a las mujeres, se embriagan, gozan de la libertad vedada a los santos (Fuentes, 2008:31).

Las anteriores interpretaciones de la novela parecen correctas, y de hecho contienen elementos que sí encontramos en ella, pero la verdad es que el relato no dice explícitamente en ninguna parte que Consuelo haya logrado rejuvenecer ni tampoco reencarnar a su esposo mediante la brujería. Esta conclusión se ha derivado del contenido de las memorias del General Llorente, analizadas por Felipe. En ellas se dice que Consuelo deseaba intensamente mantener su juventud y que para ello utilizaba brebajes de plantas curativas y mágicas. Pero al parecer jamás logra su propósito, solo es un deseo frustrado. Su esposo se compadecía de ella y le advertía que esos brebajes en nada le servirían, y ella misma reconoció que las hierbas no la fertilizarían en el cuerpo, sólo en el alma, es decir, no habría un resultado material. No obstante, al final su obsesión fue tal que terminó por desequilibrarse mentalmente y por creer que podía hacer que su juventud realmente volviera. “Consuelo, pobre Consuelo,” (Fuentes, 2008:47) se lamentaba su esposo en la parte final de sus memorias.

Efectivamente, Consuelo era una mujer alucinada por su belleza y juventud, pero si nos decantamos por creer que Aura es un ser real, la encarnación de la juventud de Consuelo, y que Felipe literalmente reencarna en el General Llorente, el relato perdería verosimilitud, porque no hay elementos para concluir categóricamente esto. A Aura no se le describe claramente, solo se le ve entre sombras, y de hecho, Felipe la percibe como entre sueños, por lo cual es dudoso que sea un ser real; y un fantasma tampoco podría ser pues necesitaría un cuerpo físico para entrar en intimidad sexual con Felipe Montero. Por lo que respecta a este último, en el relato no se explica de qué manera ocurre su transformación en el General Llorente, si ésta realmente sucede o es solo su estado anímico lo que le induce a creerlo.

Lo anteriormente expuesto junto con lo que analizaremos a continuación, me lleva a concluir que Aura no existe en el relato, no es un fantasma, ni mucho menos un ser real, de carne y hueso. Igualmente, Felipe Montero jamás reencarna en el General Llorente. En otras palabras, Consuelo jamás rejuvenece, y Felipe no se transforma físicamente. Ahora bien, si Aura no es un ser real, entonces ¿qué es, y qué

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