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POLÍTICA EDUCATIVA EN MÉXICO 1940-1958:ESCUELA DE LA UNIDAD NACIONAL


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2012  •  Tesis  •  7.096 Palabras (29 Páginas)  •  1.300 Visitas

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POLÍTICA EDUCATIVA EN MÉXICO 1940-1958:ESCUELA DE LA UNIDAD NACIONAL

Por Ariadna Sanchez

INTRODUCCIÓN

Respondiendo al nuevo orden mundial, producto de la Segunda Guerra Mundial y al inicio de la Guerra Fría, el modelo educativo de 1945-52 tendió a fortalecer la unidad nacional: se enfocó a la homogeneización espiritual de los mexicanos. Mediante la educación se pretendía crear el tipo de hombre, de trabajador y de técnico que exigía el desarrollo económico. El instrumento fue la llamado escuela de la unidad nacional.

A partir de 1940, con el ascenso de Manuel Ávila Camacho a la Presidencia de México, la política educativa se propuso disminuir la carga ideológica en los planes de estudio, combatir la burocracia y el sindicalismo radical, unir al magisterio e incrementar la participación de la educación privada. El medio sería una reglamentación al artículo tercero constitucional y la instumentación de una escuela a la que se denominó la escuela del amor. El propósito lo constituía la construcción de una política de equilibrio social. La nueva reglamentación volvió a establecer la educación unisexual. Aunque la educación todavía era socialista, la reglamentación cambiaba su finalidad de un instrumento transformador de la sociedad a una herramienta propiciadora de la unidad de los mexicanos. A través de todo esto, se pretendía que la escuela fuera el medio para borrar las desigualdades existentes mediante la enseñanza amorosa, construyendo la homogeneización espiritual que uniera a los mexicanos en una nación fuerte.

Más tarde, ya durante el sexenio de Migule Alemán Valdés (1946-52), además de la unidad nacional, la escuela debía tender más a la práctica y a la experimentación. Se creó la idea de la educación al servicio del desarrollo: la educación debía ser la base en la construcción de la unidad nacional ajustándose a los requerimientos del desarrollo económico y sobre todo industrial. Una estructura educativa ajustada en cuerpo y objetivos a la industria caracteriza a la administración de Miguel Alemán Valdés.

Ante todas estas políticas educativas, se encuentra un trasfondó o justificante filosófico en el cual se cimienta la escuela de la unidad nacional, que aparte de perseguir dicha unidad, pretendía la formación de trabajadores. Es por esto que durante este periodo fue notoria la influencia de la pedagogía social de Paul Natorp y de la pedagogía activa de Jorge Kerschensteiner, teorías educativas introducidas en el país por Francisco Larroyo, además de la “escuela Dewey”.

El objetivo del presente trabajo es exponer las política educativas durante los periodos de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés, dentro de lo que se conoce como la Escuela de la Unidad Nacional, además de brindar una pequeña descripción y explicación de las escuelas pedagógicas que dieron cuerpo ideológico a este periodo de la historia de la educación en México. La idea que rige el desarrollo del trabajo es el presentar las principales acciones de los Secretarios de Educación que, en viculación directa con las propuestas presidenciales, se encargaron de dotar a la escuela mexicana de una doctrina que legitmiara los programas políticos y económicos del régimen. La meta del Gobierno era crear los obreros calificados que la industrialización requería, haciendo uso de la retórica nacionalista y democrática.

CONTEXTO HISTÓRICO

La Segunda Guerra Mundial y sus “bendiciones”

En la época de posguerra surgió en la mayoría de los países de Europa, así como en Norteamérica, la política del Estado Benefactor que, mediante la instrumentación de subsidios alimenticios, prestaciones familiares y servicios sociales según las necesidades, buscaban enfretnar los trastornos de la inflación de nuevo orden económico de posguerra. La política del Estado Benefactor dependió en su totalidad del incremento de los lazos comerciales entre los países de uno y otro lado del mundo. Sin embargo fueron los Estados Unidos quienes se vieron fortalecidos al trasladárse la esfera del poder del continente europeo al americano.

A pocos años de haber finalizado la guerra, la idea de un rápido crecimiento económico para crear una sociedad más rica, empieza a manejarse entre los países desarrollados. Las naciones tendían no sólo a la recuperación, sino a la optimización; sin embargo, la inflación seguía perjudicando a los salarios. Para tratar de contrarestar sus efectos sociales, el Estado Benefactor ampliaba su radio de influencia hacia los estados de economías menos desarrolladas en Asia, Africa, Medio Oriente y América Latina.

En el campo de la ciencia, a partir de la segunda guerra mundial, el pensamiento filosófico se desarrolló por lo menos en tres vertientes. Una de ellas, el neopositivisomo, representa una prolongación original de la actitud positivista; la otra lleva por nombre el de la filosofía de la existencia, que incluye algunas notas sobre la filosofía de la vida. Una corriente más reciente, ligada muy de cerca a los problemas del capitalismo, lo constituye la práctica del marxismo como doctrina filosófica y política entre países del tercer mundo.

México y las consecuencias de la guerra

Después de la guerra, la búsqueda de inversiones en el extranjero, de mano de obra más barata y mercados, por parte de las empresas de los países capitalistas avanzados, constituyó un factor para el desarrollo de las empresas multinacionales y de la expansión de las finanzas internacionales. Esta búsqueda “benefició” a los países no desarrollados permitiéndoles ser partícipes de una evolución en sus sistemas económicos. Pero al mismo tiempo, ello implicó la dependencia económica respecto de los países desarrollados la cual debió a que, dentro de los países dependientes, los gobiernos y los grupos de capital privado solicitaron capital y tecnología extranjera en forma de inversiones, empréstitos de importación de maquinaria y tecnología, para acelerar el proceso de desarrollo o para incrementar sus utilidades. La consecuencia de este tipo de desarrollo se tradujo en pérdida de divisas, el pago de intereses sobre préstamos y la importación de maquinaria y tecnología. El costo social adquierió la forma de desempleo alto, subempleo persistente, orientación productiva hacia la grupos sociales de altos ingresos y hacia la exportación, y la no satisfacción de las necesidades de las mayorías mexicanas.

En el caso de México, esta dependencia

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