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POLÍTICA EDUCATIVA EN MÉXICO


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2013  •  854 Palabras (4 Páginas)  •  356 Visitas

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

UNIDAD 212 TEHUACÁN

SUB SEDE CIUDAD SERDÁN, PUE.

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN

CAMPO PRÁCTICA EDUCATIVA

POLÍTICA EDUCATIVA EN MÉXICO

ASESOR:

MTRA. LAURA TÉLLEZ GONZÁLEZ

PROFESOR – ALUMNO:

JESÚS RICARDO FLORES PÉREZ

CIUDAD SERDÁN, PUE. 11 DE OCTUBRE DE 2013

¿EXISTE UNA FILOSOFIA DE LA EDUCACIÓN DEL ESTADO MEXICANO?

La filosofía: de la academia a la política

Se ha entendido por “filosofía” la obra de los filósofos, es decir, las teorías elaboradas por quienes ejercen el oficio de filosofar, o la actividad que estos desarrollan. La filosofía de ha ido conformando con la obra de pensadores excepcionales como Platón, Aristóteles, Descartes, Kant o Hegel.

Si tomamos en consideración los contenidos de la llamada “historia de la filosofía” habremos de aceptar que se trata de diversas concepciones acerca del mundo, del conocimiento, del ser humano, de las relaciones de este con la naturaleza, y de las relaciones entre los hombres. Desde este punto de vista, es innegable que el filosofar no es privativo de los filósofos académicos.

La diferencia cualitativa se llega a dar cuando la filosofía académica de convierte en critica de la filosofía espontanea.

Otra diferencia notable consiste en que mientras la filosofía académica se vive como quehacer profesional, la filosofía cotidiana o espontanea se vive como moral y como política; pero una y otra son históricas, una y otra son expresión de la sociedad de la que emergen y están imbricadas en lo que Gramsci llama “filosofía de la época”.

“Filosofía de la época” se aplica, desde luego, en una acepción amplia del concepto filosofía. No obstante que la filosofía de la época no es un producto puramente académico, y pese a que se trata de un producto histórico, que se conforma a partir de la diversidad, que emerge de la cotidianidad, que envuelve valores y normas, y que conlleva, una fuerte carga ideológica, su expresión no constituye un discurso necesario y totalmente falto de racionalidad y de objetividad.

El origen cotidiano de la filosofía no es un obstáculo para que esta adquiera el rango de “conocimiento objetivo”; antes bien la cotidianidad facilita la objetividad por cuanto las exigencias de la vida cotidiana apremian a la teorización para que proporcione explicaciones objetivas acerca de las necesidades humanas y de la posibilidad de lograr su satisfacción.

La filosofía de la época es, simultáneamente, conocimiento teórico e ideología, y aunque

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