Patologías Del Libro Antiguo

Lo fundamental para evitar que un documento se deteriore es aplicar una conservación preventiva.

Hasta el siglo XVIII el material en el que se fabricaba el papel era de trapo, una materia prima muy estable que ha podido permitir que muchos manuscritos e impresos lleguen a nuestros días. Pero el problema reside en el material que se ha venido utilizando a partir del siglo XIX, una materia prima mucho más sensible y con tendencia a estropearse con facilidad, por lo que es primordial realizar una conservación preventiva.

En la actualidad, con la llegada de las nuevas tecnologías, la documentación electrónica se ha convertido en una información muy útil pero a la vez existe el inconveniente de que es muy difícil conservar ese material, debido a la gran cantidad de información y, probablemente al poco espacio del soporte. También se encuentra la conciencia de cuidar el medio ambiente, para lo cual el papel en muchos casos ha pasado a ser reciclado, siendo un material de muy baja calidad que dificulta su conservación.

La conservación preventiva consiste en el conjunto de acciones que garantizan la conservación de los documentos, manuscritos, libros… mediante el control de su entorno y la implantación de programas de mantenimiento y gestión. La prevención es la mejor forma de conservación, ya que así se evitan posteriores intervenciones que pueden afectar minorando el valor del bien.

En cuanto al depósito de los libros, los factores de deterioro son:

- El clima, debe existir un microclima necesario, en el cual la humedad se deberá de encontrar entre el 50% y el 60%, y a una temperatura de entre 16 y 20ºC.

- La iluminación, no deben estar en contacto directo con la luz solar.

- Aislar las conducciones de agua y las instalaciones eléctricas para evitar filtraciones e incendios.

- Etc...

Respecto al mobiliario, se deben conservar los libros en estantes metálicos sin cortes ni protuberancias que pudieran dañar los libros, así como, deberá de fluir el aire entre estanterías y estantes, para así evitar que se genere humedad y posibles microorganismos que dañen los documentos.

Otra máxima importante es la limpieza, se deberá limpiar el polvo minuciosamente y de una forma regular.

Anteriormente para evitar que se crearan microorganismos o aparecieran plagas de insectos se fumigaba, pero era un método muy dañino tanto para las personas como para el archivo. Actualmente se inyectan gases inertes que privan de oxígeno a los microorganismos, este método es menos perjudicial pero a la vez más costoso y lento.

La primera persona que realizó una política de prevención de los libros fue Felipe II quien, a través de la construcción de un

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