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Pensar La Educacion De Carli

MacarenaWolf26 de Septiembre de 2013

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Pensar la educación.

Dilemas del presente y conceptos disponibles.

Sandra Carli - Buenos Aires - Junio/2004

Introducción:

La relación comunicación/educación, expresada como distinción o como dimensiones en diálogo, es una conceptualización heredada de otro ciclo histórico, en el que los sistemas educativos quedaron conmovidos por la presencia de los emergentes medios masivos de comunicación, en particular de la televisión, y la pedagogía, como viejo sistema totalizador de ideas sobre la educación, por los conocimientos de las incipientes teorías de la comunicación. La educación pasó entonces a pensarse en los años sesenta como comunicación, sea por su relación con los mass media y las alternativas educativas generadas por el uso de los medios como soporte o por la revalorización de la importancia del lenguaje en la interacción cara a cara entre educando y educador, redescubierta como especie de garantía de horizontalidad y comunicabilidad.

Hoy esa conceptualización, que tuvo la capacidad de contener un conjunto de experiencias, teorías y fenómenos ubicados durante cierto tiempo en el margen de las prácticas educativas hegemónicas y que dio lugar en las últimas décadas a la institucionalización de un campo de conocimiento y de experiencias, resulta limitante para pensar la complejidad de los procesos educativos en sentido amplio. Las palabras “comunicación” y “educación” están a esta altura cargadas de significados históricos y no siempre habilitan una mirada más compleja de los procesos educativos desde el punto de vista transdisciplinario, en la que los cercos curriculares o disciplinarios no se convierten en obstáculo. Desde cierta perspectiva una serie de conceptos procedentes de distintos campos de conocimiento y que han recorrido diversas genealogías, nos proveen de herramientas para pensar y analizar los procesos educativos contemporáneos o invitan a generar investigaciones que exploren sus dilemas. En este artículo intentaremos presentar algunas problemáticas de la educación argentina y algunos conceptos para pensarla.

Los procesos educativos complejos

Prefiero entonces referirme en primer lugar a la existencia de procesos educativos complejos en los que se han producido, en las últimas décadas, un conjunto de transformaciones derivadas del nuevo escenario de la globalización económica, tecnológica y cultural, pero también de las hibridaciones particulares que en los contextos nacionales y locales ha generado la combinación entre globalización y ajuste económico y deterioro social, como es el caso de la Argentina. Esas transformaciones generales, enunciadas en forma general e indiferenciada como rasgos de la educación actual adquieren cualidades propias en el contexto local.

Existe un consenso en distintos autores respecto de la pertinencia de construir una nueva mirada de la educación que recupere el impacto de las transformaciones que se han producido en el mundo en el ciclo histórico que se inaugura a mediados de los años setenta. Esas transformaciones, que en forma global dan cuenta del pasaje de la centralidad cultural del sistema educativo a diversas formas de reforma del mismo y de reubicación en un campo nuevo, son, entre otras, las siguientes.

En primer lugar, la redefinición de las categorías espacio-temporales de la educación, en tanto modos de regulación de la sociedad y de los sujetos (Varela, 1995), a partir de la mutación tecnológica y cultural que ha significado el desarrollo informático en distintos esferas (desde la economía financiera hasta al alfabetización digital). Mutación que supone un conjunto de cambios notorios en los hábitus educativos y que se expresa dentro y fuera de las instituciones educativas. Mutación con alcance desigual y parcial en tanto están pendientes metas de conexión digital de las escuelas públicas y la devaluación ha aumentado las dificultades de acceso al equipamiento tecnológico.

En segundo lugar, el creciente peso de la inestabilidad e incertidumbre en la configuración y el sentido de los procesos educativos ante la destrucción de los horizontes de empleo, del modelo de una sociedad integrada y del aumento de la polarización social. Esta incertidumbre, en sociedades como la Argentina, adquiere una dimensión particular en tanto durante más de un siglo la expansión del sistema educativo expresó la vinculación estrecha entre desarrollo de la educación, cambio cultural e integración social. La ruptura de esa relación pone hoy en cuestión el valor de uso de los saberes adquiridos en el sistema educativo (véase Puiggrós, 2003).

En tercer lugar, las consecuencias de estos cambios sociales en el mapa de la educación, en el que se reconocen a la vez procesos de deslocalización como nuevas localizaciones. Mientras la red virtual da forma a nuevos espacios de intercambio y de aprendizajes sociales más allá de las fronteras espaciales de las instituciones educativas, estas mismas instituciones (escuelas, entre otras) devienen en espacios cada vez más localizados, a partir de la notoria segmentación social. Desde los nuevos laboratorios sociales que son las escuelas de los countries (Svampa, 2001), hasta las especies de guettos en que se han convertido ciertas escuelas periféricas ante la caída estrepitosa del empleo y el crecimiento de la marginalidad social, los procesos de deslocalización y localización se combinan otorgando una impronta particular a los procesos educativos al aumentar la heterogeneidad del sistema educativo como sistema cultural.

En cuarto lugar, la multiplicación de agentes y referentes educativos, a la vez que el debilitamiento de los agentes educativos tradicionales. Es necesario poder leer la contemporaneidad de la notoria ampliación del alcance educativo del mercado, de expansión de las redes de la sociedad civil y del debilitamiento de la identidad del maestro como autoridad cultural, jaqueado por la pauperización salarial y el aumento de la conflictividad social en las aulas. Se ha producido una reconfiguración de la escolarización a partir del impacto de los procesos de mediatización y mercantilización de la cultura. Escolarización y mercantilización son dimensiones de la experiencia cultural, que deben ser releídas a la luz del crecimiento sin precedentes de la desigualdad social extrema.

Estas transformaciones culturales, sociales y tecnológicas, y los cambios producidos en el sistema educativo, pero también en el sentido social y político de la educación, requieren por un lado una mirada de los procesos eminentemente educativos, es decir aquellos definidos por la intencionalidad de educar, en el sentido gramsciano (dirección política) del término. En tanto esos procesos siguen existiendo en su vieja materialidad (desde el sistema educativo estatal hasta la acción de maestro/profesor en el aula), pero con nuevos sentidos y efectos simbólicos, sus manifestaciones actuales deben ser exploradas teniendo en cuenta las nuevas formas del estado y las hipótesis sobre el agotamiento simbólico del mismo (Lewkowicz y otros, 2003). Pero también se requiere una lectura de los alcances educativos de otras practicas sociales, en tanto la ampliación del campo de los fenómenos culturales (comerciales o no comerciales) interviene en la modulación de identidades y aprendizajes sociales. Desde la pedagogía cultural de las empresas, hasta la revalorización de la experiencia del autodidacta (usuario de internet, consumidor de TV o lector), el análisis de la educación requiere ir más allá de las fronteras de la escuela, sin por ello negar la dimensión político-cultural de la escolaridad. Es necesario nuevamente recuperar la polisemia del concepto de educación (sistema educativo, otras experiencias formativas, etc) de tal manera de poder explorar experiencias formativas tradicionales y emergentes y su compleja combinación en el presente.

Desde el punto de vista del saber, recordemos que la pedagogía de la primera mitad del siglo XX estuvo asentada en el debate filosófico que recorre desde el positivismo hasta las diversas variantes del espiritualismo y el marxismo, resultando desplazada a partir de los años sesenta por las llamadas “ciencias de la educación” que dieron lugar a abordajes especializados de los problemas educativos. En las últimas décadas esos abordajes, que constituyeron campo de conocimiento, profesiones, trayectorias universitarias, comenzaron a ser cuestionados por su infertilidad y sus consecuencias sobre la fragmentación del objeto educación, ante la conmoción de cambios más amplios como el deterioro simbólico de instituciones clásicas como la escuela. El debate modernidad-posmodernidad en los años 80 y el discurso economicista de la educación en los 90, pusieron en cuestión las ciencias de la educación y ubicaron los estudios sobre la educación en el campo más amplio de las ciencias sociales.

Pensar la educación desde el campo de las ciencias sociales invita a indagar las articulaciones entre los procesos de enseñanza, la construcción de lazos sociales y la producción cultural. La pregunta por la educación, en un sentido amplio, y por la pedagogía como saber totalizador, retorna hoy ante la persistente necesidad de una mirada integral de la educación y de fundamentar intervenciones que recuperen ciertos horizontes de igualdad educativa en el país. Una pedagogía que debe pensarse en la transdisciplinariedad, en el estrecho dialogo que liga los problemas de la educación con la sociedad, la cultura y la economía, y una pedagogía en la que el principio de la alteridad ocupe un

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