Planificacion escolar Sesión 1
soraviasResumen8 de Enero de 2017
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Sesión 1
Aguerrondo, Inés “Planificación de las instituciones escolares” en Las instituciones educativas. Cara y Ceca, Elementos para su comprensión, Frigerio y Poggi (Coords.), Buenos Aires, Argentina, Ed.. Troquel Educación, 2002. pp. 139-145.
Planificación de las instituciones escolares
Desde hace mucho tiempo las instituciones educativas saben de la existencia del planeamiento institucional, incluso reiteradas veces se ha planteado la necesidad de implementarlo en las escuelas.
Muchas de las nuevas experiencias, piloto o no, que se trataron de poner en práctica en las últimas décadas contemplaban como parte importante, en las funciones directivas, el tema del planeamiento institucional.
Algunas evidencias son el Proyecto 13, las escuelas de EMER y del EMETEA, las incluidas en el proyecto del CBG; por dar sólo ejemplos de programas nacionales, que corresponden en gran mayoría a las experiencias llevadas a cabo, en el campo provincial, ya sea en escuelas oficiales o privadas.
El planteamiento institucional aparece en todos estos casos como la llave, a partir de la cual se dotaba a la institución de un poder casi mágico para obtener el éxito de su experiencia.
Pero, como es de todo conocido, muchas de las escuelas en las cuales se realizaron estos intentos, hoy en día son bastante parecidas al resto, y su servicio no es necesariamente de mayor calidad. Aún más, uno se atrevería a decir que en el caso de grandes diferencias más que un modelo distinto de gestión (que eso es el planteamiento), lo que se reconoce detrás del éxito institucional es la figura del director o rector que ha sabido llevar a buen puesto la escuela, independientemente de que haya usado o no la planificación institucional requerida.
Una afirmación de este tipo puede llevar a plantear una doble pregunta: ¿Entonces la planificación institucional no sirve? ¿O lo que no sirvió es el modelo de planificación con el cual se intentó gerenciar (conducir) las instituciones?
Lo primero que me gustaría aclarar en relación con este tema, es que toda conducción institucional, de manera consciente o inconsciente, con un modelo más laissez-faire o más directivo, aplica técnicas de gestión que inciden sobre lo que ocurre en ella, es decir, toda conducción institucional “planifica” en el sentido de que se fija algún objetivo (así sea seguir con la rutina, y así lo haga de manera explícita o no) y actúa de acuerdo con ello.
Por eso, la primera pregunta se responde por sí sola, respecto a que no hay posibilidad de no planificar (en sentido de gestionar, conducir) en cuando se dirige una institución. Claro que esta “planificación” puede implicar concurrir de manera no racional, sin poder controlar lo que pasa, sin poder gobernar los procesos, y en esto casos decidimos que “no se planifica” o no se conduce. Pero, aún en estas soluciones, en las escuelas pasan cosas y muchas veces estas cosas son fuente de conflictividad y de futuros problemas.
En todo caso, ante el concepto de planificación, la primera idea que se plantea, es con referencia a dirigir un proceso institucional.
1. Planificar es, por lo tanto, la posibilidad de que la conducción institucional sea quien conduce la institución.
Es claro, por qué la “planificación institucional” aparece como necesidad en todas las experiencias más o menos transformadoras que se han intentado en educación, porque en los casos en que se pretende cambiar una escuela, se necesita una real conducción.
Sin embargo, hemos dicho al principio –y se puede corroborar empíricamente como lo han hecho bastantes investigaciones en el país y en el exterior-que en la gran mayoría de estos casos, se ha ofrecido la herramienta del planeamiento institucional, no por ello, los resultados logrados son los esperados. Es decir, no encontramos verdaderos cambios en la realidad institucional.
Lo anterior, nos conduce a la segunda pregunta: ¿No será que lo que ha fallado no es el planteamiento institucional como tal, sino el modelo de planteamiento institucional que se ha difundido en las escuelas? Esta es mi hipótesis de trabajo, ya a partir de ella trataré de justificar por qué creo esto, y cómo puede ser superada esta situación; ofreciendo alternativas de planificación útiles para que los equipos de conducción institucional cuente con herramientas técnicas que les permitan responder a los desafíos que hoy se presentan a los establecimientos educativos.
2. Conducción, gestión institucional y miramiento de la calidad educativa.
Casi todas las instituciones escolares se enfrentan en la actualidad con el desafío de la transformación. Los cambios que se han producido en el conjunto de la sociedad, afectan de manera profunda otros aspectos, son tan reales que plantean sin duda requerimientos diferentes y diferenciados a nuestras instituciones escolares. Pero las escuelas tienen un doble problema, cuando se trata de enfrentar cambios:
* Primero, en general están bastante burocratizadas, lo que quiere decir que tienen problemas de rutina, resistencia al cambio y falta de flexibilidad.
* Segundo, la educación en sí misma tiene un ritmo de cambio relativamente lento no sólo porque forma parte de los aspectos de la conservación de la cultura, sino porque la cultura en sí misma es un campo en el que las trasformaciones toman muchos años.
Por esto, frente a la necesidad de una conducción eficiente y de una gestión institucional comprometida con el mejoramiento de la calidad educativa, aparecen dos grandes temas que iremos viendo a lo largo de este capítulo:
* el primero tiene que ver con el contenido del cambio y se puede expresar en la pregunta ¿Qué tengo que cambiar para mejorar esta escuela en este aspecto determinado?
* el segundo tiene que ver con la probabilidad, de que una vez tomada esta decisión, el cambio se concrete, por lo que se puede expresar en la pregunta ¿Cuál es el camino (el procedimiento) que me asegura que lo que decidí que se hiciera se hará realmente?
Este segundo problema, que muchas veces no se tiene en cuenta, es el que se puede enfrentar gracias a la planificación institucional.
En cualquiera de las instancias o niveles en que se ejerza, la planificación es un estilo de gobierno que garantiza decisiones eficaces (es decir que se cumplan) para el mejoramiento de la educación
Es un “estilo de gobierno” porque tiene que ver con la conducción de procesos, sean éstos a nivel de conducción ó de procesos de aprendizaje. En cualquiera de estas instancias, que se necesita hacer algo y que eso salga bien, se debe pensar ANTES como hacerlo.
“Garantizar decisiones eficaces”, se ocupa de cómo es posible diseñar estrategias para que lo que se decide en el nivel de la conducción tenga un efecto real y concreto, es decir, modelar la gestión.
“Mejoramiento de la educación”, es decir tiene el norte puesto en el tema de la calidad de la enseñanza, porque una institución escolar no es tal si no enseña. Conducir bien una escuela es poner los medios para que todos los chicos que vayan a ella tengan buenos y suficientes aprendizajes.
Entonces, una buena conducción se define por los resultados que obtiene, conseguir estos buenos resultados debe ayudarle el planeamiento institucional.
3. Paradigmas de planificación: planificación normativa vs. planificación estratégico-situacional.
3.1. Planteamiento normativo
Las metodologías de planificación, tanto a nivel nacional como institucional y de aula, se inauguraron en el campo de las ciencias sociales en general, y en la educación, en la década de los 60. Estas metodologías proponían modelos de organización en la tarea, a partir de una secuencia de “momentos” o “etapas” concebidos técnicamente, que debían ser respetados.
Para recordarlos rápidamente diremos que en una primera etapa se debían establecer los objetivos; en una segunda etapa, se trataba de hacer el diagnóstico de la situación para determinar las áreas problemáticas que requerían intervención; el tercer momento correspondía a la ejecución; y luego de ella, el ciclo se cerraba con la evaluación.
Este es el modelo tradicional con el que debía realizarse la planificación institucional, y también las “sabanas” de la planificación de aula, aunque en este último caso se agregaban las indicaciones acerca de cómo determinar los objetivos surgidos de taxonomías conocidas que forman parte de las propuestas de la pedagogía tecnológica.
Además de los problemas que aparecían en las dos primeras etapas, este modelo adopta fuertes supuestos para la etapa de ejecución, pues da por sentado que existen los recursos necesarios para lograr los objetivos, que los que deben ejecutarlos lo hacen de buen grado, y que los “beneficiarios” de estas acciones no oponen obstáculos y ajustan sus comportamientos a las necesidades.
En resumen, este es un modelo “racional” de la actividad de la planificación que se ha mostrado extremamente ineficaz en nuestros contextos. Ello se debe, sobre todo, a la ideología tecnocrática y voluntarista en que se funda, y a su escaso realismo. Más que tener en cuenta la realidad y lo posible, los objetivos se plantean como “normas”, como un “deber ser” que es necesario conseguir independientemente de la realidad de donde se parte y de las probabilidades de lograrlo.
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