Poder Presidencia

La formación del poder político en México, como lo señala Arnaldo Córdoba, se ha soportado en la figura del Presidente de la República. Las razones de tan extraordinaria actitud del pueblo mexicano hacia una sola persona concentradora del poder, tiene diferentes visiones e incluso mitos.

Al romperse el vínculo imperial con España, las corrientes de pensamiento mexicanas del siglo XIX no ofertaban muchas opciones. El debate, como siempre, se centró en dos concepciones de país: los centralistas-conservadores y los federalistas-liberales.

Estas dos dinámicas obedecen también a dos cuestiones básicas del ejercicio del  poder, y en México se expresaron de manera evidente: los liderazgos regionales y la centralización del poder. La tarea -en su momento-  tan solo fue unir al territorio y el poder político para defender la Nación y evitar el resquebrajamiento del país, ya cercenado por separatismos e invasiones.

Dos personajes de relevante importancia para la vida nacional sientan las bases del modelo. Por un lado, Benito Juárez y, por el otro, Porfirio Díaz. Ambos representan la antítesis del proceso de construcción nacional. Aunque históricamente su formación personal y humana se correlaciona hasta en el origen,  pero el perfil de su participación en la conducción del país de entonces es fundamentalmente diferenciado.

Juárez realiza los actos fundacionales de una Nación soportada en lo más avanzado del liberalismo de entonces, procedente de la ilustración francesa y la democracia norteamericana, como fueron la determinación del establecimiento de un gobierno y educación laica,  de un gobierno federalista constituido por entidades soberanas, por un esfuerzo reformista en todos los órdenes para integrar a la representación nacional en una estructura de poderes y en una visión comprometida con los preceptos de libertad y democracia.

Porfirio Díaz con su lema “Menos política y más administración” orienta a cabalidad el diseño de su acción de gobierno, empoderado por las fuerzas económicas internacionales y locales. Díaz, da marcha atrás a las leyes de Reforma y restituye el poder eclesial en todos los órdenes, como prevalecieron durante el coloniaje. Habría que reconocer que durante su prologando gobierno, basado en la represión y pérdida de libertades, se tejieron las redes de comunicación y apoyado por la inversión extranjera se establecieron industrias a lo largo y ancho del país.

Ambos gobiernos y personajes reflejan las dos visiones del México que aún prevalece. Con el perfil político de sus  administraciones  derivan e influyen en los procesos subsiguientes de la construcción política del país.

La Revolución hizo patente el enfrentamiento por la prevalencia de los dos modelos. En 1939, Plutarco Elías Calles en 1929, encuentra desde la cima del poder una vía que concilia las dos tendencias: la creación del Partido Nacional Revolucionario.

A lo largo de su poder, Plutarco Elías Calles confinó las fuerzas en torno al partido y negoció, corrompió y reprimió a todo tipo de organizaciones y liderazgos, el objetivo era perpetuar su poder tras el trono e imponer a los sucesores en la Presidencia de la República articulando controladamente el reparto de los espacios políticos en el país.

Evidentemente, Calles impuso a los Presidentes Abelardo L. Rodríquez, Pascual Ortiz Rubio

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