Politicas Cambiarias
alejandra30885 de Junio de 2013
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INTRODUCCIÓN
Pocas políticas económicas promueven el bienestar en todas las circunstancias. En general el libre comercio internacional genera bienestar, pero en el mundo proteccionista y poco globalizado de los años treinta del siglo XX, algunas políticas proteccionistas en América Latina promovieron el crecimiento económico. En ocasiones, para economías muy abiertas y una tradición de políticas fiscales prudentes, una tasa de cambio fija puede ser un régimen que facilita crecimiento con estabilidad, pero en países con otras características dicho régimen puede ser negativo para el desarrollo.
Algunos economistas no tienen la perspectiva histórica para entender las circunstancias que generaron las políticas económicas en el pasado, y tal vez son excesivamente optimistas sobre las bondades de algunas políticas del presente en futuras circunstancias. Hay que entender que las políticas que funcionaron bien en el pasado, pueden no ser adecuadas en el presente, y que políticas diseñadas para la actual coyuntura pueden no ser óptimas en el futuro. Presentamos además algunas estimaciones econométricas que pretenden evaluar la eficiencia de la política cambiaria en Colombia durante los últimos años, usando datos desde 1970 hasta el 2008.
En 1985 la economía colombiana funcionaba con un comercio exterior altamente regulado y existía un régimen proteccionista con altos aranceles y control directo a las importaciones. El sector financiero era muy intervenido por las autoridades, y las tasas de interés no eran de mercado, y reflejaban diferentes tipos de intervenciones estatales. Los flujos financieros legales eran regulados, pero los flujos informales eran bastante grandes. Carolina Gómez, (1996), muestra cómo hay indicaciones claras de que la economía colombiana era bastante abierta a los flujos de capital, aunque tenía un control de cambios formal bastante completo. Hasta principios de los noventa, el régimen cambiario era uno de tasa de cambio con devaluación gradual, en el cual el Banco Central determinaba el precio de la divisa diariamente. El régimen entonces era esencialmente de tasa fija, con intervención masiva del Banco Central para hacerla efectiva, aunque la tasa de intervención variara diariamente. La política monetaria trataba de mantener la inflación entre 22% y 28%.
La liberación comercial
La motivación original para la liberación comercial en la segunda parte de los ochenta fue la observación de técnicos de Planeación Nacional y del Banco de la República que la productividad de la economía colombiana había caído significativamente. La experiencia del Este y Sureste Asiático habían mostrado en las dos décadas anteriores que países en desarrollo volcados hacia el comercio internacional se podían beneficiar del ambiente de globalización y libre comercio vigente en el mundo en la posguerra. Parecía, entonces, lógico liberar importaciones para lograr mayor eficiencia y productividad.
En el caso colombiano la decisión también fue influida por la presión ejercida por los organismos multilaterales a través de la condicionalidad que acompañaba sus créditos. Pocos meses después de iniciarse finalmente el proceso de liberación comercial, los hallazgos de petróleo de Cusiana y las perspectivas de grandes exportaciones de hidrocarburos la volvieron una necesidad. No liberar las importaciones generaría una inflación acelerada y una grave pérdida de competitividad de la tasa de cambio que destruiría el esfuerzo de dos décadas de diversificación y promoción de exportaciones no tradicionales.
Las circunstancias de los años noventa no favorecían una política proteccionista. Esto no quiere decir que esa política no fue adecuada en los años treinta, cuarenta o cincuenta.
Política monetaria
Desde la creación de la Junta Monetaria en 1963, cuando se le dieron muy amplias facultades de intervención en la economía al Banco Central, las presiones eran amplias y variadas para emitir a favor de uno u otro sector que se consideraba meritorio. La presencia de los ministros de Agricultura, Desarrollo y del Director del Incomex en la Junta, determinaba que siempre hubiera presiones para la emisión. La única restricción que existía era la conciencia que un crecimiento excesivo de la moneda podría llevar a la hiperinflación.
Semanalmente la Junta Monetaria analizaba los cambios en la base monetaria y los medios de pago, y el origen de la emisión. En los años setenta y ochenta, hubo episodios de bonanza externa en que la principal causa del crecimiento de los medios de pago era la compra de reservas internacionales. La Junta Monetaria trataba de compensar el crecimiento monetario excesivo aumentando el encaje bancario, y en ocasiones llegando a instituir un encaje marginal de 100%. El Banco Central también compensaba la emisión para compra de reservas internacionales con Operaciones de Mercado Abierto con títulos propios.
En otras épocas la emisión se hacía para financiar un déficit fiscal. Este creció en períodos de bajos precios de las exportaciones tradicionales, y se financiaba en parte con emisión. Como en esas coyunturas caían las reservas internacionales, se pensaba que existía margen de emisión para financiar el déficit fiscal. El exceso de liquidez en esos momentos aceleraba la demanda por dólares, y esto amenazaba una crisis cambiaria, lo cual llevaba a la Junta Monetaria a moderar la emisión.
El mecanismo de mantener el crecimiento de los medios de pago dentro de cierto rango evitó que la inflación se disparara. Antes de 1991, entonces, la política monetaria tenía como objetivo una inflación que no superara el 30% anual, nivel que se consideraba podría iniciar un espiral inflacionario, y el instrumento utilizado era el control de los medios de pago. Esta política fue efectiva para lograr contener la inflación dentro del rango ya mencionado. Tuvo eso sí, efectos colaterales dañinos. Inflaciones entre 22% y 30%, y cierta volatilidad en los niveles de inflación anual limitaron el desarrollo del mercado de capitales. Los créditos subsidiados de largo plazo del Banco Central, unidos a altas inflaciones, desestimularon la captación de ahorro de largo plazo y la profundización del mercado de capitales. Los altos encajes bancarios también desestimularon la intermediación financiera y éstos más las inversiones forzosas evitaron que las tasas de interés sirvieran para la asignación de recursos.
Pero el control de los medios de pago mantuvo la inflación dentro de los rangos aceptados por la sociedad en esa época. Es bien sabido que en el largo plazo la inflación depende del crecimiento de la moneda. Antes de las reformas de los noventa que llevaron a la profundización financiera, el agregado que constituía moneda era los medios de pago, y éste era el agregado sobre el cual actuaba la Junta Monetaria.
Varios estudios empíricos en Colombia muestran la relación de largo plazo entre agregados monetarios e inflación (Urrutia, 1998; Misas, Posada, Vásquez, 2002).
En el proceso de desinflación iniciado por el Banco de la República a partir de 1991, la política monetaria siguió enfocando los agregados monetarios. La Junta no podía utilizar las tasas de interés como herramienta de la política monetaria en un régimen en que la meta intermedia era un agregado monetario, pues la tasa de interés la determinaba la oferta y demanda monetaria, y los cupos de redescuento a diferentes tasas fijas. Por otra parte, el mercado monetario era poco profundo y subdesarrollado y la transmisión de cambios en las tasas de interés del Banco Central a la economía real era muy parcial.
Aún después de la flotación de la tasa de cambio en 1999, la Junta ha seguido muy de cerca los agregados monetarios, y el equipo técnico del Banco y la mayoría de los miembros de la Junta dedican mucho tiempo y recursos al análisis de la demanda por dinero para determinar la postura de la política 7monetaria. Diferentes factores cambian la demanda por base monetaria, como por ejemplo la introducción del impuesto sobre transacciones financieras. El trabajo técnico del Banco consiste en ajustar la línea de referencia de crecimiento en la base monetaria para reflejar esos choques. Por eso en algunas ocasiones se cambia la trayectoria de la línea de referencia durante el año. En su documento de febrero de 2002 el doctor Clavijo sugiere que la actual política de la Junta no toma muy en cuenta los agregados monetarios por la inestabilidad de la demanda por dinero, pero es importante entender que la posición descrita por Clavijo no es compartida por la mayoría de los integrantes de la Junta.
La mayoría de los miembros de la Junta del Banco y del equipo técnico de la institución, han considerado que la desinflación gradual de la economía desde 1991 ocurrió porque la Junta redujo paulatinamente el crecimiento de la base monetaria. Por este motivo, pocos en el Banco comparten la idea del doctor Clavijo expuesta en varios documentos de que la desinflación fue fortuita (Clavijo, marzo 2002). Tal vez el doctor Clavijo subestima el esfuerzo del Banco, porque insiste en comparar la inflación promedio entre 1982-1989 (23%) contra la inflación promedio en 1990-97 (24%)
Estos promedios esconden el hecho que entre 1982 y agosto de 1991, fecha en que inició labores la Junta independiente, la inflación aumentó de 21.8% a 31.2%, mientras que en la época del Banco independiente,
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