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Psicoanalisis Terminos


Enviado por   •  16 de Marzo de 2012  •  9.802 Palabras (40 Páginas)  •  573 Visitas

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CENSURA

Función que tiende a impedir, a los deseos Inconscientes y a las formaciones que de ellos derivan, el acceso al sistema preconsclente-consclente.

Según Freud, la censura es una función permanente: constituye una barrera selectiva entre los sistemas inconsciente*, por una parte, y preconsciente*- consciente*, por otra, y se halla, por consiguiente, en el origen de la represión*. Sus efectos se distinguen con mayor claridad cuando se relaja parcialmente, como sucede en el sueño: el estado onírico mpide a los contenidos del inconsciente abrirse paso hasta la motilidad, pero, como aquéllos ofrecen el peligro de oponerse al deseo de dormir, la censura continúa funcionando en forma atenuada.

FASE FALICA

Fase de organización infantil de la libido que sigue a las fases oral y anal y se caracteriza por una unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos genitales; pero, a diferencia de la organización genital puberal, el niño o la niña no reconocen en esta fase más que un solo órgano genital, el masculino, y la oposición de los sexos equivale a la oposición fálico-castrado. La fase fálica corresponde al momento culminante y a la declinación del complejo de Edipo; en ella predomina el complejo de castración.

El concepto de fase fálica (a) surge tardíamente en Freud, puesto que no aparece de modo explícito hasta 1923 (La organización genital infantil [Die infantile Genitalorganisation]). Viene preparado por la evolución de las ideas de Freud referentes a los modos sucesivos de organización de la libido y por sus puntos de vista acerca de la primacía del falo*: dos líneas de pensamiento que distinguiremos para mayor claridad de nuestra exposición.

1.° Acerca del primer punto, recordemos que Freud, en un principio (1905), consideró la falta de organización de la sexualidad infantil como el rasgo que la diferenciaba de la sexualidad postpuberal: el niño no sale de la anarquía de las pulsiones parciales hasta que, con la llegada de la pubertad, queda asegurada la primacía de la zona genital. La introducción de las organizaciones pregenitales anal y oral (1913, 1915) pone implícitamente en tela de juicio el privilegio, hasta entonces concedido a la zona genital, de organizar la libido; pero no se trata todavía más que de «rudimentos y fases precursoras» (1 a) de una organización* en el pleno sentido de esta palabra. «La combinación de las pulsiones parciales y su subordinación bajo la primacía de los órganos genitales no se realiza o sólo tiene lugar de forma muy incompleta» (Ib).

2° Esta idea de una primacía del falo se insiniia ya en textos muy anteriores a 1923. A partir de los Tres ensayos sobre la teoría sexual

(Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie, 1905) encontramos dos tesis: a) La libido es «de naturaleza masculina, tanto en la mujer como en el hombre» (1 d); b) «La zona erógena directriz en la niña se localiza en el clitoris, que es el órgano homólogo de la zona genital masculina (glande)» (1 e, 2). El análisis del Pequeño Hans, en el cual se establece el concepto de complejo de castración, sitúa en primer plano para el niño la alternativa: poseer un falo o estar castrado. Finalmente, el artículo sobre las Teorías sexuales infantiles (Über infantile Sexualtheorien), si bien considera, al igual que los Tres ensayos, la sexualidad desde el punto de vista del niño varón, subraya el interés particular que la niña concede al pene, su envidia de éste y su sentimiento de haber sido perjudicada comparación con el niño. Lo más importante acerca de la concepción freudiana de la fase fálica se encuentra en tres artículos: La organización genital infantil (Die infantile Genitalorganisation, 1923); La declinación del complejo de Edipo {Der Untergangs de sOdipuskomplexes, 1924); Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos {Einige psychische Folgen des anatomischen Geschlechtsunterschieds, 1925). Esquemáticamente, la fase fálica, según Freud, puede definirse del siguiente modo: 1.° Desde el punto de vista genético, el «par antitético» actividad pasividad*, que predomina en la fase anal, se transforma en el par fálico- castrado; sólo en la pubertad se establece la oposición masculinidadfeminidad*.

FASE ORAL

Primera fase de la evolución libidinosa: el placer sexual está ligado entonces predominantemente a la excitación de la cavidad bucal y de los labios, que acompaña a la alimentación. La actividad de nutrición proporciona las significaciones electivas mediante las cuales se expresa y se organiza relación de objeto; así, por ejemplo, la relación de amor con la madre se hallará marcada por las significaciones: comer, ser comido.

HUELLA MNÉMICA

Término utilizado por Freud, a lo largo de toda su obra, para designar la forma en que se inscriben los acontecimientos en la memoria. Las huellas mnémicas se depositan, según Freud, en diferentes sistemas; persisten de un modo permanente, pero sólo son reactivadas una vez catectizadas. El concepto psicoñsiológico de huella mnémica, de constante empleo en los textos metapsicológicos, implica una concepción de la memoria que Freud nunca expuso de un modo global. Es por ello que se presta a interpretaciones erróneas: un término como el de huella mnémica no sería otra cosa que el heredero de un pensamiento neurofisiológico periclitado. Sin pretender exponer aquí una teoría freudiana de la memoria, recordaremos las exigencias de principio que se hallan subyacentes al hecho de que Freud tomase este término de huella mnémica: Freud se propone situar la memoria dentro de una tópica* y explicar su funcionamiento

en términos económicos.

1) La necesidad de definir todo sistema psíquico por una función y hacer de la Percepción-Conciencia la función de un sistema particular {véase: Conciencia) conduce al postulado de una incompatibilidad entre la conciencia y la memoria: «No nos resulta fácil creer que persistan huellas duraderas de la excitación también en el sistema Percepción- Conciencia. Si permanecieran siempre conscientes, limitarían pronto la capacidad del sistema de recibir nuevas excitaciones; pero si, por el contrario, se volvieran inconscientes, nos hallaríamos en la obligación de explicar la existencia de procesos inconscientes en un sistema cuyo funcionamiento se acompaña, por otra parte, del fenómeno

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