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QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO

angieort2 de Diciembre de 2013

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¿QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO?

INTRODUCCIÓN

¿Quién se ha llevado mi Queso? Es un cuento sobre el cambio que tiene

lugar en un laberinto donde cuatro divertidos personajes buscan “queso”.

El queso es una metáfora de lo que uno quiere tener en la vida, ya sea un trabajo, una relación amorosa, dinero, una gran casa, libertad, salud,

reconocimiento, paz interior o incluso una actividad como correr o jugar golf.

Cada uno de nosotros tiene su propia idea de lo que es el queso, y va tras él porque cree que le hace feliz. Si lo consigue, casi siempre se encariña con él. Y si lo pierde o se lo quitan, la experiencia suele resultar traumática.

El en cuento, el “laberinto” representa el lugar donde pasas el tiempo en

busca de lo que deseas. Puede ser la organización en la que trabajas, la

comunidad en don de vives o las relaciones que mantienes en tu vida.

Uno de los ejemplos reales de cómo ha servido este cuento en la vida real es el de Charlie Jones, el respetado locutor de la cadena NBC, quien confesó que escuchar el cuento ¿Quién se ha llevado mi Queso? salvó su carrera.

Lo que ocurrió fue lo siguiente: Charlie se había esforzado mucho y hecho un buen trabajo retransmitiendo las pruebas de atletismo de unos Juegos Olímpicos. Por eso, cuando su jefe le dijo que había sido apartado de esa actividad deportiva y que en los siguientes Juegos tendría que encargarse de las retransmisiones de natación y saltos, se quedó muy sorprendido y se enfadó.

Como no conocía tan bien esos deportes, se sintió frustrado. El hecho de que no le reconocieran que había realizado una buena labor lo irritaba. Le parecía injusto, y la ira empezó a afectar todo lo que hacía.

Entonces le contaron el cuento ¿Quién se ha llevado mi Queso?.

Después de oírlo, se rió de sí mismo y cambió de actitud. Advirtió que lo único que había ocurrido era que su jefe (o su cliente, o el mercado) “le había movido el queso”, y se adaptó. Aprendió sobre esos dos nuevos deportes y, en el proceso, descubrió que hacer algo nuevo lo rejuvenecía.

Su jefe no tardó en reconocer su actitud y energía nuevas y en aumentar sus retribuciones. Disfrutó de más éxito que nunca y se hizo una excelente reputación como comentarista.

Como toda empresa que aspire no solo a sobrevivir, sino a ser competitiva,

tu empresa debe estar cambiando constantemente. Nos mueven el “queso”

sin parar. Mientras que en el pasado queríamos empleados leales, hoy

necesitamos personas flexibles que no sean posesivas con “la manera de

hacer las cosas aquí”.

Y como todos sabemos, vivir en una permanente catarata de cambios suele

ser estresante, a menos que las personas que tengan una manera de ver el

cambio que las ayude a comprenderlo. Y aquí es precisamente donde entra

en acción el cuento del “queso”.

En cualquier caso, espero que cada vez que releas ¿Quién se ha llevado mi

Queso? Encuentres algo nuevo y útil en el cuento, tal como me ocurrió a mí,

y que esto te ayude a afrontar el cambio y a tener éxito, sea lo que sea el

éxito para ti.

Con mis mejores deseos, espero que disfrutes con lo que encuentres. Ah, y

recuerda: Muévete cuando se mueva el queso.

LA REUNIÓN, CHICAGO

En Chicago, un soleado domingo, hombres y mujeres que habían ido juntos

a almorzar tras haber asistido a un acto oficial en el centro la noche anterior.

Querían saber más cosas de la vida de sus ex compañeros de clase. Después

de muchas bromas y una gran comida, entablaron una interesante reunión.

Angela, que había sido una de las personas más populares de la clase dijo:

- La vida ha seguido una trayectoria muy distinta de lo que yo pensaba cuando

íbamos al instituto. Han cambiado muchas cosas.

- Es Cierto – convino Nathan.

Los demás sabían que Nathan había continuado con el negocio familiar, que

funcionaba como siempre, y que desde que ellos recordaban estaba integrado

en la comunidad. Por eso los sorprendió verlo preocupado.

- Pero ¿habéis notado que cuando las cosas cambian nosotros no queremos

cambiar? – prosiguió.

- Creo que nos resistimos al cambio porque cambiar nos da ,miedo - apuntó

Carlos.

Tú eras el capitán del equipo de fútbol, Carlos – dijo Jessica -. Nunca hubiera

pensado que algún día llegarías a hablar de miedo.

Todos rieron al advertir que, aunque habían tomado direcciones distintas (desde

amas de casa hasta ejecutivos de empresas), habían experimentado sensaciones

similares.

Cada uno de ellos intentaba afrontar los cambios inesperados que se estaban

produciendo en su vida en los últimos años. Y casi todos los asistentes admitieron

que no habían encontrado una buena manera de hacerlo.

-A mí también me daban miedo los cambios – intervino Michael -. Cuando se

produjo un gran cambio en nuestra empresa, no supimos qué hacer. Seguimos

actuando como siempre y casi lo perdimos todo. Pero entonces me contaron un

cuento que lo cambió todo.

-¿En serio? – preguntó Nathan.

-Sí, el cuento alteró la manera en que yo miraba los cambios, y a partir de ese

momento las cosas mejoraron rápidamente....En mi trabajo y en mi vida.

“Entonces divulgué el cuento entre algunas personas de mi empresa, que hicieron

lo propio con otras ajenas a ella, y enseguida las cosas empezaron a funcionar

mucho mejor porque todos nos adaptamos mejor al cambio. Y muchos dicen lo

mismo que yo: que los ha ayudado en la vida privada.

-¿De qué trata el cuento? – preguntó Ángela.

- Se llama ¿Quién se ha llevado mi Queso?.

Todos se echaron a reír.

- Me gustaría oírlo – dijo Carlos - ¿Por qué no nos lo cuentas ahora?.

- Desde luego – respondió Michael – Será un placer para mí....No es demasiado

largo.

Y Michael empezó a contar el cuento.

EL CUENTO

Érase una vez un país muy lejano en el que vivían cuatro personajes. Todos corrían por un laberinto en busca del queso con el que se alimentaban y que los hacía felices.

Dos de ellos eran ratones, y se llamaban Oliendo y Corriendo (Fisgón y Escurridizo)(Oli y Corri para sus amigos); los otros dos eran personitas (liliputienses), seres del tamaño de los ratones, pero que tenían un aspecto y una manera de actuar muy parecidos a los de los humanos actuales. Sus nombres eran Kif y Kof.

Debido a su pequeño tamaño, resultaba difícil ver qué estaban haciendo, pero si mirabas de cerca descubrías cosas asombrosas.

Tanto los ratones como las personitas se pasaban el día en el laberinto

buscando su queso favorito.

Oli y Corri, los ratones, aunque solo poseían cerebro de roedores, tenían muy buen instinto y buscaban el queso seco y curado que tanto gusta a esos animalitos.

Kif y Kof, las personitas, utilizaban un tipo de cerebro repleto de creencias para buscar un tipo muy distinto de Queso – con mayúscula -, que ellos creían que los haría felices y triunfar.

Por distintos que fueran los ratones y las personitas, tenían algo en común:

Todas las mañanas se ponían su chándal y sus zapatillas deportivas, salían

de su casita y se precipitaban corriendo hacia el laberinto en busca de su queso

favorito.

El laberinto era un dédalo de pasillos y salas, y algunas de ellas contenían

delicioso queso. Pero también había rincones oscuros y callejones sin salida

que no llevaban a ningún sitio. Era un lugar en el que resultaba muy fácil

perderse.

Sin embargo, para los que daban con el camino, el laberinto albergaba secretos

que les permitían disfrutar de una vida mejor.

Para buscar el queso, Oli y Corri, los ratones, utilizaban el sencillo pero ineficaz

método del tanteo. Recorrían un pasillo, y si estaba vacío, daban media vuelta y

recorrían el siguiente.

Oli olfateaba el aire con su gran hocico a fin de averiguar en qué dirección había

que ir para encontrar queso, y Corri se abalanzaba hacia allí. Como imaginarán,

se perdían, daban muchas vueltas inútiles y a menudo chocaban contra las

paredes.

Sin embargo, Kif y Kof, las dos personitas, utilizaban un método distinto que se

basaba en su capacidad de pensar y aprender de las experiencias pasadas,

aunque a veces sus creencias y emociones los confundían.

Con el tiempo, siguiendo cada uno su propio método, todos encontraron lo que habían estado buscando: un día, al final de uno de los pasillos, en la Central Quesera Q dieron con el tipo de queso que querían.

A partir de entonces, los ratones y las personitas se ponían todas las mañanas

sus prendas deportivas y se dirigían a la Central Quesera Q. Al poco, aquello

se había convertido en una costumbre para todos.

Oli y Corri se despertaban temprano todas las mañanas, como siempre, y corrían

por el laberinto siguiendo la misma ruta.

Cuando llegaban a su destino, los ratones se quitaban las zapatillas y se las

colgaban del cuello para tenerlas a la mano en el momento en que volvieran a

necesitarlas. Luego se dedicaban a disfrutar del queso.

Al principio, Kif y Kof también iban corriendo todos los días hasta la Central Quesera

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...

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