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¿Qué Es Un líder?- Miguel Angel Ruiz Orbegoso

jess1234565 de Marzo de 2014

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¿Qué es un líder?

©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

Mucho se habla de liderazgo, pero ¿realmente entendemos lo que significa ser un líder? Aunque la pregunta es pequeña, merece una seria consideración, sobre todo, cuando nos enteramos de que alguien sufrió un fracaso en los negocios o cierta institución pasó por una crisis de liderazgo. ¡Y no hay nada que murmurar, porque las noticias lo destacan en primer plano a cada rato!

Ciertas organizaciones juveniles llevan a cabo jornadas de gritos y cantos, y algunas escuelas enseñan a los niños a preparar grandes carteles y exhibirlos marchando por las calles del vecindario en lo que dicen ser un entrenamiento para el liderazgo del futuro y una participación activa en la política. Pero surge la pregunta, ¿acaso un líder es alguien que grita a los demás o que impresiona a otros con frases pomposas? ¿Es un líder alguien que egoístamente se erige a sí mismo como jefe de los demás por la fuerza de su carácter? ¿Es solo una cuestión de tomar un cursillo de liderazgo, de esos que se anuncian por ahí, como si solo de tratara de aprender una habilidad, como nadar, coser botones o dibujar con un programa de computadora?

Sin duda, la persona observadora se preguntará: “En realidad, ¿qué es un líder?”. Porque no quiere dejarse arrastrar por la definición simplista de que ‘un líder es alguien que dirige a otros’. Intuye que tal vez sea posible dirigir a otros sin ser un líder; o ser un líder sin saber a ciencia cierta cómo dirigir a otros. Por supuesto, lo ideal sería que un líder también supiera dirigir a los demás.

Por eso, no quise irme a los extremos y resumirlo en una frase simplista ni tampoco dar la impresión de estar dictando cátedra sobre el particular. Pero quiero compartir contigo el presente comentario para contribuir a aclarar un poco la idea que tengas de lo que significa ser un líder. Lo siguiente te ayudará a comprender mejor la diferencia entre alguien que dirige y un líder. Después podrás armar, en tus propias palabras, una frase propia que defina tu concepto, uno basado en una opinión cultivada, no en un cliché ni ilusión. En realidad, se trata de una responsabilidad enorme en todo sentido.

¿Qué significaba antes?

Originalmente se consideraba que un líder era un caudillo militar, y esencialmente esa siempre fue la primera definición que ofrecieron los diccionarios. Se lo asociaba con grandes campañas militares donde fluían ríos de sangre y los aspirantes al cargo se mostraban rudos, fríos y despiadados como prueba de competencia. El líder era el más fuerte, aunque fuera el más bruto.

Con el paso del tiempo, el término fue diluyéndose y extendiéndose a otros campos, de modo que todo el que destacaba, dirigía a otros, ejercía la jefatura o iba delante de los demás era considerado el líder, ya fuera en las olimpíadas, en un partido político, en una orden religiosa, en un centro de estudios o en un negocio. Muchos empresarios llegaron a consultar "El Arte de la Guerra", de Tsun Tsu, como si fuera la Biblia o el Corán.

Actualmente muchos consideran el liderazgo como una posición de superioridad que permite la dominación o el control de los demás, y se supone que los demás deberían convertirse en seguidores simplemente por respeto al cargo o la posición jerárquica. Así ha funcionado en un grupo, equipo u organización, y es un concepto que no dista mucho de la antigua noción de liderazgo.

Antes se suponía que todos se sometieran al líder, voluntaria o involuntariamente, so pena de unas represalias poco agradables, y hoy, en muchos lugares, muchos siguen suponiendo lo mismo, como cuando ‘la Tierra era plana’. Muchos maestros ejercen una dominación férrea sobre sus estudiantes; no pocos padres de familia crían a sus hijos al más puro estilo faraónico; y ni qué decir de los políticos y dirigentes empresariales que alcanzan la fama con una retórica dominante y carente de afecto.

Muchas cosas están cambiando

Hoy en día la fuerza de las circunstancias ha obligado a los académicos a investigar, entender y modificar ciertos conceptos, no solo porque la gente se está rebelando contra el liderazgo tradicional, sino porque los investigadores de las artes empresariales, la economía y las finanzas, entre ellos algunos renombrados ganadores del Premio Nobel de la Paz, dicen haber descubierto por qué la gente se está rebelando, y han desarrollado algunas teorías revolucionarias basadas en estudios meticulosos de la trayectoria de la economía mundial.

La experiencia repleta de fracasos de muchos empresarios que durante años ejercieron una jefatura autoritaria, y en muchos casos, cruel e inhumana, añadió argumentos para mejorar el entendimiento de lo que realmente debía ser un dirigente y reajustar el entendimiento académico de lo que realmente significaba ser un líder de éxito, sobre todo, en tiempos de adversidad.

Horizontal vs. Vertical

Si antes se ensalzaba la dirección vertical (de arriba abajo), en que el jefe daba una orden y los demás la acataban inconcusamente (y al que no le gustaba, lo expectoraban), ahora el estilo se está moviendo horizontalmente para que todos formen parte del éxito. Es decir, se está dando más oportunidad a todos de involucrarse, compartir y asumir las responsabilidades, las decisiones y las consecuencias, así como de tener una participación en los beneficios y las ventajas.

El concepto de Recursos Humanos, que más solía referirse a elementos utilizables y desechables, está cediendo el paso en todas partes a la más acertada definición de Capital Humano, que implica el reconocimiento de que los empleados nunca fueron realmente empleados, sino inversores de Capital Humano, lo cual ha ayudado a los verdaderos líderes a reenfocar más eficientemente su labor. Lógicamente, este nuevo concepto movió el piso a los que se apoltronaban en la ineficiencia adjudicándose el título en mérito al cargo y no a un liderazgo eficaz.

Juan se consideraba a sí mismo un empleado, y cuando lo ascendieron a jefe de departamento se sintió con derecho a que los demás lo consideraran como su nuevo líder. Pero le resultaba difícil entender por qué los sistemas no funcionaban. Y es que por falta de estudio y conocimiento de los descubrimientos en el campo del liderazgo, todavía sostenía la antigua creencia de que se había convertido en líder simplemente porque ostentaba un cargo superior. Fue un fracaso. No se movió al ritmo de los tiemipos. Lo mismo puede suceder en una carpintería y en un matrimonio. Tener buenas herramientas no convierte a uno en un buen carpintero, ni casarse, en una buena pareja o padre de familia. Dar siempre las cosas por sentadas no es el mejor proceder.

La realidad es que, como afirman muchos estudiosos (historiadores, antropólogos, psiquiatras, sociólogos, filósofos, médicos, demógrafos), las guerras mundiales marcaron un profundo hito en la historia universal y dejaron cicatrices imposibles de soslayar. La gente había cambiado. El teléfono, la radio, la televisión e Internet abrieron los ojos de todos a un sinfín de oportunidades y conocimientos que antes no estaban al alcance. Nos disparamos hacia arriba a las estrellas y hacia abajo a las Fosas Marianas, y también descubrimos nuevas facetas del microcosmos, abriendo la Caja de Pandora de la nanotecnología, y la Generación X se rebeló y pidió cuentas a sus mayores.

Hoy en día los científicos han aprendido que la vida no podría existir si las fuerzas nucleares fuerte y débil no estuviera en perfecto equilibrio con las leyes de la termodinámica y de gravedad; y los ingenieros informáticos han aprendido que el software no sirve para nada sin el hardware, ni el hardware sin el software. Nuestros conocimientos están llegado a un punto en que nos encaramos a la verdad como una sola que no se contradice. La verdad se abrirá paso como el mítico meteoro que un día chocaría con el planeta y lo destruiría, pero no en un sentido físico, sino intelectual. Nos abrirá la cabeza en dos y expondrá al espejo de nuestros errores históricos más garrafales, es decir, en todos los campos del saber.

Aunque proclamamos que la espontaneidad y el azar juegan un papel importante, reconocemos que básicamente estamos sujetos a leyes precisas. Por ejemplo, todos los copos de nieve son diferentes, no hay ni uno igual a otro, y sin embargo, todos muestran un diseño exagonal. El azar les confiere la variedad, pero las leyes naturales los mantiene siempre hexagonales; y nos preguntamos por qué cuando nos miramos en un espejo y guiñamos el ojo derecho, la imagen que vemos guiña el izquierdo.

En cierta ocasión dejé meditando a un amigo ateo cuando le pregunté: "¿Entiendes bien en qué consiste la ley de la incercia?". Cuando respondió que sí, le dije: "Te contradices". Al preguntarme por qué, le respondí: "Si dices que entiendes bien la ley de la incercia, no necesito explicarte por qué te contradices. Piénsalo mejor". Pareció haberse quedado en estado catatónico, pensando. Cada vez que lo veía, le preguntaba: "¿Y ya averiguaste por qué dije que te contradices?". Pero seguía respondiéndo que no, diciendo que no tenía tiempo para tonterías. El punto es simple: La ley de la incercia es la primera ley de tres que Newton describió y que manda que todo cuerpo permanece en estado de reposo o de movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que una fuerza lo obligue a moverse o cambiar de estado. El universo se mueve en órbitas precisas

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