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SALIMOS A LA CALLE, PARA VER QUIÉNES ERAMOS EN ELLA


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En el marco del Proyecto: “Leo y escribo mi ciudad” (Tumaco, ciudad capital del municipio)

SALIMOS A LA CALLE, PARA VER QUIÉNES ERAMOS  EN ELLA

San Andrés de Tumaco, julio 12 de 2007

Por, Justo Walberto Ortiz  S.

Docente de Lengua y Lilteratura

I.E. Santa Teresita

Era la una pasada de la tarde cuando salimos de la Institución educativa Santa Teresita con rumbo a donde empieza la Avenida Férrea, exactamente, en la esquina de la Estación de la Policía Nacional. La primera impresión desde el instante que empezamos el recorridos fue de que la Avenida (calle del Ferrocarril) Férrea, ha tenido durante todo el desarrollo histórico de la ciudad una serie de características concretas. Nos dimos cuenta que esta calle ha sido un espacio construido tanto física como conceptualmente a partir de múltiples elementos como cuchos, pasadizos, estrechos; los cambios, tanto en la actividad ejercida en esta calle constituyen un espacio público urbano específico. Por tanto, este texto visualiza la calle en la ciudad de Tumaco, capital del municipio, porque a ella se debe la calle, la calle tumaqueña, casi en su totalidad.

En efecto, si nos detenemos a pensar en la calle como espacio de construcción espacial, como palabra con sentido de objeto y entorno, y como historia de la ciudad y viceversa, estaremos haciendo referencia a una sola unidad, aprensible en la realidad no como concepto-objeto sino como concepto-acción que podríamos resumir con una secuencia. Un grupo de animales de la misma especie (humana), se comunican entre sí y conforman una sociedad para sobrevivir. Ahora, producto de esa coexistencia grupal surgen construcciones colectivas; que son productos materiales, inteligibles; productos espirituales, cosmológicos, inteligibles; así  mismo, sentimientos y pasiones compartidas. Todo se suma al construirse la ciudad, allí la habitantes confrontan nuevas situaciones y como sociedad asume su reproducción levantando casuchas, casas, kioscos, edificios y conjuntos de habitaciones donde en algunos casos según su estructura están conectados o separados por “espacios” (calles, pasadizos…) los cuales cumplen una función como lugar de desplazamiento o ritual, o punto de encuentro para chismear, escape de ladronzuelos, manifestaciones amorosas prohibidas.

La calle que recorrimos es un entramado con característica sobresaliente y morfológicamente inarmónica de la ciudad; es posible leer  en ella su proceso de construcción física, como también podríamos leer lo urbanístico y su construcción espacial a través de la calle y su acontecer. Por esto decidimos recorrer esta parte de la ciudad.

Tumaco, ciudad capital del municipio, es una “cuasi-ciudad” simbólica, un mundo; termina con un mundo que se ha convertido, en muchos aspectos prácticos, en una falsa ciudad.

La propuesta de volcarnos a las calles, a los barrios está desde la perspectiva de búsqueda de la ciudad que heredamos de España, sus orígenes y desarrollo. Las búsqueda de la ciudad que las clases dominantes, oligárquicas intentaron reproducir posteriormente a imagen y semejanza de Europa (una plaza y alrededor de ella la iglesia, la escuela y la casa del poder político). Sin embargo, nuestra reflexión nos lleva a determinar que los orígenes de esta ciudad siguen siendo oscuros, que gran parte de su pasado está enterrado o borrado de modo tal que resulta irrecuperable y es difícil apreciar sus proyecciones hacia el futuro.

Aunque ya lo planteamos líneas atrás respecto a la conexión de la calle, de los pasadizos, de los cuchos con la vivienda, es necesario reconocer como las primeras construcciones no eran precisamente para los habitantes de hoy; habitante con más movilidad, más rumbero, más visitador, más comadrejo, y más vagabundo. Por tal razón, consideramos que esta ciudad de vida alegre podrá considerársela como ciudad desordenada y sin sentido: “trazado irregular de las calles, casas desalineadas, los cuartos de baño y las letrinas, frontal a la vivienda del vecino; los conductos de desagüe revestidos de ladrillos en las calles, y las alcantarillas destinadas a llevar el agua de la lluvia emparentados con la tubería de agua, “supuestamente” potable.

Lo anterior nos conduce a plantear el hecho de que la “ciudad” de Tumaco, junto con sus calles, sus cuchos, no poseen un desarrollo lineal, no podemos pensar que la ciudad está ofreciendo un desarrollo de infraestructura a sus habitantes. La calle del Ferrocarril muestra una relación entre espacio público y tiendas, esquinas y solares de las viviendas como punto de reunión para el intercambio del último chisme y de compartencia a través del bingo.

Las tiendas, los negocios que están establecidos en la Avenida del Ferrocarril, tienen una estrecha relación con el espacio público; no obstante, no parece ser, en principio, el elemento determinante de la configuración de la calle. Parece ser que su conformación, de su estructura física nace de necesidades de orden espiritual, sociopolítico, o bien de ecohabitablidad. “la calle, que es ancha desde la Policía Nacional  como medio de circulación articulado y abierto se muestra más cohesionada, que la parte del señor “Don Gra”, angosta, tortuosa, casi desprotegida de las cañerías y desagües.

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