Sexualidad Adolescente
jald30 de Marzo de 2012
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SEXUALIDAD ADOLESCENTE
No son necesarios muchos años de estudio en psicología para situar la sexualidad en el
primer plano de las preocupaciones y de las transformaciones psicológicas de la juventud.
Por otro lado, es igualmente cierto que el tema de la sexualidad comporta resonancias
íntimas y que la investigación sobre esta cuestión requiere de una actitud particularmente
vigilante y atenta a la sensibilidad de la persona afectada.
Hoy, las personas logran antes la madurez sexual, crecen más rápido. Por otra parte, y en
relación con la evolución histórica, hay que considerar la variabilidad de las presiones
sociales que se ejercen sobre los jóvenes a propósito de la sexualidad: la sociedad global, a
través de los diversos medios de comunicación, sería más bien estimulante; los pares, por
su parte, ejercen una influencia considerable, presión que puede ser muy fuerte,
considerando la preocupación que tiene el joven por ser "normal" en esta cuestión (y en
otras) y de la importancia del grupo de pares en este período de la vida; existe, por último,
la influencia de la familia y de los adultos, influencia que no siempre es clara, con
frecuencia ambivalente y, en su conjunto, más bien coercitiva.
La sexualidad llega a destacarse durante la juventud, pero generalmente no constituye el
centro predominante de interés. La autoimagen de los jóvenes y las relaciones
interpersonales con sus pares y familia están influenciadas por el aspecto sexual, que
satisface varias necesidades, en ese momento, muy importantes.
La sexualidad de los jóvenes puede ser también enfocada desde el punto de vista de las
modalidades de la relación con otro. Si tomamos el punto de vista de Erickson, el desarrollo
de las relaciones sexuales se determina por la búsqueda de una identidad adulta. Además, la
existencia de las relaciones verdaderamente "íntimas" (en el sentido de Erickson)
comprueba el éxito de la constitución de una identidad personal puesto que se produce a la
vez dependencia e independencia en relación al otro.
En la juventud, el sujeto está sometido, probablemente a las más fuertes compulsiones
sexuales que experimentará en toda su vida. Siente esta irrupción vital, sabe que es natural
y posee también un conjunto introyectado de actitudes al respecto, algunas de las cuales le
parecen absurdas, pero se da cuenta que tiene que vivir con ellas.
El joven está lleno de curiosidad, es impresionable, quiere saber, naturalmente, qué cosa es
ésta gran experiencia, cómo se conducirá él o hasta dónde llegará su capacidad. La
curiosidad intelectual es un componente esencial de la sexualidad juvenil; éstos buscan
información sexual en todas las fuentes posibles, por ello, una de las frustraciones de esta
edad provienen de las falsas expectativas con respecto al tema. Este deseo de conocimiento
no es sólo hacia el desempeño de ellos mismos sino también acerca de la experiencia del
sexo opuesto.
Las actitudes hacia la sexualidad y el comportamiento sexual han cambiado, tanto entre la
nueva generación como la antigua; muchos padres adoptan una posición intermedia,
reconocen la sexualidad activa de sus hijos pero no la permiten expresamente. A los
jóvenes, según su propia expresión, les gustaría abrirse y ser francos con sus padres, pero
no les gusta ser interrogados y consideran que su actividad sexual es un asunto propio.
En el hombre, la unión sexual no debe ser considerada meramente como la simple
satisfacción de la necesidad biológica, pues el homo sapiens no es una criatura simple; su
apetito sexual no es de ningún modo similar a su necesidad de alimento o agua. El joven
tiene en realidad poderosos impulsos físicos, pero es capaz de dominarlos y encauzarlos,
pero, para hacerse cargo con éxito de estas fuerzas necesita comprenderlas.
En el desarrollo de la personalidad, entre los múltiples factores, juega un papel muy
importante el cambio profundo que experimentan en la juventud dos elementos: el sexual y
el sentimental. Dicho cambio se realiza de manera diferente en la niña y en el muchacho.
En la niña, la sentimentalidad sobrepasa al comienzo las energías sexuales; la inclusión de
lo sexual se realiza en forma constante desde el principio de la edad juvenil en adelante; ya
a los 18 años, es mucho más madura que el muchacho porque ella es capaz de un mayor
dominio de sí misma y de dirigir las situaciones a medida que se presentan, pero debe tener
siempre presente que si su sentimentalidad llega a ser cautivada, deja de juzgar
objetivamente y cede con cierta facilidad a sus impulsos.
Por lo que se sabe, el mero impulso sexual es una necesidad biológica que representa al
instinto y está condicionada por modificaciones químicas en el interior del organismo. Esta
es la naturaleza del impulso sexual, nada más pero tampoco nada menos.
En un comienzo el joven muchas veces busca satisfacer el impulso sexual consigo mismo;
ello le lleva a la masturbación. Más tarde, el joven fija su atención en otras personas de
diferente sexo, polarizando progresivamente su deseo sexual. Finalmente, el joven dirige su
atención en una forma selectiva sobre una persona determinada y la escoge definitivamente.
Actualmente se ha visto un gran incremento en las relaciones prematrimoniales en ambos
sexos, aunque el aumento más significativo ha sido manifestado por las mujeres.
Actualmente, muchos jóvenes tienen relaciones sexuales a muy temprana edad, que puede
ser un intento para conseguir relaciones sentimentales profundas. Muchos se sienten
presionados a iniciar su vida sexual por muchos factores: familia, amistades, sociedad, etc.
Aunque en general, se puede afirmar que los jóvenes no son tan promiscuos como
cualquiera se pueda imaginar; tienden a establecer relaciones sexuales significativas y
respetarlas por medio de la fidelidad.
Los jóvenes tienen ideas afianzadas de lo que es correcto e incorrecto, en lo que a sexo se
refiere. La ética predominante implica que el sexo es lícito mientras la pareja lo desee y no
implique ningún tipo de perjuicio para ninguno de ellos.
Los jóvenes difieren en la naturaleza de sus impulsos sexuales y en su comportamiento
sexual, aunque generalmente, desean romance y cariño antes que satisfacción sexual a la
hora de buscar una relación sentimental significativa. La diferencia en la respuesta sexual
de los sexos, se cree, está basada principalmente en la influencia diferencial de la biología y
la cultura. El poder sexual del muchacho aparece con fuerte independencia con respecto a
otras capacidades, esto hace que considere muchas veces la función sexual como una mera
actividad fisiológica, cuya satisfacción produce un gran placer. Para las jóvenes, el amor
tiene una clara prioridad sobre la sexualidad pero que se vincula a la complementación de
la propia identidad, que se interpreta como una entrega sexual por parte de los dos
miembros de la pareja. En consecuencia, cuando una joven se enamora perdidamente de un
muchacho, es evidente que la sexualidad juega un papel, como máximo, indirecto y débil
en la totalidad del fenómeno.
Para llegar a una conveniente adecuación entre el instinto sexual y lo sentimental es
indispensable cierta madurez sexual. El control de la libertad sobre la sexualidad es uno de
los aspectos más importantes de la personalidad naciente. Podemos asegurar, por lo tanto,
que la sexualidad no es sólo la expresión de los impulsos biológicos, sino la expresión de la
personalidad total.
Los jóvenes buscan naturalmente establecer las relaciones con sus pares del sexo opuesto a
través del diálogo, como base para una relación más significativa. El comienzo de éste
diálogo tiene lugar durante el período en que el muchacho cae fácilmente en la
masturbación; ésta actitud se proyecta a las relaciones interpersonales en forma progresiva,
a través del deseo de las relaciones sexuales con otra persona. En estas circunstancias, a la
otra persona se la toma más bien como objeto en el que se busca la satisfacción sexual. En
las niñas, la manifestación sexual en este período es más humano; se traduce únicamente en
los flirts o en contactos pasajeros.
Más tarde, por uno u otro motivo, poco a poco llega el muchacho a la relación
intersubjetiva verdadera. En este momento, la joven ya no es considerada como un objeto,
sino como sujeto deseable, por haber descubierto en ella una serie de valores.
En consecuencia, las relaciones vitales entre los jóvenes pueden tomar básicamente dos
direcciones: un sendero con franco dominio de la sexualidad o un camino en busca del
descubrimiento de sus naturalezas complementarias, para poder llegar a esto, es
indispensable que la sexualidad sea acogida dentro de una dimensión total del ser humano a
través del auténtico y profundo respeto mutuo.
En el acercamiento interpersonal, podemos distinguir dos aspectos: el aspecto activo y el
aspecto reactivo. En los muchacho predomina el aspecto activo y en las
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