Sociologia
yoreiangel3 de Junio de 2013
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Los jóvenes procedentes de hogares socio económicamente más desfavorecidos en América Latina se hallan desprovistos de capitales y de herramien¬tas cognitivas, sociales y culturales adecuadas para poder integrarse a los actuales procesos económicos, laborales y tecnológicos cada vez más sofisticados y exigentes.
Esta situación problemática compromete no sólo el destino de una sociedad sino principalmente la sustentabilidad del modelo de desarrollo. En esta perspectiva los esfuerzos invertidos por el Estado en torno a refrendar los déficit del sistema educativo y la diversificación de los programas de asistencia y capaci¬tación laboral implementados en la región.
La tasa de matri¬culación por sí misma no explica de manera exhaustiva todos los componentes involucrados y derivados de la par¬ticipación educativa, como por ejemplo:
a. si la participación educativa contribuye o no en el mejo¬ramiento de las posibilidades objetivas de inclusión de las personas en la vida social,
b. si la calidad de los conocimientos, de los métodos de en¬señanza y la mediación docente han sido satisfactorios en razón al estándar de calidad vigente a nivel nacional e internacional,
c. si la dotación de recursos infraestructural, tecnológico y profesional involucrados con los procesos de enseñan¬za y aprendizaje son realmente idóneos para promover aprendizajes significativos,
d. si el mejoramiento del capital cultural y social adquirido influye positivamente en una mejor organización de los proyectos de vida personales y las trayectorias labora¬les,
e. si la obtención de un mejor nivel educativo tiene algún tipo de impacto en el elevamiento del bienestar socio económico de las personas y su entorno familiar y so¬cial,
f. si la adquisición de las herramientas cognitivas contri¬buye a una organización más efectiva de las demandas e intereses ciudadanos de las personas, frente a las au¬toridades y las instituciones de representación política e institucional.
La pérdida de protagonismo del discurso y la políti¬ca educativa dentro de la agenda política de los gobiernos, explica sustancialmente la escasa relevancia con que se han asumido las demandas, los problemas y las deudas específicas del sector al momento de plantear las reformas que hagan eje en cuestiones fundamentales.
La percepción y la atención de las demandas, los proyectos de vida (pensados y realizables), las frustracio¬nes, las incertidumbres y las potencialidades representan un requerimiento insoslayable para asumir junto con los jóvenes los desafíos infringidos por los actuales procesos de transformación de la vida social. En virtud de la signi¬ficativa diferenciación de los estilos de vida juveniles, la CEPAL y OIJ (2004) destacan que:
en Iberoamérica el acceso equitativo a los recursos so¬cietales y las oportunidades presenta un alto grado de desigualdad entre sus habitantes. De allí que sea fre-cuente que el nivel promedio alcanzado en un país, en relación con el acceso que
Tiene la juventud a recur¬sos como educación, salud, empleo estable y vivien¬da, oculte contrastes agudos entre distintos grupos de jóvenes. Por una parte, se encuentra un grupo reduci¬do de la población que ha alcanzado niveles de vida –oportunidades y bienestar– propios de un país indus¬trializado, en contraste con otros grupos numerosos de jóvenes cuya situación se asemeja bastante más a las de los países más pobres.
La conformación de nuevas identidades, realidades y prácticas de organización correspondientes a los jóvenes reclama una nueva toma de posición por parte de la socie¬dad, el Estado y sus instituciones de socialización como, por ejemplo, el sistema educativo que supedita los reque¬rimientos y expectativas de las nuevas generaciones a las prioridades y axiomas del mundo adulto.
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