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TESTIMONIO DE GLORIA POLO

josueucsm22 de Agosto de 2013

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TESTIMONIO DE GLORIA POLO

(Tomado de una de las entrevistas efectuadas a la doctora Gloria Polo en Radio Maria (Colombia)

¡Hermanos! De verdad es muy lindo para mí estar con ustedes compartiendo ese hermosísimo regalo que me hizo mi Señor hace más de diez años.

Esto fue en la Universidad Nacional en Bogotá. Nos estábamos especializando con un sobrino que también era odontólogo y mi esposo nos acompañaba. Teníamos que recoger unos libros en la Facultad de Odontología un viernes por la tarde. Estaba lloviendo muy fuerte, mi sobrino y yo nos fuimos debajo de un paraguas muy pequeño y mi esposo tenía su chaqueta impermeable, él se acercó contra la pared de la Biblioteca General, mientras nosotros sin darnos cuenta saltando para evitar coger charcos nos acercamos a los árboles. Cuando fuimos a saltar para evitar coger un gran charco nos cayó un rayo. Nos dejó carbonizados; mi sobrino fallece allí.

Él era un muchacho, a pesar de su corta edad, muy entregado al Señor, era muy devoto al Niño Jesús, traía siempre la imagen de El en su pecho dentro de un vidrio de cuarzo. Según la fiscalía el rayo entra a través de la imagen. A él le entra el rayo en el corazón, le quema por dentro y le sale en el pie. Pero por fuera no se carbonizo, ni se quemó. En cambio a mí el rayo me entra en esta parte, el hombro izquierdo. Me quema de forma espantosa todo mi cuerpo por fuera y por dentro. Esto que ven aquí, este cuerpo reconstruido, es misericordia de nuestro Señor. Me carboniza, me deja sin senos, prácticamente se me desaparece toda mi carne y mis costillas; el vientre, las piernas... sale el rayo por el pie derecho, se me carboniza el hígado, se me queman los riñones, los pulmones…

Planificaba con la T de cobre. De manera que el cobre, buen conductor eléctrico, me carbonizo, me pulverizo los ovarios, quedé en paro cardiaco; allí sin vida, el cuerpo saltando por la electricidad que quedó en todo ese sitio.

Pero miren, esa es la parte física. Pero lo más hermoso, lo más bello, es que mientras mis carnes estaban allí carbonizadas, yo en ese instante me encontraba dentro de un hermosísimo túnel blanco; era un gozo, una paz, una felicidad que no hay palabras humanas para describirles la grandeza de ese momento; era un éxtasis inmenso. Yo iba feliz, gozosa, nada me pesaba dentro de ese túnel. Miré en el fondo de ese túnel como un sol, una luz hermosísima. Yo digo que es blanco para ponerle color, porque ninguno de los colores es comparable terrenalmente con esa luz hermosísima. Yo sentía la fuente de todo ese amor, de esa paz...

Cuando yo voy subiendo digo: ¡Miércoles! Me morí. Y en ese instante pienso en mis hijos y digo: ¡Ay Dios mío, mis hijitos! ¿.Qué van a decir esos hijos? Esa mamá tan ocupada, nunca tuvo tiempo para ellos. Ahí miro con verdad la vida mía y me da tristeza. Me salí de mi casa a transformar el mundo y me quedaron grandes mis hijos y mi hogar.

Y en ese instante de vacío por mis hijos yo hago una mirada. Cuando miro hay algo bello; ya mis carnes no estaban ni en las medidas de tiempo de acá, ni de espacio. Vi a todas las personas en un mismo instante, en un mismo momento, a todas las personas, a los vivos y a los muertos, me abracé con mis bisabuelos, con mis padres, que habían fallecido, con todos, fue un momento pleno, hermoso. Ahí me di cuenta que me habían metido un "Gol" en la reencarnación, porque yo si defendía la reencarnación. A mi abuelo y mi bisabuelo andaba viéndolos por todas partes. Me abrazaron, me encontré con ellos en un instante, nos abrazamos y abracé a todas las personas con las cuales tuve que ver en mi vida en todas partes, en un mismo instante. Sólo a mi hija cuando yo la abracé, se asusto, tenía 9 años, ella sí sintió mi abrazo. No había pasado nada de tiempo en ese momento tan hermoso, que lindo ya sin carnes. Ya no miraba como miraba antes, que sólo miraba el que estaba gordo, flaco, negro, feo, con criterios, ahí no. Ya cuando estaba sin carnes veía el interior de las personas, que lindo ver el interior de las personas, ver en las personas sus pensamientos, sus sentimientos. Los abracé en un instante, sin embargo yo seguía subiendo y subiendo llena de gozo. Cuando sentí que iba a disfrutar de una vista hermosa, en el fondo un lago bellísimo. En ese instante oigo la voz de mi esposo, mi esposo llora y con un grito profundo, con todo el sentimiento me grita, dice: "Qué hubo ¡Gloria por favor no se vaya! ¡Mire Gloria regrese! los niños Gloria, no sea cobarde". En ese instante yo hago esa mirada así, como global y no lo miro sólo a él, lo vi llorando con tanto dolor, ahí el Señor me concede regresar, yo no me quería venir, que gozo, que paz, que alegría. Entonces, empecé a bajar lento a buscar mi cuerpo, me encontré sin vida. Estaba mi cuerpo en la camilla de la Universidad Nacional de la enfermería, veía cómo los médicos le hacían como choques eléctricos a mi corazón para sacarme del paro cardíaco. Duramos dos horas y media allí tirados, porque no nos podían recoger, porque "le pasábamos corriente" a todo el mundo. Hasta que dejamos de "pasar corriente" y nos pudieron asistir. Y me empezaron a reanimar. Mire, yo llego y pongo los pies aquí, en esa parte de mi cabeza. Y una chispa con violencia me entra, yo entro en mi cuerpo; me dolió muchísimo entrar. Porque es que salen chispas como de todas partes, lo veía encapsular en esto "tan chiquito". El dolor de mi carne, mi carne quemada: Como me dolía, salía humo y vapor, el dolor más terrible, el de mi vanidad. Una mujer con criterios de mundo, la mujer ejecutiva, la intelectual, la estudiante, la esclavizada del cuerpo, de la belleza y de la moda, 4 horas diarias de aeróbicos. Esclavizada para tener un cuerpo hermoso, masajes, dietas... bueno, de todo lo que se quieran imaginar, esa era mi vida. Una rutina esclavizante por un cuerpo bello. Y yo decía: “Bueno, si tengo senos bonitos es para mostrarlos, porque que tal guardados, igual mis piernas”, porque sentía que tenia muy espectaculares piernas y senos; en un instante veía con horror cómo toda una vida cuidando un cuerpo. Ése era el centro de mi vida, el amor a mi cuerpo. Y no había cuerpo, ni senos, unos huecos impresionantes; sobretodo el seno izquierdo, estaba prácticamente desaparecido. Y mis piernas, era lo más terrible que tenia, pedazos vacíos y sin carnes, como chicharrón negrísimos... y de allí me llevaron al Seguro Social.

Rápidamente me operan y empiezan a raspar todos mis tejidos quemados. Cuando yo estoy anestesiada me vuelvo a salir del cuerpo. Estaba mirando lo que estaban haciendo los médicos con mi cuerpo, preocupada por mis piernas. Cuando de pronto ... fue un momento tan terriblemente horroroso.

Porque yo les cuento mis hermanos: "Católica Dietética" como toda mi vida, pues mi relación con el Señor era una Eucaristía los domingos, 25 minutos donde el padre hablara menos, porque qué desespero y qué angustia: Esa era mi relación con Dios. Y como esa era mi relación, sólo eso, pues todas las corrientes del mundo me arrastraban como una veleta, al punto de que cuando ya me estaba especializando, cuando yo estaba estudiando y oía a un sacerdote que "el infierno no existía y que los diablos tampoco" ¿Quién dijo miedo? A mi lo único triste, mire padre, vergonzosamente les confieso, lo único que me mantenía en la Iglesia, era el miedo al Diablo. Y cuando me dicen que no existe, pues que lucha. Y yo dije: "Bueno para el Cielo vamos, no importa cómo somos". Entonces, eso terminó de alejarme totalmente del Señor. Empiezo hablar mal porque el pecado no se quedó en mi, yo empiezo a dañar mi relación con el Señor peor. Empiezo a decirle a todo el mundo que los demonios no existen, que son invenciones de los curas, que son manipulaciones. Bueno empiezo ... Y estudiando con muchos compañeros de La Nacional, empecé a andar con el cuento de que Dios no existía, que éramos producto de una evolución. Y miren, cuando me veo en ese instante, que susto tan terrible! Cuando veo a los demonios, que me vienen a recoger, y que la paga soy ¡yo!... En ese instante, empiezo a ver cómo de la pared del quirófano empiezan a brotar muchísimas personas, aparentemente común y corrientes, pero con una mirada de odio tan grande, una mirada espantosa y yo me doy cuenta en ese instante que en mis carnes hay una sabiduría especial, yo me doy cuenta que a todos ellos les debo; que el pecado no fue gratis y que la principal infamia y mentira del demonio fue decir que no existía, veo cómo me vienen y me empiezan a rodear y me vienen a recoger. Ya ustedes tienen idea del susto, el terror, esta mente científica e intelectual no me servía de nada. Y rebotaba al piso, rebotaba dentro de mi carne, para que mi carne me recibiera y mi carne no me recibía. En ese susto tan terrible yo salí corriendo y no sé en que instante atravesé la pared del quirófano. Yo aspiraba esconderme entre los pasillos del hospital, y no. Cuando pase la pared del quirófano... "zas" un salto al vació...

Y entro por una cantidad de túneles que van abajo. Al principio tenían luz y eran luces como panales de abeja donde había muchísima gente. Pero voy descendiendo y la luz se va perdiendo y empiezo a andar en unos túneles de tinieblas espantosas y cuando llego a las tinieblas esas no tienen comparación, vea, lo más oscuro de lo oscuro terrenal es luz del mediodía allá. No se puede comparar. Ellas mismas ocasionan dolor, horror, vergüenza y huelen mal. Yo termino ese descenso por entre todos esos túneles, llego a una parte plana, desesperada, esa voluntad de hierro que decía que tenia,

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