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Tarea De Evaluanet No 3

shirleymely24 de Mayo de 2014

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No hay ninguna clasificación de las falacias universalmente aceptada: “No hay nada similar a una clasificación de las maneras en que los hombres pueden llegar a un error, y cabe dudar de que pueda haber alguna”. (De Morgan)

El concepto “falacia” se refiere a cualquiera idea equivocada o creencia falsa, como la falacia de creer que todos los hombres son honestos. ‘Falaces’ son aquellos razonamientos que, aunque incorrectos son psicológicamente persuasivos.

Definimos falacia como una forma de razonamiento que parece correcto, pero resulta no serlo cuando se lo analiza cuidadosamente.

El estudio de estos razonamientos es muy provechoso, pues la familiaridad con ellos y su comprensión impedirá que seamos engañados por ellos. El mundo actual está lleno de personas que, deliberadamente o no, cometen errores de este tipo. Estar prevenidos es estar armados de antemano para no caer ingenuamente en estas verdaderas “trampas”.

I.- FALACIAS DE ATINGENCIA

El rasgo común a todos los razonamientos que cometen falacias de atingencia es que sus premisas carecen de atingencia lógica con respecto a la verdad o falsedad de las conclusiones que pretenden establecer.

Las falacias de atingencia que serán analizadas son:

1.- CONCLUSIÓN INATINGENTE

2.- ARGUMENTUM AD BACULUM (APELACIÓN A LA FUERZA)

3.- ARGUMENTUM AD HOMINEM (OFENSIVO)

4.- ARGUMENTUM AD HOMINEM (CIRCUNSTANCIAL)

5.- ARGUMENTUM AD IGNORANTIAM

(ARGUMENTO POR LA IGNORANCIA)

6.- ARGUMENTUM AD MISERICORDIAM

(LLAMADO A LA PIEDAD)

7.- ARGUMENTUM AD POPULUM (LLAMADO AL PUEBLO)

8.- ARGUMENTUM AD VERECUNDIAM

(LA APELACIÓN A LA AUTORIDAD)

9.- LA CAUSA FALSA

10.- LA PREGUNTA COMPLEJA

1.- CONCLUSIÓN INATINGENTE

La falacia de la ‘conclusión inatingente’ se comete cuando un razonamiento que se supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una conclusión diferente.

Por ejemplo, cuando se halla bajo consideración una propuesta particular de dictar una legislación sobre la vivienda, puede levantarse un legislador para hablar a favor de la ley y argumentar que todo el mundo debe tener viviendas decentes.

En un juicio, al tratar de probar que el acusado es culpable de asesinato, el fiscal acusador puede argumentar extensamente para demostrar que el asesinato es un horrible delito y lograr, efectivamente, probar esta conclusión. Pero, si de sus observaciones acerca de lo horrible que es el asesinato, pretende inferir que el acusado es culpable de él, comete la falacia de conclusión inatingente.

Consideremos el primer ejemplo de conclusión inatingente. Al sostener que todo el mundo debe tener viviendas decentes, el orador logra despertar una actitud de aprobación para sí mismo y para lo que dice, y esta actitud tenderá a ser transferida a su . conclusión final, más por asociación psicológica que por implicación lógica. El orador puede conseguir despertar un sentimiento tan favorable al mejoramiento de la vivienda, que sus oyentes votarán más entusiastamente la ley que él propugna que s¡ hubiera demostrado realmente el interés público existente en su aprobación.

También en el segundo ejemplo, si el fiscal acusador ha pintado un cuadro suficientemente conmovedor de lo horrible que es el asesinato el jurado puede sentirse tan tocado, puede haberse despertado en sus miembros tanto horror y desaprobación, que dictarán más fácilmente un veredicto de culpabilidad que si el fiscal hubiera probado “simplemente” que el acusado cometió el crimen.

Muchas veces se cometen estas falacias por la falta de atención al razonamiento que estamos asistiendo, o el cansancio o la distracción momentánea puede llevar a aceptar estos errores.

2.- ARGUMENTUM AD BACULUM (APELACIÓN A LA FUERZA)

El argumentum ad baculum es la falacia que se comete cuando se apela a la fuerza, o a la amenaza de fuerza, para provocar la aceptación de una conclusión.

Usualmente solo se recurre a ella cuando fracasan las pruebas o argumentos racionales. El ad baculum se resume en el dicho: “La fuerza hace el derecho”. El uso y la amenaza de los métodos de ‘mano fuerte’ para doblegar a los opositores políticos suministra ejemplos contemporáneos de esta falacia.

La apelación a métodos no racionales de intimidación puede ser, naturalmente, más sutil que el uso abierto o la amenaza de campos de concentración o grupos de choque. El diputado de un partido político usa el argumento ad baculum cuando recuerda a un representante que él (el diputado) cuenta con tantos miles de votantes en el distrito electoral del representante, o tantos contribuyentes potenciales para la campaña de fondos.

Ejemplo:

La reunión de los ‘Tres grandes’ en Yalta, al fin de la Segunda Guerra Mundial. Se dice que Churchill informó a los demás que el Papa sugería seguir tal o cual curso de acción. Se afirma que Stalin manifestó su desacuerdo preguntando: “¿Y cuántas divisiones dice Ud. que tiene el Papa para el combate?”

3.- ARGUMENTUM AD HOMINEM (OFENSIVO)

La expresión argumentum ad hominem significa literalmente ‘argumento dirigido contra el hombre’. Se comete cuando, en vez de tratar de refutar la verdad de lo que se afirma, se ataca al hombre que hace la afirmación.

Así por ejemplo, podría argüirse que la filosofía de Bácon es indigna de confianza porque éste fue desposeído de su cargo de canciller por deshonestidad. Este argumento es falaz, porque el carácter personal de un hombre carece de importancia lógica para determinar la verdad o falsedad de lo que dice o la corrección o incorrección de su razonamiento.

Argüir que una proposición es mala o una afirmación falsa porque es propuesta o afirmada por los comunistas (o por ‘realistas económicos’, o por católicos, o por anticatólicos, o por los que pegan a su mujer) es razonar falsamente y hacerse culpable de sostener un argumentum ad hominem (ofensivo).

La manera en que puede percudir, a veces, este razonamiento falaz es a través del proceso psicológico de la transferencia. Si puede provocarse una actitud de desaprobación hacia una persona, ella puede desbordar el campo estrictamente emocional y convertirse en desacuerdo con lo que esa persona dice.

Pero esta conexión es solo psicológica, no lógica. Aun el más perverso de los hombres puede a veces decir la ver dad o razonar correctamente.

El ejemplo clásico de esta falacia se relaciona con el procedimiento judicial británico. En Gran Bretaña, la práctica de la profesión se divide entre los procuradores, que preparan los casos para el juicio, y los abogados, que arguyen y hacen los alegatos ante la corte. De ordinario, su cooperación es admirable, pero a veces deja mucho que desear.

En una ocasión, el abogado ignoraba el caso completamente hasta el día en que debía ser presentado a la corte, y dependía del procurador para la investigación del caso del demandado y la preparación del alegato. Llegó a la corte justo un momento antes de que comenzara el juicio y el procurador le alcanzó su resumen en un papelillo. Sorprendido por su delgadez, ojeó en su interior, para encontrar escrito lo siguiente: “No hay defensa; ataque al abogado del demandante”.

4.- ARGUMENTUM AD HOMINEM (CIRCUNSTANCIAL)

La segunda interpretación de la falacia del argumentum ad hominem, la variedad circunstancial, puede explicarse de la manera siguiente:

En una discusión entre dos personas, una de ellas puede ignorar totalmente la cuestión relativa a la verdad o falsedad de sus propias afirmaciones y tratar de probar, en cambio, que su antagonista debe aceptarlas debido a especiales circunstancias en las que éste puede hallarse.

Así por ejemplo, s¡ uno de los contendientes es un sacerdote, el otro puede argüir que debe aceptar una determinada aserción porque su negación es incompatible con las escrituras. Esto no es demostrar su verdad, sino urgir su aceptación por ese individuo particular debido a las circunstancias especiales en las que se halla, en este caso su filiación religiosa.

S¡ uno de los oponentes es, pongamos por caso, un miembro de un cierto partido político, otro puede sostener, no que una cierta proposición es verdadera, sino que el primero debe asentir a ella porque se halla implicada por los principios de su partido.

El ejemplo clásico de esta falacia es la réplica del cazador al que se le acusa de barbarie por sacrificar animales inofensivos para su propia diversión. Su réplica consiste en preguntar a su crítico: “¿Por qué se alimenta Ud. con la carne de ganado inocente?”.

El deportista se hace culpable aquí de un argumentum ad hominem, porque no trata de demostrar que es correcto sacrificar vidas de animales para el placer de los humanos, sino simplemente que su crítico no puede reprochárselo debido a ciertas circunstancias especiales en las que pueda encontrarse, en este casó el no ser vegetariano.

Los argumentos de este género no son correctos, no ofrecen pruebas satisfactorias para la verdad de sus conclusiones, sino que están dirigidos solamente a conquistar el asentimiento de algún oponente a causa de especiales circunstancias que se vinculan con éste. A menudo logran su propósito, pues suelen ser muy persuasivos.

5.- ARGUMENTUM AD IGNORANTIAM (ARGUMENTO POR LA IGNO- BANCIA)

Podemos ilustrar la falacia del argumentum ad ignorantiam con el razonamiento de que debe de haber fantasmas porque nadie ha podido demostrar nunca que

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