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Todo Lo Solido Se Desvanece En El Aire

ivemy20 de Febrero de 2012

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TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE

1 EL FAUSTO DE GOETHE: LA TRAGEDIA DEL DESARROLLO.

Desde que existe una cultura moderna, la figura de Fausto ha sido uno de sus héroes culturales. Casi cuatrocientos años después de su inicio, Fausto sigue siendo la atracción de la imaginación moderna.

La fuerza vital que anima al Fausto de Goethe es un impulso al que se le llamará el deseo de desarrollo.

La historia de Fausto se puede seguir a través de tres metamorfosis:

Primero como el Soñador; se preocupa por la clase de hombre que va a probar ser en la vida. Luego el Amante; como muchas personas de mediana edad Fausto experimenta una especie de renacimiento. Finalmente como el Desarrollista; comienza en un punto de profundo estancamiento, pero a medida de que pasa el tiempo y se despliega la nueva visión de Fausto, lo vemos volver a vivir, sus visiones son más reales y concretas.

Goethe ve la modernización del mundo material como un sublime logro espiritual: el Fausto de Goethe, en su actividad como desarrollista que encamina al mundo por una nueva vía; pero el desarrollista, tal como lo concibe Goethe, es trágico a la vez que heroico.

Para el desarrollista, dejar de moverse, reposar en la sombra, dejar que los ancianos lo envuelvan, es la muerte.

Ya siendo grande Fausto, comienza a perder la vista, y esto lo lleva a obligarse y obligar a sus trabajadores a seguir trabajando intensamente. Hasta en la oscuridad su visión y su energía continúan incesantes; continúa luchando, desarrollándose y desarrollando el mundo que lo rodea hasta llegar la final.

2 TODO LOS SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE: MARX, EL MODERNISMO Y LA MODERNIZACIÓN.

En este capítulo se intentara recuperar y reconstruir la visión de Marx de la vida moderna como un todo.

El Manifiesto expresa algunas de las más profundas percepciones de la cultura modernista y, al mismo tiempo, dramatiza algunas de sus más profundas contradicciones internas.

Las paradojas centrales del Manifiesto se hacen presentes casi en el comienzo mismo: específicamente desde que Marx empieza a describir a la burguesía; él decía que la burguesía desempeñaba en la historia un papel altamente revolucionario.

Marx no es el primero ni será el último en celebrar los triunfos de la moderna tecnología burguesa y su organización social; él no se detiene mucho en las invenciones e innovaciones concretas, lo que le interesa es el proceso activo y generador a través del cual una cosa lleva a otra, los sueños se metamorfosean en planos y las fantasías en balances, las ideas más desenfrenadas y extravagantes aparecen y desaparecen, encendiendo y alimentando nuevas formas de vida y acción.

Uno de los logros burgueses ha sido liberar la capacidad y el impulso humanos para el desarrollo: para la perpetua conmoción y renovación de todas las formas de vida personal y social.

En la primera parte del Manifiesto, Marx expone las polaridades que animarán y darán forma a la cultura del modernismo en el siglo siguiente: el tema de los deseos e impulsos insaciables, de la revolución permanente, del desarrollo infinito, de la perpetua creación y renovación de todas las esferas de la vida.

La aureola, para Marx, es un símbolo primario de la experiencia religiosa, la experiencia de lo sagrado.

Lo que nos pudo ofrecer para el día de hoy, no es el camino para salir de las contradicciones de la vida moderna, sino un camino más seguro y profundo para entrar en esas contradicciones. Él sabía que el camino que condujera más allá de esas contradicciones tendría que llevar a través de la modernidad, no fuera de ella.

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