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Tradición Kantiana.


Enviado por   •  30 de Agosto de 2016  •  Apuntes  •  4.931 Palabras (20 Páginas)  •  576 Visitas

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Tradición kantiana

En el siglo XIX el filósofo Alemán Inmanuel Kant formuló la que a la postre se constituiría en una visión paradigmática de lo que se ha llamado la ética deontológica, es decir, la ética basada en el deber. Para Kant los seres humanos no somos seres que nos limitamos a percibir, juzgar y teorizar, sino que también somos agentes, es decir, seres que actuamos. En concordancia con esto, este autor sostiene que debemos distinguir un uso teórico y un uso práctico de la razón.

Desde el punto de vista de Kant todo conocimiento racional o bien es material y considera algún objeto, o bien es formal y se ocupa tan sólo de la forma del entendimiento, de la razón misma y de las reglas universales del pensar en general, sin distinción de objetos.  En principio, tanto la Filosofía Natural, como la Filosofía Moral, pueden tener cada una su parte empírica, porque aquélla debe determinar las leyes de la Naturaleza como un objeto de la experiencia y ésta las de la voluntad del hombre en cuanto el hombre es afectado por la Naturaleza. Desde un punto de vista amplio puede llamarse "empírica" toda filosofía que arraiga en la experiencia. No obstante, para Kant aquella filosofía que presenta sus teorías derivándolas exclusivamente de principios a priori se llama "Filosofía Pura".

Ésta última, cuando es meramente formal, se llama "Lógica"; pero si se limita a determinados objetos del entendimiento, se llama entonces "Metafísica". De esta manera se origina la idea de una doble metafísica: una "Metafísica de la Naturaleza" y una "Metafísica de las costumbres". La Física, pues, tendrá su parte empírica, pero también una parte racional; la Ética también, aún cuando tiene una dimensión empírica (que para Kant podría llamarse especialmente "Antropología Práctica") posee una parte exclusivamente racional que constituye propiamente lo que denominamos "Moral".

Kant argumenta que en este sentido la moral no debe depender de ningún contenido empírico, sino que su objeto está determinado por ciertas condiciones a priori. En consecuencia, a diferencia de Hume, Kant sostiene que deben existir leyes de la moral cuyo carácter es universal y necesario. Así, la moralidad no puede fundamentarse en nada empírico, pues una norma moral tiene que valer para todos los hombres en todas las circunstancias (carácter universal) y, al mismo tiempo, ha de justificar su cumplimiento por sí misma (carácter necesario). En este sentido, para Kant la ley moral es una ley formal, una ley que contiene sólo la forma, y no el contenido, de la moralidad.

La Fundamentación metafísica de las costumbres es el trabajo más importante de filosofía moral de Kant. En ella Kant se propone buscar y establecer el principio supremo de la moralidad, el cual constituye toda una empresa independiente de otros órdenes de la investigación moral: ¿Qué es entonces el principio supremo de la moralidad y para qué sirve? Más que demostrar la existencia de tal principio, Kant presenta consideraciones para justificar la suposición de su existencia.

En primer lugar, Kant sostiene que las cuestiones y los problemas morales son decididos por la razón. La razón, de acuerdo con Kant, siempre busca la unidad bajo principios. En últimas, lo empíricamente dado ha de reducirse a la unidad sistemática del menor número posible de principios (siguiendo el ejemplo de la física o las matemáticas) o, quizá, a un único principio. Si no hay principio único de la moralidad para someter la multiplicidad de consideraciones en conflicto de diversos agentes, no habrá respuesta objetivamente correcta para las preguntas morales.

Cada respuesta tendría entonces su propio principio inconmensurable y no será claro cómo podríamos considerar o valorar las diferentes respuestas conflictivas frente una misma cuestión o considerar la existencia de un punto de vista moral o siquiera la existencia de cuestiones morales como tales (cada principio definiría un punto de vista práctico particular aplicable a distintas preguntas y no sería posible la comunicación entre puntos de vista sobre qué debemos hacer o cómo debemos vivir). Así por ejemplo, frente a la pregunta acerca de si es prudente o no hacer una falsa promesa en determinadas circunstancias, Kant contrapone la pregunta por si es permisible moralmente o no hacerlo (distinguiendo así entre las verdaderas preguntas morales y preguntas sobre qué es prudente).

Al inicio de la Fundamentación el filosofo de Könisberg afirma que “es imposible imaginar nada en el mundo o fuera de él que pueda ser llamado absolutamente bueno, excepto la buena voluntad” (Kant, 2003, p. 19). Esta buena voluntad es una que no obra por inclinación o por deseo sino por deber, es decir, obra por referencia o respeto a la ley moral que la voluntad se da a sí misma. Kant liga la idea de “buena voluntad” con la de “actuar conforme al deber” (actuar con constreñimiento moral interno motivado por la idea de seguir un principio moral). Cuando actuamos desde el punto de vista del deber –y es esto lo que lo une a la idea de la “buena voluntad”-, en oposición a toda inclinación, lo único que queda para motivar nuestra acción es el puro llamado racional a un principio práctico universalmente válido.

Hay que tener en cuenta aquí que “obrar por deber” y “obrar conforme al deber” no son lo mismo. Cuando se obra conforme al deber se obra con algún interés particular, que bien puede ser obrar conforme al deber para quedar bien ante alguien o cualquier otro, mientras que cuando se actúa por deber no hay ninguna otra referencia que motive la acción que no sea la reverencia o respeto a la ley moral independiente de las consecuencias positivas o negativas.

La ley moral en términos generales es un mandato, pues pretende regular nuestra conducta, pero no está sometida a ninguna condición, es decir, no es hipotética sino categórica. A la formulación de esta ley moral Kant la llamará imperativo categórico, el cual, como ya dijimos, no puede tener un contenido empírico sino que expresa la forma de la moralidad pura. En la Fundamentación para una metafísica de las costumbres Kant expresa o formula el imperativo categórico de tres formas distintas:

1. “Obra según la máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal”

2. “Obra como si la máxima de tu acción hubiera de convertirse por tu voluntad en ley universal”

3. “Obra de tal manera que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio (Kant, 2003, p. 57-60)

La filosofía de Kant constituye una crítica a las aproximaciones éticas de los antiguos y quienes lo precedieron. Para Kant, todas las aproximaciones anteriores han antepuesto aquello que se trata de establecer: en la felicidad (como producto de la naturaleza en los cínicos o del arte en los epicúreos, como sabiduría en el ideal estoico), en el supremo bien en Platón, en la virtud de Aristóteles o en la santidad en el cristianismo el concepto de bien o mal ha pretendido ser determinado antes de dar cuenta de la ley moral. En realidad, lo bueno y lo malo solo tienen significación a partir del principio supremo de la moralidad que los fundamenta. Kant rechazó entonces la perspectiva de alguna clase de valor substantivo en el mundo que sustenta el principio de moralidad (realismo).

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