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Turismo Negro


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2014  •  1.112 Palabras (5 Páginas)  •  240 Visitas

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Calaveras, salas de tortura, zonas de desastre, cementerios, campos de batalla… un macabro catálogo de destinos turísticos que mueve a millones de personas alrededor del planeta. El auge del llamado turismo negro –dark tourism, en inglés—intriga desde hace algunos años a académicos y profesionales del viaje, que tratan de comprender por qué nos seducen esos sitios sombríos.

Las visitas a lugares habitados por las huellas del sufrimiento humano pueden tener, en efecto, un gran valor para comprender el pasado y no repetir sur horrores. Pero en esa peregrinación al dolor suelen cruzarse motivos menos elevados. La ligera curiosidad o el morbo que suelen inspirar a algunos, interrogan a los expertos en la industria del ocio sobre la ética de explotar comercialmente los restos de una tragedia, en particular cuando ha ocurrido recientemente.

Una vieja costumbre

Condenados a desandar, los turistas de hoy imitan, quizás sin saberlo, las bárbaras costumbres de nuestros antepasados. El turismo negro no es una invención de la economía globalizada, sino un viejo hábito anclado en muchas tradiciones culturales.

Recordemos el espectáculo máximo de Roma. En el Coliseo de la Ciudad Eterna y en sus reproducciones provincianas a lo largo del vasto Imperio, patricios y plebeyos se juntaban para contemplar el combate de los gladiadores. El público, extático frente a aquel ritual de sangre, decidía la muerte o el perdón de los guerreros heridos.

Durante la Edad Media, en Europa y América, las multitudes asistían a las ejecuciones y sacrificios humanos, con el mismo fervor que hoy presenciamos una competición deportiva. Aún en algunos países como China e Irán las ejecuciones públicas se mantienen como una práctica del sistema judicial para escarmentar los delitos más graves.

La Zona Cero, en New York, atrae a millones de turistas. (Foto AP/Mark Lennihan)Entre la memoria y el morbo

Las razones que justifican los viajes a una región afligida por un desastre natural o un memorial a las víctimas de genocidio son tan variadas como las motivaciones para vacacionar en sentido general. En una serie de artículos sobre el turismo negro, la bloguera australiana especializada en viajes, Amanda Kendle, menciona el deseo de comprender cómo las personas sobreviven a una catástrofe y mostrar simpatía hacia su sufrimiento, el homenaje a quienes murieron por una causa justa, y otras menos loables como el interés por la muerte y la depravación.

La Zona Cero, hoy Museo y Memorial 11 de septiembre, en New York, constituye un ejemplo ilustrativo de estas diferencias. Mientras algunos acuden para cumplir una suerte de terapia personal o intentan comprender la experiencia vivida por las víctimas del ataque terrorista, otros se acercan para saciar su curiosidad y tomarse una fotografía, sonrientes, como si posaran delante de cualquier atracción turística.

Kendle menciona los tours al poblado británico de Soham, donde dos niñas de 10 años fueron asesinadas en 2002, como un caso extremo de esta inclinación morbosa, que irrespeta a los familiares de las víctimas y demuestra una escandalosa falta de sensibilidad.

Más allá de los porqués individuales, el turismo negro en lugares devastados por fenómenos naturales ha estimulado la solidaridad directa con las comunidades afectadas. Observar en directo las consecuencias del huracán Katrina, en New Orleans, o los terremotos que asolaron Haití y Japón en 2011, ha generado oleadas de solidaridad que se materializan en donaciones de dinero o materiales para la reconstrucción, y la participación directa en las obras y en organizaciones de apoyo a los damnificados.

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