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UNA MUERTE HECTOR GERMAN


Enviado por   •  22 de Julio de 2014  •  1.044 Palabras (5 Páginas)  •  238 Visitas

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UNA MUERTE de Héctor Germán Oesterheld

Yo andaba investigando la muerte del Jon.

Las huellas, luego de contornear todo el pueblo, me llevaron hasta la pequeña casa junto al río, casi perdida entre los juncos.

No hacía frío, pero igual me subí las solapas del abrigo y hundí las manos en los bolsillos.

Subí cinco escalones no muy seguros, empujé la puerta, entré. Jaulas, pajareras por todas partes. De fabricación casera.Pájaros de colores: cotorras, cardenales, pechos colorados, canarios. Pájaros grises, pájaros marrones. Grandes y chicos. Avancé: fue como entrar en una nube de píos, trinos, gorjeos. Y de olor denso, cálido.

De entre dos pajareras salió el hombre. Tricota agujereada, cabeza blanca. Ojos curiosamente grandes y claros en el rostro ceniciento, lleno de arrugas; un rostro muy gastado, pero abierto, cordial.

- Hace tres días... - empecé.

Y me detuve. Me miró por un momento. Miró al piso, volvió a mirarme. Ya nos estábamos entendiendo.

- ¿Amigo suyo?

- Asentí.

- ¿Sabe lo que..., lo que le pasó?

Volví a asentir.

- Me lo imagino. Sé que estaba muy enfermo.

Me acercó una silla de paja. Él se sentó en un cajón vacío.

- Ahora que lo pienso - se rascó la cabeza -, quizás debí decírselo a la policía. Pero cuando sucedió no me pareció necesario. No hubieran comprendido nada; usted me entiende.

- Por supuesto.

- Ya todos me creen loco, sin necesidad de un cuento semejante - sacudió la cabeza, tenía las manos sobre las rodillas flacas; manos de dedos largos, delicados-. Además, ¿por qué habría de elegir mi casa para morir? El comisario no lo entendería nunca. Claro, podía haber ido al médico. O a ver al cura. Pero no, tuvo que caminarse toda la distancia hasta aquí.

Yo sólo sabía que el Jon estaba muerto. Lo dejé hablar.

- Aunque creo saber por qué me eligió a mí, al "Churrinche", el loco "Churrinche", el pajarero... Él sabía que yo era el único en todo el pueblo que lo dejaría morir tranquilo y sin preguntas. De tanto andar con animales uno termina por amigarse, por entender a todo lo vivo, venga de donde venga...

Me miró con los ojos claros: tenían algo de charcos de agua quieta. Yo hubiera hecho lo mismo que el Jon.

- Claro, al principio me tomó por sorpresa; yo no estaba preparado para verlo. Llegó del lado del río, lo sentí chapotear en el juncal; cuando subió los escalones creí que era José o el Negro, o cualquiera de los vagabundos de siempre. Tardó en entrar, el último escalón le costó mucho trabajo; pensé que estaría borracho, no le hice caso. Pero, al llegar a la puerta se apoyó en el marco, y recién entonces me di cuenta al verle la mano, tan verde y con los siete dedos.

Se levantó, fue hasta un brasero donde temblaba una pava.

- ¿Un matecito?

- Dije que sí con la cabeza.

- Estaba que se caía - mientras hablaba puso yerba en un jarrito enlozado -. Me di cuenta de que se moría, pero no quiso que lo acostara; insistió en sentarse ahí, donde está usted. Y se quedó medio caído, los ojos cerrados.

- Sé que eres amigo - me dijo de pronto, marcando mucho las letras -. Por eso hice toda la distancia hasta aquí...Sé que cuidas pájaros... Por eso vine.

"- ¿Por los pájaros? - le pregunté.

"- Sí... Quiero pedirte un favor... ¿Podrías prestarme uno, uno cualquiera,

...

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