Universidad y la relación con el poder a través del conocimiento científico como verdadero.
Branca1882Tarea12 de Enero de 2017
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EPISTEMOLOGÍA Y MÉTODOS DE LA INVESTIGACIÓN SOCIAL
Evaluacion final
Celia Branc
Universidad y la relación con el poder a través del conocimiento científico como verdadero.
Introducción
“En algún punto perdido del universo (…) unos animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue aquel el instante mas mentiroso y arrogante de la historia universal.”[1]
En este trabajo queremos poner en duda las formas de construcción de verdad, entendiéndolas como resultado de la relación de poder y dominación a través de prácticas hegemónicas. Como dice Foucault, en nuestra sociedad, la verdad está centrada en el discurso científico y en las instituciones que la producen y controlan, como por ejemplo la universidad. Para ello, analizaremos a diferentes autores que teorizan la producción de conocimiento (Nietzsche, Bourdieu, Scavino, Kant, Derrida). Nuestro objetivo es cuestionar el discurso científico como única construcción de conocimiento (como única verdad). De esta manera también cuestionaremos a la universidad como parte productora y reproductora de este discurso científico que intenta mostrarse como verídico y por lo tanto legítimo (en términos de Foucault la universidad como uno de los dispositivos de la institución).
Ejemplificaremos con la producción antropológica tomando el texto de Krotz donde se analiza el surgimiento y consolidación de la antropología como ciencia, dentro del contexto que la rodea, y los intereses en la que se ve influenciada a partir fuerzas sociales en una época histórica dada. Estos intereses se difunden a través de instituciones académicas.
La ciencia
¿Qué efectos de poder circulan entre los enunciados científicos y por qué en determinado momento se modifican? Estos, entre otros, son los cuestionamientos que Foucault formula con respecto a la construcción histórica de verdades, asumiendo que toda verdad es poder (o que todo poder intenta instaurar un discurso de verdad) y ninguna es verdadera o falsa. Así es como cada sociedad construye su régimen de verdad y es éste el poder que la produce y mantiene. Es a través de las prácticas hegemónicas que se establece qué discursos serán verdaderos. Así planteado el escenario, el problema para Foucault sería separar el poder de la verdad de las formas de hegemonía que se presentan en cada sociedad.
El escenario en el que suceden estas dinámicas relaciones entre actores es lo que Bourdieu define a través de la noción de campo y, no se debe olvidar que las relaciones y las decisiones siempre implican posiciones políticas.
Es allí, precisamente, en el campo de carácter autónomo donde se producen las relaciones de tensión y dinamismo, ya sea para conservar un lugar de dominio (lo hegemónico) en ese espacio de conflictos políticos o para intentar derrocar de esa posición de privilegio dominante a quién eventualmente la ocupe.
Ese campo de Bourdieu es el espacio de batalla del que habla Foucault al resaltar que la (la historia) “es inteligible y debe poder ser analizada hasta su más mínimo detalle; pero a partir de la inteligibilidad de las luchas, de las estrategias y de las tácticas”.
(pag. 129, Foucault, Verdad y poder)
Por lo tanto para saber que es el conocimiento (o construcción de verdad) hay que comprender las relaciones de lucha y de poder, que siempre las incluye.
El conocimiento no es algo dado definitivamente, se construye y reconstruye en la historia, fue y es inventado, no tuvo origen. Con este enunciado Nietzsche marca un quiebre con las teorías que regían en su época, al oponer el conocimiento y las cosas. No hay afinidad entre el conocimiento y las cosas a conocer. Las condiciones de experiencia y las condiciones del objeto de experiencia son totalmente heterogéneas. Mientras que Kant había manifestado que eran idénticas, Nietzsche pone de manifiesto que en todo conocimiento hay una intención, una voluntad de alejarse del objeto (esta es la famosa búsqueda de objetividad científica) como si el objeto pudiera conocerse en su totalidad. Sin embargo, dice, es cada vez el resultado histórico, es al mismo tiempo lo mas generalizante y lo mas particularizante, esquematiza, ignora las diferencias. Por eso es siempre desconocimiento. No hay en el conocimiento una adecuación al objeto, sino una relación de dominación. Los modelos de verdad forman parte constitutiva del sujeto de conocimiento.
Radica aquí, entonces, una de las incógnitas fundamentales en el estudio de Foucault cuando intenta establecer respuestas sobre las rupturas temporales o “precipitaciones de evolución” y es que cuando estas se producen lo que sucede es precisamente “una modificación de las reglas de formación de los enunciados que son (eran) aceptados como científicamente verdaderos.
Lo que se quiebra, entonces, es la rigidez de los enunciados, pero precisamente aquellos que manifestaban proposiciones aceptables. Por lo tanto, no es solo el exterior lo que legitima estos discursos, sino los efectos de poder que se gestan en su interior.
Así se entiende que ese régimen no es dado, no es heredado ni mítico sino discursivo.
Desde la perspectiva del giro lingüístico la lengua otorga significado a la cosa. Retomando a Nietzsche, no existen hechos, solo interpretaciones. En oposición a Kant no hay un primer absoluto al que interpretar: el signo es la interpretación de la cosa. El mundo no son las cosas que primero se presentan y luego son nombradas. Desde esta perspectiva hermenéutica nunca conocemos la cosa tal cual es fuera de los discursos que la construyen, siempre conocemos una interpretación o una versión de los hechos. De esta manera y en oposición al discurso científico la verdad se hace y no se descubre. El discurso científico establece que la verdad es algo que se encuentra a través de una observación desprejuiciada de las cosas, y es a esto lo que llama objetividad.
Pues bien, como remarca Foucault, la verdad conlleva efectos de producción, precisamente en el “interior de los discursos que no son ni verdaderos ni falsos”
Mas allá de mirar críticamente la búsqueda de objetividad del método científico, lo que nos interesa es cuestionar el hecho que en esta búsqueda quede invalidada cualquier otra forma de construcción de conocimiento. La búsqueda de la objetividad es para la ciencia un sinónimo de la búsqueda de la verdad única. Los postulados científicos solo son válidos si pueden ser universales, a la vez que rechazan cualquier particularismo. Por lo tanto, así pensada, la ciencia es absolutamente excluyente.
A su vez, toda forma de poder, toda hegemonía, todo paradigma está garantizado y resguardo ya que se legitima y reproduce a través de las instituciones. Es por esto que la universidad no está exenta de estos procesos de construcción de verdad, es decir, de discurso científico. La academia se inscribe en el ámbito científico y responde a intereses específicamente político culturales.
La Universidad
¿Cuál es el objetivo de la universidad? ¿Qué tipo de conocimiento trasmite y con qué objetivo? ¿A qué sujetos? ¿Responde algún interés?
La universidad particularmente, es una institución que construye saberes que se instauran como verdades, en tanto estén científicamente aceptados. Nombrar las Letras, el Arte, la Edición o la Filosofía denominándolas de la misma manera que la Antropología sería una empresa absolutamente ambiciosa y, en todo caso, incorrecta. Sin embargo, la filosofía, la literatura, por ejemplo, sin ser definidas como ciencias no dejan de estar dentro y de pertenecer al paradigma científico y condicionarlo particularmente al menos en el marco de la Universidad que sí, cultural, política y socialmente se declara inmersa en éste). En el caso de Antropología, como institución científica no se nos permite ponerla en duda, básicamente por su carácter universal, absoluto y objetivo, lo cual puede llevar a la marginación a aquel que pretenda juzgarla.
Indudablemente, la universidad no es ajena a los intereses políticos y económicos. Es en ella donde se reproducen los valores de la hegemonía, no se encuentra libre de relaciones de poder. Sin embargo, pensar la Universidad como un todo homogéneo es, hasta cierto punto, un actuar o pensar incorrecto. La Universidad como campo también es un espacio de lucha, de tensión entre actores que ocupan espacios de hegemonía y marginación, de dominados y rebeldes. Por lo tanto, en ese campo autónomo se puede, como en este caso, encontrar cierta heterogeneidad que, en forma de grieta, permite develar un proceder conservador que, claramente, es comandado por quienes ocupan los lugares de privilegio en el campo y, justamente, son aquellos los que imponen un saber, un discurso: su verdad.
La Universidad como institución hegemónica trasmite “verdades” y quienes quieran ser aceptados por ella deberán reproducir estas verdades de poder. La institución misma es la que se encarga de esta reproducción mediante cátedras de acceso selectivo con programas específicos. Quienes hayan aprendido los contenidos dictados podrán ser aceptados por la Academia como representantes, trasmisores e investigadores aprobados (y probos) para el conocimiento científico. Existen estrictas normas para el ingreso y desarrollo dentro de su comunidad. Las investigaciones responden a los intereses que las empresas o gobiernos financian.
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