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VERDADERA DIVINIDAD DE CRISTO.


Enviado por   •  8 de Julio de 2016  •  Trabajos  •  15.778 Palabras (64 Páginas)  •  268 Visitas

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Capitulo VI

NICEA I (325): AFIRMACION DE LA

 VERDADERA DIVINIDAD DE CRISTO

  1. La controversia arriana

Comenzó a defender su manera de concebir la absoluta trascendencia de Dios y la relación existente entre el padre y el hijo en la trinidad su más fuerte adversario fue Alejandro, obispo de Alejandría, el documento más antiguo sobre la controversia arriana es la breve carta de Nicomedia.

El hijo no es engendrado ni es parte del ingenito, ni deriva de un sustrato; sino que por voluntad y decisión del padre ha venido a

Antes de haber sido engendrado creado o definido o fundado, no existe porque no era ingenito “El hijo tiene principios, mientras que Dios es sin principios” porque no es ni parte de Dios ni deriva de un sustrato.

Para Arrio, solamente el Padre es el ingénito. El Hijo es creado, tiene principio y ha sido creado de la nada. La línea de la tradición Alejandrina y origeniana considera a el Padre a el Hijo y al Espíritu como tres hipóstasis (tres realidades individuales subsistentes), la misma naturaleza divina, distinta entre si y y subordinadas la una a la otra Arrio acentúa de forma exagerada este subordinacionismo ignorando la distinción la generación eterna del Hijo en el seno del Padre y la creación en el tiempo de todas las cosas, El Padre es la mónada absolutamente trascendente con relación al Hijo, El Hijo es inferior al Padre en naturaleza, en rango, en autoridad, en gloria. Cristo en realidad no es más que un «dios menor», aunque Arrio, en la carta a Eusebio antas citada, le llama «plenamente Dios», de manera impropia. E verdadero Dios absolutamente único es Dios padre. Fuera de el no puede aver otro Dios en el sentido verdadero del término. Para Arrio, compartir con otros la naturaleza Divina seria admitir una pluralidad de seres divinos y considerar divisible y mudable la misma naturaleza divina.

  1. I/Cristo. o.c II, 73.
  2. Cf. M. Simonetti, La crisis ariana del IV/  secolo (Roma1975) 12.
  3. Cf. Simonetti, I/ Cristo, o.c II. 547, nota 10.
  4. Ibid., 79.

2. La convocatoria del primer concilio ecuménico en Nicea (325)

Constantino el Grande convocó en el 325 el primer concilio ecuménico en Nicea, se trata en primer lugar de una acción político-Religiosa, que, resolviendo la controversia arriana, intenta restaurar la paz y la concordia en la iglesia, y consiguientemente en el imperio. Tales intervenciones, sin embargo, tuvieron una función teológica innegable.

3. El símbolo de Nicea

No nos han llegado las actas de los dos primeros concilios ecuménicos. No podemos, por tanto, hacer una historia de la redacción del símbolo Niceno. Tenemos relatos e impresiones parciales en un fragmento de san Eustacio de Antioquia, en algunos escritos de san Atanasio y en la carta-relación enviada por Eusebio de Cesárea a su iglesia.

4. Su contenido teológico

a) El «credo»

Estructuralmente, el símbolo Niceno, está compuesto de dos partes claramente distintas, la primera contiene el credo propiamente tal. La segunda los anatemas de condena. El bloque central relativo al estatuto ontológico y soteriológico de Jesucristo se encuentra entre la afirmación inicial referente a «Dios Padre omnipotente, creador de todo lo visible y lo invisible», y la breve confesión final que se refleje al «Espíritu Santo»

  1. Jesucristo es confesado como hijo de Dios, engendrado unigénito del padre. Es decir, el Hijo no es creado, sino engendrado del Padre. Más aun, es el unigénito del Padre.
  2. Es decir, de la substancia del Padre. Se trata del primer añadido explícitamente antiarrino. El «es decir» pretende dar una interpretación definitiva a la afirmación «engendrado del padre». No se trata, como decía arrio, de un acto creativo de Dios, sino de una autentica generación del Hijo de la misma sustancia del Padre.
  3. Dios verdadero de Dios verdadero. Es un añadido contra arrio que consideraba verdadero Dios solo al Padre mientras el Hijo lo era o en sentido figurado o por participación de gracia.

  1. Engendrado, no Creado. Contra los arrianos que aplicaban al Hijo indiferentemente el término «engendrado» y «creado» el concilio expone su propia interpretación: el Hijo es engendrado eternamente del Padre. De manera que el padre no ha dejado nunca de ser Padre ni el Hijo nunca ha dejado de ser Hijo: «por tanto, el Hijo y EL Padre han tenido que coexistir, desde toda la eternidad, siendo el Padre el que engendraba eternamente al Hjo».

  1. Consubstancial. Es la afirmación que resume el significado permanente antiarriano de Nicea: el Hijo es Dios verdadero en cuanto eternamente engendrado del Padre y «consubstancial» a él. Haciendo un resumen, digamos que el termino no es bíblico, sino que es un adjetivo griego derivado de Ousía, que en aquel momento tenía muchos significados. Ousía podía significar una realidad singular, una entidad particular (la «substancia primera» de Aristóteles), o el universal y el género de pertenencia de un cierto número de individuos (la «substancia segunda» de Aristóteles), o simplemente «substancia», «materia»

Empleado en sentido monarquiano por Pablo Samosata en el siglo III, el termino fue explícitamente condenado por el sínodo de Antioquia del 268. Parese que Pablo de Samosata afirmaba que Padre e Hijo formaban un único ser indiferenciado. Es decir, el Hijo no tenía una Ousia propia.

Los padres del concilio, sin embargo, entendían con este término una definitiva aclaración teológica de lo que dice la escritura sobre el origen del Hijo con relación al Padre. La revelación divina nos presenta en Dios dos maneras de proceder. La primera inmanente a Dios mismo, consiste en la generación eterna del Hijo del seno del Padre. La segunda, fuera de Dios mismo, consiste en la creación o también la misión del Hijo al Mundo. Los arrianos entendían la procesión del Hijo del seno del Padre. El bomoousios de Nicea afirma, por tanto, no solo que el Hijo es semejante al Padre, sino que además es completamente igual el, Porque participa de la misma substancia o naturaleza divina por su generación eterna en el seno del Padre.

Es significativa la explicación que ofrece Eusebio de Cesareaen su relato: «Asi también, cuando sea discutido con detalles la expresión “el Hijo es consubstancial al Padre”, se ha señalado que no es a manera de cuerpos ni hay semejanza con los seres humanos mortales, por división de la substancia o por escisión, y que no hay pasión, mutación ni alteración de la substancia. De hecho, la naturaleza no-engendrada del Padre es ajena a todo esto. Por el contrario, “consubstancial Padre” significa que el Hijo de Dios no tiene ninguna semejanza con las criaturas creadas, y que es semejante en todo solamente al padre que lo ha engendrado, y no deriva de ninguna otra hipostasis o substancia, sino del Padre».

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